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Sanando la migración con constelaciones familiares es una excelente opción para trabajar en los duelos y conflictos que este proceso puede generar.

Dejarlo todo atrás y caminar en la incertidumbre hacia un nuevo sueño donde todo será mejor. Ésta es la historia elemental del migrante. Por supuesto que tiene sus variaciones, y éstas dependen de los motivos por los que se haya salido de casa, el camino que se toma para migrar y el sueño que se ha tejido en torno al lugar de destino.  

Sin embargo, una vez que se llega no todo es fácil. A veces se presentan complicaciones mayores a las previstas y los ánimos comienzan a sufrir altibajos difíciles de sobrellevar. El balance en la vida de quien migra es poco fácil en el comienzo, sin saber que muchas veces hay que sanar aquello que se desordenó en el proceso de migración.  

Corazón partido  

Con frecuencia los migrantes viven con una mirada al frente y otra hacia atrás, con el corazón partido. A veces, viven con una sensación de faltos de patria (apátridas) pues la incorporación a la cultura que les recibe no siempre es fácil, pero tampoco el saber que ya no se pertenece al lugar de origen.  

El migrante tiene vínculos puestos en el aquí y el allá. Tanto en el país de origen donde comenzó su historia, como en el lugar donde ahora reside, donde también ha tenido momentos relevantes de su vida.  Esta compleja división de miradas causa conflictos que hay que sanar.  

Un conflicto interno que el migrante puede sufrir con mayor o menor intensidad. A veces puede verse en un lugar de “suma” valorando lo que aún tiene en su país de origen; una posición más o menos sana que honra sus raíces.  

Constelar para vivir el ahora 

Pero otras veces se puede colocar en una perspectiva donde tiene más presente todo aquello de lo que carece en el lugar de residencia y lo que su país de origen no puede brindarle tampoco (resta). Para sanar esta posición negativa, que lacera al migrante, las constelaciones familiares pueden brindarle una opción llevándolo al equilibrio entre el dar y tomar.  

Al constelar, el migrante puede vislumbrar que no requiere elegir entre una y otra cultura. Tomará la nueva cultura a la par que sus raíces, entendiendo que nacemos dentro de un sistema cultura y, con el tiempo vamos sumando de la nueva cultura de residencia, enriqueciéndose.  

Trabajar en una constelación le permite tener una mirada panorámica, más amplia. Podrá tomar de cada cultura lo que le guste, nutra y conecte con alegría; dejará de estar dividido al poder disfrutar de cada momento de su vida sin fronteras internas. A través de las frases, de las imágenes y de la propia constelación como un todo, los inmigrantes pueden conectar con el presente. 

El hacerlo, estar en el aquí y el ahora es de gran ayuda pues evita vivir inmersos sólo en el recuerdo o fantaseando sólo en un futuro posible.  Así es como se puede ir sanando la migración con constelaciones familiares en temas como éstos.

Enfado y fantasía 

En el conflicto del migrante también se encuentra entre el enfado y la fantasía, que obstaculizan la adaptación a su nuevo entorno y le impiden enriquecerse con la nueva cultura que lo acoge.  

Los enfados pueden dirigirse hacia varios aspectos: el lugar de origen por forzarlo a salir, al lugar de arribo por no ampararlo como esperó, a la familia que lo obligó a migrar (especialmente los hijos que viajan con los padres). Incluso hay un enfado como parte de un duelo no procesado correctamente.  

Si a través de las Constelaciones Familiares se hace un trabajo de visualización se podrá entender el enfado, se bajará su intensidad y la adaptación será más rápida y tranquila.  

La fantasía, por su parte, es la idealización del “tesoro” que se encontrará en el país de destino, la posibilidad del sueño a vivir en un futuro, en algún momento.  

Las expectativas sobredimensionadas de los inmigrantes que creen que encontrarán un lugar lleno de posibilidades, con riqueza, con mucho más de lo que buscan. El fantasear con lo que debería ser, desconecta a las personas de lo que es. 

Pero estas fantasías caen y aparece la frustración, el enfado y la búsqueda de culpables. Emociones dolorosas que hay que sanar a través de una constelación, la cual puede ayudar a identificar cuáles son esas idealizaciones exageradas para ver la realidad, lo asequible, lo posible a corto plazo. Para estar en contacto con el aquí y el ahora.  

Sanar la migración con constelaciones familiares 

Así como en el sistema familiar debemos asumir nuestro lugar para restablecer los órdenes del amor, en el proceso migratorio se debe tomar el sitio que corresponde en el sistema, y lograr así la adaptación que resuelva el conflicto. 

El orden sistémico que enfrenta el migrantes se basa en una jerarquía donde los residentes originarios del país van primero y tienen prioridad sobre quienes vienen después. Las instituciones están en segundo lugar (éstas han sido creadas por estos residentes establecidos) y el migrante ha sido el último en llegar, en formar parte de este lugar, de este sistema.  

Reconocer y tomar el lugar que le corresponde a cada persona y grupo tranquiliza al sistema, las tensiones bajan y se facilita el proceso de adaptación de los nuevos integrantes.  

Con el tiempo, el migrante se transforma en residente establecido, cada vez tiene más participación en las instituciones y colaborando de forma cada vez más activa, hasta que se produce la asimilación a la cultura de destino.  

Si bien es cierto que todo proceso migratorio implica dejar atrás, amigos, familia, costumbres… también es cierto que implica el abrirse a algo más grande…ampliando nuestra conciencia y abriendo camino para las nuevas generaciones. 

Constelaciones Familiares Montreal  

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