Ojalá la vida fuera siempre fácil, llena de momentos agradables y personas gentiles, pero no. A veces el transporte se retrasa, el jefe nos regaña, el auto no quiere andar o nos cortan el servicio de luz…
La vida tiene tanto días buenos como malos, pero éstos últimos suelen hacernos sentir mal, con desazón, ira o tristeza. Emociones que consideramos negativas y tienden a “arruinarnos” la existencia, aunque sólo sea por un momento.
Riesgoso momento si no sabemos gestionar lo que sentimos, pues pudiera trascender hacia nuestra relación con los demás. Por ejemplo, empujar a la gente en el trasporte, pelear con el jefe, insultar al encargado del taller mecánico…
Lo que hacemos con los días malos es lo que marca la diferencia.
Tener claridad sobre qué hacer con un mal día nos ayudará a transitar por él de forma positiva, sin perder el entusiasmo y superando la frustración. Sin olvidar que un mal día no hace una mala vida.
Si estás pasando un mal momento, que incluso amenaza con arruinar tu día, puedes seguir estos consejos y darle la vuelta al resultado.
Reconoce lo que sientes
Como en otras ocasiones, reconocer lo que sentimos es el primer paso para transformarlo en emociones positivas.
Luego de experimentar ese mal rato del día, o la sucesión de acontecimientos que te han hecho sentir mal, es momento de que definas ¿qué sientes? ¿Qué clase de emoción y con qué intensidad la estás viviendo?
Utiliza etiquetas para definir lo que sientes, esto —de acuerdo a un estudio de la Universidad de California— permite que las sensaciones negativas disminuyan y te sientas más optimista.
Asimismo, observa tus emociones como eso: momentáneas, que te están dando un mensaje y que puedes gestionar adecuadamente.
Saca lo bueno de la situación
Aunque parezca difícil, aunque no parezca efectivo, es importante sacar lo bueno de la situación. Escribe o repite “lo bueno de todo esto es que…” Con ello te irás acostumbrando a dimensionar cada situación en su justa medida y, especialmente, podrás dejarla pasar.
Actúa, sigue adelante
Una vez que te des cuenta de la dimensión real y objetiva de la situación que te hizo sentir mal, y que puedas evaluarla como una cuestión pasajera, simplemente respira y recuerda lo bello que es tu presente.
Actúa, aunque las emociones aún te perturben; no te paralices frente a un mal momento. Dar el siguiente paso, continuar tu día es la mejor manera para cambiar tus emociones negativas por algo más positivo.
El actuar a pesar de cómo te sientes es un ejercicio que puedes hacer habitual y entonces te pesará mucho menos cada vez que en la vida se presenten contratiempos.
De igual modo, toma en cuenta que los hechos no son los importantes sino como nos sentimos al respecto y que hacemos con lo que sentimos.
Enfócate en lo fundamental
En lugar de quedarte estacionada, estacionado, en la experiencia negativa que atentó con tu bienestar por algún momento, y una vez gestionada tu emoción inicial, enfócate en identificar el origen del mal momento que has vivido.
Por ejemplo, pregúntate, si el jefe se enojó y te regaño ¿tenías alguna responsabilidad al respecto? Si es así, procura no volver a cometer el error; si no era tu responsabilidad, no lo tomes como algo personal y déjalo pasar. El enojo no lo debes hacer tuyo, el enojo es de tu jefe y es responsabilidad suya gestionarlo.
Y si crees que la jornada ha estado llena de momentos malos, considera que no siempre será así y que no hay motivo para acumular mala energía por esa causa. Siempre es un buen momento para romper con “la mala racha”.
Arregla tu mal día
Si has logrado deshacerte de la desazón del día, entonces es momento de hacer cosas lindas para favorecer lo que resta de la jornada. Date un tiempo y realiza las cosas que te gustan, desde ver una película divertida, hacer ejercicio, tomar un té o jugar con tu mascota.
Lo importante es que no hagamos de un momento malo un día muy malo.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA