Qué hacer para disminuir la carga mental femenina en el hogar
Frente a las exigencias que los roles de género nos imponen, hablemos hoy de qué hacer para disminuir la carga mental femenina en el hogar
Magda acaba de ser madre, está criando pero esta labor no la exime de dejar echar la ropa en la lavadora, pedir a su marido que “le ayude” con los platos o tire la basura. Mientras baña a la criatura, el toallero se viene abajo y el baño parece un campo de batalla, el marido le dice “¿por qué no me pides que te ayude?”.
Ella, madre, esposa y por último mujer, suelta el llanto por no gritar y golpear al que, alguna vez, creyó el amor de su vida, pero al que hoy tiene ganas de arrojar un florero. Magda está saturada porque la carga mental que maneja desde que el bebé nació, si no es que antes, la sobrepasa.
No debería tener que pedirle al marido que le ayude, aunque éste se encuentre muy dispuesto y tenga una enorme voluntad para hacerlo. No debería porque la crianza y las labores domésticas deberían ser un asunto de ambos; no debería pedirlo porque hacerlo, dar instrucciones es ya una tarea de la cual se asume que Magda es responsable.
Esta recién madre debería poder criar a su hijo sin mayor carga, ya mantenerlo sano y salvo es demasiado como para que, además, deba instruir a su marido de las labores con las que puede ayudar (como si él no viviera en esa casa).
Los roles de género que la sociedad nos impone, tanto a mujeres como a hombres, determinan las tareas que, según estos cánones, nos corresponde. Las mujeres deben dar instrucciones para que todo funcione en casa —parece decir el canon—, no importa qué tan cansadas, estresadas u ocupadas estén.
Si Magda no pide tirar la basura, nadie lo hará, aunque el bote esté desbordado. Igual de difícil es tirar la basura que pensar en dar indicaciones para tirarla; así que no importa que ella no la tire, ya con el hecho de tenerse que encargar de que “alguien” lo haga, ya implicó una responsabilidad, un esfuerzo una ocupación.
Así es como llegamos al concepto de carga mental.
Carga mental femenina en el hogar
El concepto de carga mental femenina se refiere a una serie de tensiones provocadas en una persona por las exigencias del esfuerzo emocional y mental en un ambiente determinado. Si bien, en la actualidad la sociedad está sufriendo un cambio considerable en las actividades del hogar esta incidencia la llegan a experimentar más mujeres que hombres.
Aunque el concepto nació en el ámbito laboral, esta carga está relacionada con el esfuerzo mental que se necesita para realizar algunos trabajos, y que pudiesen afectar el bienestar físico y psicológico.
En este caso, la carga mental es ese fenómeno por el cual las mujeres sienten que todas las responsabilidades diarias recaen sobre ellas. En definitiva, en la gestión del trabajo, de la familia, de la casa, pensando en cada pequeño detalle.
Pero, ¿cuáles son las consecuencias de una carga mental excesiva?
- Picos de estrés con repercusión en la salud y el organismo.
- Tensiones en la pareja y la familia.
- Disminución de la atención
- Dificultad para concentrarse.
- Pérdida de confianza en uno mismo.
- Fatiga mental.
A nivel emocional, se incrementan reacciones displacenteras y síntomas de malestar como irritabilidad, nerviosismo, frustración, tristeza o ansiedad.
Qué hacer con la carga mental femenina en el hogar
La crianza y las actividades domésticas, además de ser trabajo adicional al profesional, y no ser remunerado sino visto como obligación en el ámbito familiar y doméstico generan carga mental porque:
- Es un trabajo poco gratificante.
- No es un trabajo reconocido.
- Produce un sentimiento de sobrecarga y estrés.
Para evitar sentir esta tensión se puede comenzar a cambiar la situación con algunas de estas claves:
- Compartir y delegar compromisos, aprensiones y pensamientos.
- Distribuir las responsabilidades en varias partes.
- Dejar el miedo a perder el control.
- Aceptar que los otros hagan su arte, aunque sea de forma diferente a como tú lo harías.
- Bajar las expectativas sobre sí mismas y sobre los demás.
- Trabajar para acabar con el deseo de perfección, que es altamente estresante.
- Aprender a pedir ayuda.
- Alegrarse de lo que sí se hizo sin enfadarse por lo que falta.
- Darse tiempo y consideración, con paciencia.