¿Existe la separación sin dolor? Por supuestos toda separación, rompimiento de la pareja e incluso el divorcio es un proceso que implica pérdida y, ante ella, se debe pasar por las correspondientes etapas del duelo. Sin embargo que el noviazgo concluya, que la pareja se mude o que legalmente se disuelva el matrimonio no debe ser un proceso traumático y dramático para ambos miembros de la pareja.
Sí, es doloroso porque ante la ruptura y la separación quedan también en juego las expectativas que se pusieron ante una vida en común: sueños, ilusiones y perspectivas comunes o individuales, se ven confrontadas ante una realidad que podemos asumir, en ocasiones, como un rotundo fracaso. A veces incluso resulta una situación vergonzosa pues nos lleva a tener que dar la cara ante la familia y amigos, a quienes les presentamos nuestra relación en el momento más idílico.
Asimismo, suele suceder que alguno de los dos involucrados en la relación sufre más que el otro, porque quizá padece algún tipo de dependencia emocional, o porque esperó tanto del otro sin vivir su propia vida, que en el momento que su pareja no fue capaz (porque no debía) de cumplir sus expectativas, el que se queda se siente traicionado o defraudado. Sin embargo, unos y otros no debemos ser responsables de la felicidad del otro, y por tanto no se nos puede exigir hacer feliz al otro como “promesa” de la unión amorosa.
¿Podemos separarnos sin que nos duela?
Claro que las rupturas duelen, pero podemos desarrollar el proceso de separación emocional a través de estrategias que se pueden trabajar en la terapia de pareja, y que no necesariamente implican la reconciliación. Es decir en la terapia de pareja también se trabaja una separación sin dolor (o sin tanto dolor).
Aquí algunas recomendaciones para no sufrir demás la separación:
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Liberarse de los sentimientos y emociones negativas
Ya que se ha tomado la decisión de separarse, por el motivo que sea, hay que comenzar a limpiarnos de la negatividad que ello nos provoca. Cuando hay un proceso de separación, aun cuando es de mutuo acuerdo, uno puede sentirse defraudado porque no recibió lo que esperaba del otro, o engañado porque en la vida cotidiana la idealización del enamoramiento se fue esfumando, etc.; o también podemos sentir culpa por no haber cumplido con las expectativas de la pareja (como ya dije, no tendríamos por qué). Todo esto nos llena de emociones negativas: rencores, deseo de venganza, etc. No obstante de nada nos servirá quedarnos rumiando esas emociones, son emociones tóxicas en cuanto no te permitan avanzar hacia un camino de libertad emocional.
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Recuerda que una vez hubo amor
No pretendemos con ello reconciliar a la pareja, o volver a generar una ilusión amorosa de la otra persona. Es importante dejar de ver sólo el momento actual de la relación, que está dañada y rota; con momentos en los que tal vez se vio mucha agresión y frustración. Para poder tener una perspectiva clara de la situación habría que considerar que alguna vez hubo algo bueno en tu pareja y eso merece ser rescatado para equilibrar la “fuerza” de las emociones negativas que ahora sientes.
NI TÚ NI TU PAREJA SON LOS MALOS DE LA PELÍCULA: cada uno de los miembros de la pareja tienen sus aspectos positivos y también aspectos que en esta relación no fueron acertados y no funcionaron.
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La responsabilidad es de dos
¿Alguna vez preguntaste de quién era la “culpa” de que fueras tan feliz durante tu noviazgo, o tus primeros días de matrimonio? Si no lo hiciste, por qué preguntarse ahora de quién es la “culpa” de la incompatibilidad que ahora padecen, de la necesidad de separación e incluso del dolor.
Si en la etapa feliz de la relación, ambos aportaban su granito de gozo, lo mismo sucede en los motivos de la separación: en la gran mayoría de las historias de ruptura no hay un único “culpable” del rompimiento. Y esto es algo que debemos asumir cada uno.
Cada miembro de la pareja deberá reconocer sus fallas y sus aciertos (ambos), y trabajar con ello.
Sin resentimientos
Por supuesto, uno de los trabajos más grandes en los que podemos enfocarnos para no sufrir más de lo “necesario” durante la separación es sanar el resentimiento; que es en gran medida provocado por las heridas a nuestro ego, y la frustración que nos causa no haber cumplido con nuestras expectativas respecto al otro, a la vida en pareja y a nuestra propia relación.
Creer por ejemplo que el amor lo vence todo, o que es para siempre, o que si el otro te ama debe hacer tal o cual cosa es algo que hemos mal aprendido en las películas y telenovelas; y ello nos crea falsas esperanzas respecto al amor. Cuando ello no se cumple, nos frustramos y nos enojamos porque nos podemos sentir engañados, y la manera en que solemos desahogar ese malestar es contra nuestra pareja.
En terapia de pareja, por ejemplo, se puede trabajar reparando los resentimientos; mirando los hechos con objetividad y dimensionando en la justa medida la historia de la pareja desde la perspectiva de ambos, y no sólo la visión de uno o de otro.
El acuerdo de separación
No hablamos en este momento de los asuntos legales, hablamos más bien de la forma más pacífica y armoniosa en la que la pareja pueda separarse, de acuerdo mutuo, y sin dañarse más de lo que la ruptura puede lastimarnos en sí misma.
La terapia de pareja puede ser una herramienta para acordar la separación final una vez que el guía profesional nos conduce por el proceso de duelo; hacerlo implica aceptar la situación, aprender a cerrar ciclos, aprender a soltar y al final el ritual de la separación con honestidad frente a la pareja.
Bert Hellinger, fundador de las Constelaciones Familiares nos ayuda con algunas palabras sanadoras frente a ello, que pueden compartirse en el momento de la separación de la pareja, y que nos dan ejemplo de cómo podemos soltar la relación y concluirla cordialmente.
Te quise mucho.
Todo lo que te di, lo di con ganas.
Tú me diste muchísimo y lo honro.
Por aquello que entre nosotros fue mal, yo asumo mi parte y de dejo la tuya.
Aunque te doy las gracias por ambas.
Y ahora te dejo en paz.
Estas palabras nos permiten asumir lo que nosotros aportamos y no a la pareja, y dejar que el otro miembro de la pareja se marche con lo que le corresponde.
Al final de la relación, tras un proceso emocional bien estructurado, podrás separarte de tu pareja, sin cargar resentimientos ni remordimientos; libre de emociones tóxicas que te impidan vivir plenamente y con la posibilidad de volver a confiar en otra persona así como en el amor.
Si requieres ayuda para concluir la relación, puedes consultar el apartado de JORGE DOMÍNGUEZ, PSICOTERAPEUTA.
Recuerda que los artículos que aquí encuentras son meramente informativos y no sustituyen el tratamiento y consulta con un profesional de la salud emocional. Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional, considerando las características únicas del paciente.