Réquiem por los sueños rotos no es una película ni nada parecido, sino una forma de llamar la atención a la necesidad que todos tenemos de guardar luto a aquellas grandes ilusiones frustradas que se nos presentan en la vida.
Aunque hay que aclarar que en psicología cuando hablamos de sueños, generalmente nos referimos a aquellas imágenes que se producen durante los periodos de sueño. En otro sentido, al hablar de sueños rotos más bien son, de alguna manera, las ilusiones o deseos que no han podido ser y de los que debemos pasar por un duelo para poder dejar partir lo que no puede ser y tomar lo que sí.
De forma positiva la ilusión es algo que nos ayuda a buscar el cambio y a mejorar como personas, pero también nos hace crecer y que nuestra calidad de vida aumente; asimismo es un potente reforzador de acciones con las que nos sentimos bien.
Basado en nuestros deseos y anhelos, esas ilusiones o sueños nos motivan a utilizar todos nuestros recursos para conseguir el objetivo buscado. Es una esperanza alimentada con la idea de que hemos encontrado algo bueno y disfrutable en nuestro camino y debemos “correr” hacia ello con el fin de alcanzarlo.
La casa de Margarita
La ilusión nos estimula, al mismo tiempo que lo hace con las acciones que llevamos a cabo para conseguirlo, así como la propia consecuencia en sí.
Margarita vio la casa de sus sueños, le hizo ilusión poder comprarla y finalmente establecerse en ese barrio que tanto le gustaba. Revisó sus ahorros, la posibilidad de un crédito hipotecario; documentó sus finanzas personales y se preparó para una entrevista con el banco para recibir el crédito. El sueño de Margarita estaba por realizarse (o no) y una vez que se concretara, la siguiente etapa sería decorar la casa como siempre había deseado.
Los sueños o ilusiones nacen de concebir la posibilidad de lograr lo que tanto anhelamos. Este sueño se va haciendo realidad o materializándose cuando comenzamos a trabajar por lograrlo, hacemos planes, nos preparamos o capacitamos para conseguirlo, hablamos de ello con alguien que tiene más experiencia, etc. Incluso tratamos de ver los posibles obstáculos o contratiempos para tener una solución frente a lo imprevisto.
Vínculo de la ilusión con las emociones
Nos pesa tanto que una ilusión no se haga realidad porque en ésta empeñamos muchas emociones. La ilusión va ligada a la alegría, la felicidad y las ganas de vivir. Asimismo, está ligada a procesos mentales relacionados con nuestros pensamientos y creencias; incluso está relacionada con los proyectos futuro, el valor de lo cotidiano y las relaciones con nuestros seres queridos, la manera que pensamos en nosotros mismos, si confiamos en nosotros, si tenemos esperanzas e incluso si somos constantes.
Estas emociones se proyectan en acciones o comportamientos determinados según el grado de ilusión; ello nos motiva a querer conseguir nuestro objetivo y actuar en consecuencia. Esta visión positiva de una posible realidad favorable nos empodera.
En el caso de Margarita, ella se sentía feliz, hacía planes para invitar a sus amigos a su nueva casa (aunque aún no tenía el crédito), buscó algunas formas de conseguir más ingresos para poder pagar la hipoteca; se sentaba a ver catálogos de decoración y elegir posibles muebles. Incluso cambió su peinado.
Aunque tomemos en cuenta que Margarita no tenía un trabajo fijo, era trabajadora independiente y temía que por ello no le dieran el crédito, aun cuando sus cuentas bancarias demostraban que podía pagar. Este era un sueño realizable y no el que tuvo con aquel hombre, del que se enamoró pero que vivía en otro país, ese sí fue una ilusión que no podría realizar.
Una ilusión o un sueño nos hace seguir adelante a pesar de no tener la certeza de si lo lograremos o no. Es por ello que debemos también ser conscientes de lo realizable que puede ser el sueño y tener autocontrol; o de lo contrario, si nos enfocamos en objetivos inalcanzables, corremos el riesgo de no lograrlo, frustrarnos y sentirnos mal.
Ahí es donde empieza la historia de los sueños rotos, cuando lo anhelado no se cumple. Es importante tener objetivos que nos ilusionen, pero que sean alcanzables y no una fuente de continuas frustraciones.
Duelo Sueños rotos
Si Margarita no recibe el crédito hipotecario para comprar su casa de ensueño, todos aquellos planes que hizo, todos los catálogos que vio y hasta su nuevo peinado habrían perdido todo sentido. Entonces se podrá sentir frustrada, desilusionada al ver su sueño roto; quizá pase por múltiples emociones incluyendo la ira, porque lo más natural es que frente a las ilusiones no cumplidas pasemos, naturalmente, por un proceso de duelo.
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El proceso de duelo por los sueños rotos es como cualquier otro duelo, una experiencia íntima que cada persona afronta de manera diferente; pero en todos los casos se atraviesan por cinco etapas básicas:
- Etapa de la negación.
- Etapa de la ira.
- Etapa de la negociación.
- Etapa de la depresión.
- Etapa de la aceptación.
Para afrontar el duelo, del que ya he escrito previamente y puedes acceder a los textos en el link de cada uno de las etapas, se debe entender que se necesita tiempo. En el momento de crisis hay una especie de desconexión en nuestra mente que nos impide “comprender” del todo lo que ha pasado o por qué no se ha concretado nuestro sueño. Esa es la negación.
Poco a poco podremos reconectarnos con nosotros mismos, y con la realidad que nos circunda. Nos veremos frente a emociones diversas y encontradas: tristeza, ira, miedo, debilidad, etc. Es momento que afrontemos esas emociones, no las evitemos y si las gestionemos adecuadamente.
Resiliencia
Una vez que se han afrontado estas emociones o se encuentra en el proceso, podemos entrar a una fase reconstructiva. Volver a retomar sueños y anhelos, encontrar nuevas motivaciones e incluso restructurar nuevos planes para volverlo a intentar. Para ello hay que tener claro nuestra propia valía y se resilientes, es decir, sobreponernos a la adversidad.
Es momento de considerar las lecciones que la experiencia nos ha dado, reconocer el cambio que hemos vivido; reconocer que el intentarlo ya es una victoria, así como luego de ello conciliar con la historia de nuestras ilusiones frustradas para volver a buscar otros sueños.
Como hemos leído al principio, las ilusiones son importantes, nos mantienen en el juego y nos motivan a vivir. Por ello no debemos rehusarnos a intentar más cosas sólo porque la desilusión nos duele; más bien hay que vivir conscientemente el duelo, darnos un tiempo para soltar lo que no fue.
No es fácil despedirse de un sueño roto, a veces se requiere una guía o acompañante en el proceso, y para ello cuentas con el apoyo de los profesionales de la salud emocional.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA