Saber qué es la responsabilidad afectiva nos permitirá asumir una posición sana ante nuestras relaciones personales y de pareja.
Las palabras tienen poder, pero a veces a Juan esto solía olvidársele. Con frecuencia sus diálogos en pareja eran descuidados, pues soltaba frases sin considerar los sentimientos de la otra persona.
Margarita, por su parte, nunca consideró importante hacer del conocimiento de su novio que no pretendía una relación seria. Cuando el hombre intentó pedirle compromiso, ella “huyó” sin explicación. No se volvieron a ver.
Lucía conoció a un guapo joven del que quedó prendada, él comenzó una conversación por mensajería de texto donde la halagaba y la hacía sentir bien. Ella se entusiasmó demás, sin advertir que el lenguaje del chico no era exclusivo para ella, había otras mujeres a las que también estaba entusiasmando.
En las relaciones con otros, esperamos respeto, empatía, cuidado, cariño, consentimiento y diálogo, así también deseamos reciprocidad.
No considerar las emociones de los demás no sólo es poco empático, también puede demostrar una falta de responsabilidad afectiva, como sucede en todos estos casos. A veces, se olvida que cualquier acción tendrá una consecuencia, es decir, la falta de responsabilidad afectiva es un factor que puede erosionar una relación.
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
De forma concreta, podemos decir que la responsabilidad afectiva es ser claros, respetuosos y empáticos con los que pueda sentir el otro. No se refiere exclusivamente en términos de relaciones de pareja, sino con cualquier vínculo que podamos tejer en sociedad.
Ser responsable afectivamente implica evitar el egoísmo y dejar de pensar sólo en nuestros deseos y placeres. Implica establecer consensos entre las personas y que éstos se respeten.
Ante las nuevas formas de vincularnos y de establecer relaciones de pareja, la responsabilidad afectiva entiende las relaciones amorosas y sexuales como espacios donde cada una de las partes implicadas se ve afectada por las acciones y decisiones del otro. Por ello no podemos deslindarnos de como incidimos en la otra persona.
No basta con ser empáticos
En las relaciones afectivas, no basta ser empáticos; sin embargo, no se trata de renunciar a uno mismo para ignorar nuestras propias necesidades para satisfacer las del otro. Debe existir un equilibrio entre lo que cada uno espera y puede brindar al otro.
Significa que debemos ser conscientes de que nuestras acciones tienen impacto en los otros, por lo que es necesario plantear acuerdos, expresar necesidades y deseos, aprender a negociar de manera asertiva.
¿Cómo tener responsabilidad afectiva?
Todos estamos involucrados en relaciones afectivas que deben asumirse con responsabilidad, aunque no siempre lo hacemos de manera óptima, por ello hoy te doy algunas claves de cómo tener responsabilidad afecta.
- Ser empático. Considerar lo que el otro siente y desea.
- Buscar la comunicación honesta y asertiva.
- Aprende a expresar tus emociones de manera directa.
- No esperar que el otro adivine lo que pensamos o queremos.
- Establecer límites claros.
- Aprender a negociar de forma equitativa.
- Buscar consensos, no intentar imponer opiniones ni deseos.
- Honestidad para terminar la relación cuando así se desee.
- No asumir respecto a los deseos y necesidades del otro.
- Desarrollar habilidades para resolución de conflictos.
La Responsabilidad afectiva busca la construcción de relaciones más equitativas, más respetuosa, transparentes. Es saber que tengo la capacidad de generar cosas en el otro y que ese otro también puede generar cosas en mí, por lo que esta conciencia nos permite plantear acciones basadas en la comunicación y en el establecimiento de acuerdos.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA