¿Por qué siento esta apatía? No quiero seguir, pero tampoco parar. Si te has sentido así en los últimos meses, seguramente esto te dará una explicación.
La otra tarde me encontré con Joaquín, un vecino que solía ser muy amigable y platicador. Esta vez apenas me miró, sus respuestas fueron monosilábicas y sus ojos no tenía la luz que solían tener. Ahí estaba, limpiando la entrada de su casa como todos los domingos, pero con muy poca motivación y energía.
“¿Qué pasa, Joaquín?” Le pregunté en cuanto se prestó la oportunidad. Pero él no tenía tan clara la respuesta, su desánimo, apatía, falta de entusiasmo y escasa energía lo tenían desconcertado y estancado en la vida. Al menos eso fue lo que me decían tanto sus palabras como su lenguaje corporal.
Había una especie de desencanto de la vida que me llevó a pensar que estaba deprimido, así que fui más allá y le interrogué sobre su estado de ánimo. En pocas palabras había perdido el interés, no se sentía pleno ni realizado; quería hacer un alto en la vida, pero al mismo tiempo encontrar nuevas metas para avanzar.
Una situación compleja por la diversidad de emociones y estado de ánimo que se pueden experimentar en un mismo periodo, pero que cada una tiene un trasfondo que lo explica, para encontrar una solución.
Pérdida del interés
Como Joaquín, tal vez en algún momento hayas perdido el interés en tu trabajo, alguna afición, una amistad, incluso en tu pareja. Es normal y todos pasamos por algo así. Aunque también sentirlo nos causa incomodidad, una cierta culpa o frustración.
Esto puede tener diversas razones, entre ellas lo común que se vuelve la práctica de eso que antes era de nuestro interés. Habituarse es un proceso de aprendizaje primitivo que consiste en la disminución de la respuesta ante un estímulo que se presenta repetidas veces. Es decir, es el proceso por el cual dejamos de responder a aquello que ya no es novedad. Lo hacemos un hábito o parte de la rutina.
Cuando nos acostumbramos a un estímulo, este pierde el poder de evocar una respuesta en nosotros. De este modo la ilusión por el trabajo, los pasatiempos o las personas desvanece con el día a día y comenzamos a encontrar defectos a eso que considerábamos perfecto.
Pérdida de la motivación
También produce desinterés en aquello que damos por sentado. Perdemos la motivación de alcanzar metas y los niveles de dopamina en el cerebro descienden; por lo tanto perdemos el interés.
Cuando falta la motivación, nos parece mucho más difícil emprender acciones como ir a trabajar, hacer deporte o iniciar un régimen alimenticio saludable. Y ello depende de diversos factores, pero uno fundamental está en el estado de ánimo o la forma en que nos sentimos emocionalmente en una situación determinada.
Fatiga emocional
La fatiga emocional y la fatiga mental son otros factores que pueden provocar esa sensación de desinterés. Estas se producen cuando nos encontramos sobrepasados en nuestras capacidades para tolerar situaciones de estrés prolongado.
Pero también se vive fatiga emocional cuando hemos visto interrumpidas o limitadas nuestras vidas, como el reciente confinamiento por la pandemia de Covid 19. Hemos estado sobrepasados por múltiples emociones al unísono, enfrentando la adversidad con demasiada incertidumbre.
Lo que hemos experimentado es tremendamente agotador, especialmente porque han fluido en nuestro organismo y nuestra psique muchas emociones, como miedo, nostalgia, incertidumbre, aburrimiento, ansiedad, etc.
Ante este cúmulo de emociones es normal que nuestro estado de ánimo decrezca, nos sintamos apáticos y faltos de voluntad. Aunque a la vez queramos mirar el futuro con nuevas esperanzas y hacer planes para la “nueva normalidad”.
¿Por qué siento esta apatía? No quiero seguir, pero tampoco parar
Bajo estas circunstancias, no es difícil decir “no quiero seguir, pero tampoco quiero parar”. Una afirmación que habla de este estado de ánimo de Joaquín, con una sensación de insatisfacción, pero en el fuero interno aún con un compromiso vital de continuar a ver si el futuro se presenta mejor. Esto hace la diferencia entre la depresión y la falta de interés, todavía existe la esperan de volver a comenzar en un futuro.
Sin embargo, de momento se pierde el interés de continuar bajo la misma presión y la falta de expectativas, la rutina y la falta de motivación. Así se adopta una actitud pasiva, se va por la vida sin entusiasmo porque las satisfacciones ya no son iguales. Pero ello no es algo irremediable ni debemos resignarnos a vivir por sólo existir. De ahí la importancia de la frase “si te cansas aprende a descansar, no a rendirte”.
¡Manos a la obra!
Cuando se observa que uno ha perdido el interés, la motivación o se siente fatigado emociona y mentalmente, lo ideal es reconocerlo y saber que es una racha. Que la vida puede seguir o mejorar en cualquier momento y no debemos parar. Basta hacer un pequeño alto, descansar, reordenar los planes y continuar.
La apatía por todo lo que nos rodea probablemente se deba a que hemos dejado de otorgarle valor, y esto es algo que nace únicamente de nuestros pensamientos. Tenemos el hábito de pasar por alto las cosas buenas que conforman nuestra vida y así nos estamos privando de la capacidad de disfrutar.
Debemos aprender a ser conscientes cada día de lo que tenemos y sentir plenamente la felicidad que nos proporciona. Igualmente hay que trabajar la gratitud y dejar de dar todo por sentado.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA