¿Qué es la vulnerabilidad emocional? Hoy mostrarse vulnerable no es bien visto, por ello en esta ocasión te pongo en perspectiva al respecto.
En pocos días Sofía se vio envuelta en una relación que la dañó por completo. El vínculo que había establecido con Jorge le dejó indefensa para que éste la manipulara y abusara emocionalmente de ella. Y es que, en aquellos tiempos, Sofía había pasado por algunas pérdidas: su empleo, su casa, su perro, estaba vulnerable emocionalmente y fue por ello que se dejó seducir por un manipulador “profesional”.
La manipulación se da cuando alguien utiliza recursos emocionales para controlar y sacar algún tipo de provecho de las demás personas. Los manipuladores son grandes actores que juegan con las emociones ajenas con tal de conseguir determinado fin. Con frecuencia, saben detectar las vulnerabilidades emocionales del otro y aprovecharse de ello.
Jorge era vecino de Sofía, la veía sufrir y la vio perder su empleo. Se acercó a ella para brindarle apoyo —al menos eso parecía—, pero a los pocos días ella había sucumbido a los maquiavélicos encantos del hombre y estaba dispuesta a cumplir su voluntad.
Cuando perdió su casa, por falta de ingresos para pagar la hipoteca, él le ofreció hospedaje por unos días en su departamento y ella, sintiéndose acogida y apoyada lo aceptó. A la larga, fue un grave error, pues le costó la manipulación y el abuso del que fue víctima.
Sin embargo, aun cuando Sofía se daba cuenta que estaba mal y que el hombre la utilizaba, se encontraba vulnerable emocionalmente, expuesta al maltrato emocional.
¿Qué es la vulnerabilidad emocional?
La vulnerabilidad es la condición que tenemos para dejarnos afectar por lo que sucede, ya sea por ser demasiado sensibles o demasiado conscientes de nuestro sentir. Este término se ha utilizado en el ámbito psicológico para considerar al proceso por el cual, el individuo no es capaz de resistir al estrés o la presión que ejerce en entorno sobre él, cualquiera que sea éste.
No obstante, ser vulnerable, nos deja al descubierto emocionalmente, pero no implica que nos haga débiles e incompetentes. La sana vulnerabilidad nos permite conectar con nosotros mismos y con los demás.
En el caso de Sofía, las cosas que le estaban pasando expusieron sus emociones: tristeza, duelo, incertidumbre, etc. Y creyó que ante la presencia de Jorge encontraría una red de apoyo emocional. Simplemente confió. Fue Jorge el que abusó, el que actuó de mala fe.
¿Es malo ser vulnerable?
Como ya otras veces he hablado, la sociedad ejerce una importante presión incluso sobre nuestro estadio emocional. Nos exige emociones positivas, vivir en la felicidad perenne y en el optimismo tóxico, por ello la vulnerabilidad no es bien vista pues suele dejar al descubierto también las emociones que nos incomodan.
Se nos pide ser más fuertes, más resilientes, no tener miedo, no poner cara de sufrimiento o no sentir vergüenza. Nos exige “poder con todo” y luchar contra nuestra vulnerabilidad. Pero en realidad ésta no es mala, es un proceso emocionalmente sano.
Brené Brown, profesora de Investigación en la Universidad de Houston, considera por el contrario que la vulnerabilidad es el punto en el que “nace el amor, el sentido de pertenencia, la valentía, la creatividad, la empatía y la alegría. Es una fuente de esperanza responsabilidad y autenticidad… Es poder compartir nuestras historias con aquellos que han ganado el derecho de escucharlas”.
La vulnerabilidad emocional nos hace más humanos y nos permite establecer vínculos más profundos con los demás. Cuando negamos nuestra vulnerabilidad, negamos nuestras propias emociones y nos negamos a nosotros mismos.
Pero, añade Brown, para que la vulnerabilidad funcione como un vínculo con el otro, es importante que primero exista una cierta reciprocidad con la persona, que se establezcan límites y haya confianza. En el caso de Sofía, los límites fueron rebasados por Jorge.
¿Por qué incomoda la vulnerabilidad?
Aunque ya he dejado claro que la vulnerabilidad no es mala ni nos hace débiles, existe un contexto cultural que constantemente nos manda el mensaje respecto a que expresar las emociones, sentirlas plenamente (especialmente las “negativas”) e incluso compartirlas no es correcto.
Las emociones parecen estar vetadas y la vulnerabilidad, por el contrario, es estar expuesto a sentir. Es por ello que nos incomoda la vulnerabilidad, porque nos deja sentir. Lo contrario sería tender a la desconexión emocional, tratar de no sentir y poner barreras al dolor, al miedo o aquellas emociones desagradables. Pero lo que sucede si tratamos de no sentir, es que lo haremos con todas las emociones.
La evitación y la negación también son defensas que bloquean la vulnerabilidad. El enfado, la culpa, la vergüenza y la exigencia con nosotros mismos son otras de las defensas más comunes cuando sentimos malestar, exigirnos estar en otro estado de ánimo en el que no estamos o enfadarnos, culparnos o avergonzarnos por no “estar bien”.
Las herramientas de la inteligencia emocional con una adecuada gestión de lo que sentimos pueden ayudarnos a ser vulnerables emocionalmente, sin que ello nos exponga a situaciones negativas como le sucedió a Sofía. Ser vulnerable emocionalmente es llanamente vivir nuestras emociones.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA