Un divorcio tranquilo es lo más saludable para todos los involucrados, pero quizá una de las cosas más difíciles en momentos como éste.
La ruptura del matrimonio, sin duda, es una de los sucesos más dolorosos que existen. Bajo el cobijo del dolor también se hallan el enojo, la frustración, la nostalgia por el inicio de la relación y la tristeza.
Al cúmulo de emociones se suman intereses varios, como la custodia de los hijos, la pensión alimenticia o la separación de los bienes. Y con ello se suman otras condiciones emocionales que determinarían qué clase de divorcio pudiéramos experimentar.
De acuerdo a la psicóloga Silvia Russek, hay divorcios que tóxicos que nos destruyen, pero también los hay tranquilos y armoniosos.
Divorcio destructivo.
El divorcio destructivo nos pone constantemente ante el impulso de tratar de lastimar al otro destruirlo (a veces económicamente, a veces emocionalmente, e incluso desde una perspectiva social).
La forma en la que se busca destruir al otro no llega a importar, cualquier camino que nos permitiera ver al otro derrotado es bueno.
Sin embargo, en el camino hacia lastimar al otro, nos lastimamos a nosotros mismos, ya que concentrarnos en dañar a otro nos desvía de cuidar de nuestra propia vida y enriquecerla con emociones positivas. También terminamos lastimando a los hijos.
Esta clase de divorcio implica pelear de forma constante; estar a la ofensiva y acumulando sentimientos de venganza y odio. Factores que sólo intoxican nuestro ambiente y salud emocional.
El deseo de destruir al otro generalmente viene de la creencia de que en el divorcio alguien tiene que “ganar” y ese alguien debemos ser nosotros. Sin embargo, en el divorcio no hay ganadores ni vencidos; todos vamos con una herida y un aprendizaje (si lo sabemos manejar).
Las consecuencias de un divorcio hiriente es sufrimiento para todos, resentimiento y amargura.
Divorcio tranquilo
Este es el más saludable de los rompimientos de pareja. Generalmente se puede lograr haciendo un trabajo emocional comprometido, viviendo de manera consciente el duelo por el que ambos van a atravesar. Incluso asistiendo a alguna clase de consejería o psicoterapia que ayude a cerrar el ciclo.
Y es que el divorcio no sólo terminará con la firma de los documentos legales, sino que concluirá cuando los miembros de esa pareja que ha decidido disolverse dejen de sentir dolor y comiencen una nueva vida.
Un buen divorcio (tranquilo) es aquel donde las personas involucradas han dejado atrás las ganas de vengarse, de tomar revancha o de “castigar” a la ex pareja. Es el que nos deja con paz interior una vez concluido.
¿Cómo trabajar para tener un divorcio tranquilo?
Lo primero que necesitas para llevar a cabo un buen divorcio es trabajar con tus emociones negativas: el enojo, culpa, tristeza, desesperación, miedo, etc.
- Es importante desarrollar habilidades para gestionar las emociones, trabajar con ellas e impedir que nos dominen. Sólo reconociendo lo que sentimos, sus motivaciones, y asumiendo nuestra responsabilidad en ello, podemos disminuir el poder de las emociones tóxicas.
- No hay que perder de vista que el divorcio, como último recurso, es lo más apropiado para uno, para los hijos y también puede serlo para la expareja.
Asumir el divorcio como un mal menor
Divorciarse evita mayor sufrimiento, así como desgaste físico y emocional; además nos conduce a una nueva vida con un camino de crecimiento y fortaleza.
Así también, aunque a veces se crea lo contrario, para los hijos un divorcio tranquilo evita que se sientan atrapados entre el papá y la mamá, disminuyendo así sus sentimientos de culpa, temor y angustia.
Aprenden a manejar los conflictos de manera adecuada y, ante la certeza, se sienten más seguros y tranquilos.
- Pregúntate qué quieres lograr en este momento de divorcio, qué quieres para ti y qué quieres para tus hijos. Aterriza ideas positivas y deseos que te enriquezcan.
- Por otra parte -si así fuera- pregúntate qué quisieras obtener al dañar a tu ex pareja; ¿qué consecuencias tendrá para tus hijos o para tu salud emocional? ¿De qué manera puedes dañar a tus hijos o a ti misma llevando un divorcio destructor?
- Viceversa, analiza todas las bondades que tiene un divorcio tranquilo. La clave para evitar muchos de los conflictos es hacer que el otro no te perciba como una amenaza.
- Aquí será importante partir de una negociación asertiva, donde la relación se concluya a satisfacción de ambas partes —sin ventajas por parte o abusos de parte de uno solo.
Evita la violencia para no recibirla
Si es difícil hablar con la pareja, lo ideal es encontrar un intermediario que ayude en la comunicación y nos salve de posibles insultos o daños.
- De la misma manera evitar la respuesta ante una posible agresión del otro. Si la expareja quiere discutir, pelear o te insulta, no hay que seguirle el juego. Si nos hacemos a un lado, la ex pareja puede tratar de dar golpes, pero sin ningún resultado.
Se disuelve la pareja pero no la paternidad
- Asume que el divorcio es la ruptura de una relación de pareja, pero no por ello se deja de ser padre o madre. La paternidad o la maternidad es una relación que se vive al margen del divorcio, no intentes negarles a tus hijos el derecho de relacionarse con tus padres, eso también hará que tu divorcio sea tranquilo.
- Aprovecha el tiempo disponible para hacer actividades que te gusten como leer, hablar con amigas y realizar un hobby. Te permitirá conectarte más rápido contigo mismo, misma.
Si la cosa se vuelve muy complicada lo más oportuno es acudir a algunas sesiones de psicoterapia en pareja o individual.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA DE PAREJA