¿Qué significa la frase “el mapa no es el territorio”?
Lo que significa la frase “el mapa no es el territorio” utilizada en la programación neurolingüística me parece interesante para reflexionar respecto a la perspectiva del mundo que cada uno de nosotros vamos adquiriendo según múltiples cuestiones y que, de conocer cuál es esa mirada particular, puede ayudarnos a tener una vida más asertiva, pues nos permite a asumir que otros ven el mundo de manera diferente y desde ahí entablar relaciones más satisfactorias
La frase fue creada por el lingüista Alfred Korzybski, el primero en utilizar el concepto de neurolingüística y que tiene origen en su propia experiencia durante la Primera Guerra Mundial, cuando él y su pelotón cayeron en una fosa que no aparecía en los mapas. Pero en realidad no es una cuestión ni topográfica ni geográfica. Luego se volvió un principio de la PNL.
Avancemos en el tema:
El territorio es la realidad existente que nos circunda. Es lo que es, de forma independiente a cómo lo experimentemos o juzguemos. Un árbol es un árbol, más allá de si es el que nos da sombra o uno navideño. Es un asunto objetivo, en el que no interviene nuestro juicio.
El mapa, por su parte, es la representación mental, de índole personal de lo que cada individuo piensa respecto a la realidad y cómo se percibe el territorio. El mapa, por tanto, es nuestra propia forma de ver y experimentar las cosas. Así pues, el mapa es subjetivo y dependiente del entorno.
Y como tú, los otros tienen su propio mapa del mismo territorio que habitamos todos. Comprender esto nos ayudará a tener menos confrontaciones y alcanzar más y mejor entendimiento, de forma que las discusiones sean más eficientes.
¿De qué depende la creación de nuestro mapa?
De inicio y como cualquier otra forma de percepción, la concepción de un mapa personal del territorio común comienza con los sentidos, los primeros en tener contacto con la realidad objetiva. Visión, gusto, olfato, tacto y oído nos acercan al mundo, pero luego de ello serán nuestros valores, creencias y principios los que cimenten la interpretación individual de la realidad.
A ello se suman los recuerdos, la experiencia, los patrones culturales y sociales, etc. Todos ellos son los filtros con los que miramos el territorio y lo interpretamos. Estos, a su vez, se disparan de forma consciente o inconscientemente cada vez que tenemos una experiencia nueva del tipo que sea.
No obstante, consideremos que estos filtros son individuales, y hacen que cada persona sea diferente del resto.
Considerar esta alegoría del mapa y el territorio nos pueden llevar a preguntarnos en cada momento: ¿lo que estoy viendo es la realidad o es mi interpretación de la realidad?
Preguntarnos esto, nos ayuda a dimensionar mejor las condiciones en que nuestras relaciones se dan. Por ejemplo, ¿es verdad que ese hombre estaba demasiado cerca de mi mujer o es una interpretación personal de la realidad?
Este conjunto de filtros crea nuestro propio mapa del mundo, y algunos tenemos tan fijados esos filtros distorsionadores en nuestros procesos mentales, que vivimos con una distorsión constante en muchas facetas de nuestra vida, llegando a convertirse en graves problemas. La comprensión de nuestros procesos mentales ayuda a la detección de esas distorsiones, y a transformarnos hacia condiciones más armoniosas con la realidad que compartimos con otros.
Podemos con ello, también, comprender que los otros toman decisiones que creen convenientes según su forma de ver el mundo, según su mapa, según sus creencias y respectivos filtros; no porque atenten contra nosotros sino porque los demás no ven lo mismo que nosotros, necesariamente.
Así, por ejemplo, antes de comenzar una discusión o altercado con alguien, sería bueno considerar cómo es el mapa de los demás.