¿Qué es el Efecto Matilda?

En este día de Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, te explico Qué es el Efecto Matilda y por qué es importante que todos hablemos de él.

Representación, inspiración, motivación… para eso sirve contar historias de mujeres que han sobresalido en un sistema de dominio masculino como es la ciencia. Es relevante que, especialmente, las niñas tengan referentes cuyo mensaje esencial sea: tú puedes hacerlo también.

Hablar de días como el Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia nos permite abrirnos a temas vinculados a ello, como la autoestima, el proyecto de vida, la libertad, la resiliencia y otros tantos estrechamente relacionados con la salud mental, pero también con la equidad.

Este 11 de febrero, por tanto, busquemos dialogar sobre una mayor participación e inclusión de las mujeres y las niñas en el mundo de la ciencia y la tecnología (escenarios típicamente de hombres) y de esta manera romper con la brecha de género.

Para las mujeres, el entorno de la ciencia no ha sido justo, muchos de los trabajos de investigación realizados por ellas han sido usurpados por los hombres o simplemente ignorados por la academia.

El efecto Matilda es un suceso que se ha repetido innumerables veces en la historia. Este es una postura en contra de reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye exclusivamente a los hombres con quienes trabajaron o competían.

Este fenómeno fue descrito por primera vez por la sufragista y abolicionista Matilda Joslyn Gage en su ensayo «La mujer como inventora». Matilda Joslyn Gage fue la primera mujer dedicada al ámbito científico que denunció este aspecto negativo en la sociedad. En su honor, surge el llamado «efecto Matilda», y con ello la actual iniciativa denominada «No more Matilda».

Luego, el término fue acuñado en 1993 por la historiadora Margaret W. Rossiter, quien proporcionó varios ejemplos de ello. Como el de la médica italiana Trotula de Salerno, quien escribió varios libros y, luego de su muerte, la autoría de éstos fue atribuida a hombres.

Además de esta forma de discriminación, que podemos observar en múltiples casos, también debemos reconocer que las mujeres en la ciencia tienen la resiliencia como característica común. Claro que un mundo de hombres que las invisibilizó, su trabajo tuvo que sobreponerse a la adversidad de manera constante.

Incontables son los casos de este fenómeno, y aquí algunos de ellos:

Mary Anning: Madre de la paleontología

Aunque se le conoce como “la madre de la paleontología” o “la buscadora de fósiles”, Mary Anning (1799-1847) nunca recibió el reconocimiento que merecía. La suya, especialmente, es una historia de superación.

Pobre y sin estudios, de niña acompañaba a su padre a recoger restos marinos que luego vendían a los turistas que visitaban su pueblo natal, al sur de Inglaterra. Cuando este murió, ella continuó con la búsqueda entre riscos afilados y acantilados inestables.

A los 12 años encontró un cráneo que resultó ser el primer fósil completo de un ictiosaurio. A este le siguieron los dos primeros esqueletos de plesiosaurios y uno de pterosaurio, el primero fuera de Alemania, así como diversos fósiles de peces.

No obstante sus descubrimientos, tan solo por ser mujer se le impidió formar parte de la Sociedad Geológica de Londres. Nuevamente, fueron los hombres quienes escribieron artículos sobre los hallazgos de ella y los publicaron, sin darle el crédito correspondiente.

Aún hoy, no se reconoce el trabajo de Anning como debiera, pues gracias a sus descubrimientos de los primeros restos de dinosaurios, se produjeron grandes cambios en las ideas sobre los orígenes de la Tierra.

A pesar de ello, por ser mujer, no se le permitió formar parte de la Sociedad Geológica de Londres. Fueron los científicos hombres los que escribieron artículos sobre sus hallazgos que luego publicaban, sin nombrarla, en revistas científicas. Todavía hoy la contribución de Anning a la comunidad científica no está suficientemente reconocida. Gracias a sus descubrimientos de los primeros restos de dinosaurios, se produjeron grandes cambios en las ideas sobre los orígenes de la Tierra.

Marthe Gautier

Otro caso similar es el de Marthe Gautier (1925-2022), ahora reconocida por su importante papel en el descubrimiento de la anomalía cromosómica que causa el síndrome de Down, un descubrimiento previamente atribuido exclusivamente a Jérôme Lejeune.

Chien-Chiung Wu: física núclear

Nacida en 1912 en un pueblo cerca de Shangai donde las mujeres no tenían derecho a la educación, consiguió la licenciatura en ciencias y con tan solo 24 años viajó a EEUU para doctorarse en el campo de la física nuclear.

Más tarde se convertiría en la primera mujer en ser “Doctora Honoris Causa”. Durante la II Guerra Mundial, participó en el desarrollo de la bomba atómica como parte del proyecto Manhattan.

En los años 50, y gracias a sus experimentos, ayudó a los científicos Lee y Yang a demostrar que la “Ley de la paridad” no siempre se cumplía. Este descubrimiento hizo que sus compañeros fueran galardonados con el Premio Nobel de la Física, premio que ella nunca recibió a pesar de que su participación fuera clave.

Sus últimos años de vida los dedicó a desarrollar programas educativos en China y a luchar por la inclusión de las mujeres en el ámbito científico. Debido a sus relevantes aportaciones sobre física nuclear, es considerada como una de las mejores físicas, convirtiéndose en la primera mujer en presidir la Sociedad Americana de Física.

Nettie Stevens

Nettie Stevens (1861-1912), descubridora del sistema XY de determinación del sexo. Sus estudios cruciales sobre gusanos de la harina revelaron por primera vez que el sexo de un organismo está determinado por sus cromosomas y no por factores ambientales u otros.

Stevens influyó mucho en la transición de la comunidad científica a esta nueva línea de investigación: la determinación del sexo cromosómico. Sin embargo, este descubrimiento le es atribuido generalmente a Thomas Hunt Morgan, un genetista distinguido en ese momento.

A pesar de su extenso trabajo en el campo de la genética, las contribuciones de Stevens a menudo no se tienen en cuenta.

Pero no basta pensar en estas mujeres y tantas otras como víctimas del efecto Matilda, también pensémoslas como mujeres entregadas a una pasión, librando los obstáculos para conquistar sus metas. Brillantes, generosas, valientes y resilientes.

Grandes lecciones nos dejan, no solo en el conocimiento científico sino en el sentido de vida con las que transitaron su existencia.