En una famosa serie de televisión que se desarrolla en un hospital en Seattle, la protagonista tiene a “su persona”. Una compañera de vida que, más que ser su amiga, está ahí incluso para hacerle ver las grandes torpezas que comete en la vida; le acompaña en la historia para sostener su mano cuando enferma o para ser su cómplice si tiene que serlo.
Seguramente ya sabes que me refiero a la relación entre Meredith y Cristina, de Grey’s Anatomy, una serie que, entre muchas de las lecciones que pudiera darnos, nos deja claro que todos necesitamos a alguien que esté de nuestro lado.
Aunque no es que Meredith Grey requiera de que Cristina la cuide, ni que su vida dependa de la presencia de la otra para que funcione. Ni siquiera necesita a “su persona” para que no le pase nada malo. (Que si de cosas malas, ya sabemos que a Meredith le han pasado y muchas, aun estando presente Cristina). Como todos nosotros, Grey necesita un soporte emocional estable y constante.
Todos necesitamos de nuestra “persona” para poder fluir mejor con la vida. Si contamos con alguien que nos acompañe, nos apoye o nos señale nuestros errores, también podremos contar con alguien que nos recuerde quienes somos o podemos llegar a ser. Que no nos deje olvidar que nosotros “somos el sol”, tal como le dijo Cristina a Meredith luego de su último baile.
Requerimos de quien nos recuerde que somo más que nuestra historia, nuestras circunstancias o nuestros errores. Que sea nuestro ángel de la guardia, pero también tenga un papel de Jiminy Cricket (Pepé Grillo), nuestra conciencia y hasta nuestro complemento.
¿Qué es tener una “persona”?
Tener una persona, como te decía, es tener un sustento emocional fuerte, sólido y estable. Alguien con quien puedes contar de forma permanente, no importa lo que necesites. Ya sea amiga, hermana o hermano, madre o padre, o la pareja, requerimos de quien escuche hasta nuestras más descabelladas ideas, que no nos juzgue, que nos impulse y, especialmente, no nos abandone frente al error o las derrotas.
No obstante, el tener esa relación de confianza tan especial con otra persona no implica que estén todo tiempo juntas. Lo que si debe estar dispuesta esa “persona” es a estar cuando la necesitas y de la forma en la que la necesitas; y por supuesto uno deberá saber corresponder a esa lealtad con la misma moneda.
Asimismo, no es fácil tener una persona, porque ésta también se encarga de decirnos la verdad a la cara, de mostrarnos nuestros errores con el fin de ayudarnos a crecer. Nuestra persona nos ubica en la realidad por cruel que parezca para evitar que nos equivoquemos o resultemos lastimados. Pero jamás buscará herirnos intencionalmente.
¿Por qué es importante tener quien nos cuide?
Esa persona que nos cuida aun en la distancia, se ocupa de hacernos sentir bien e incluso nos protege de otros que pudieran dañarnos, nos brinda un terreno firme qué pisar porque su afecto es constante y estable.
Las personas de confianza que nos circundan son esenciales para poder tener una claridad de la vida, porque ellas son nuestro espejo; nos ayudan a ver aquello que nosotros no podemos ver. Nos transmiten confianza en nosotros mismos, nos levantan del suelo o se tienden junto a nosotros.
Disfrutan con nosotros en lo bueno, y sufren en lo malo: nos evitan sentirnos solos. Recordemos que la soledad puede dañar nuestra salud mental y que todos requerimos de amigos leales que nos blinden contra los efectos de la soledad y la inseguridad o miedo emocional.
Finalmente, es bueno darse cuenta y reconocer que cuando no podemos con todo, cuando hemos tocado fondo o cuando todo nos va demasiado bien, necesitamos a alguien que nos recuerde quienes somos o quienes podemos llegar a ser.
JORGE DOMINGUEZ | PSICOTERAPIA