Si crees que existen personas 100% honestas que nunca mienten, te equivocas, hoy te cotaré por qué mentimos todos.
Por muy honestos que decidamos ser, es prácticamente imposible evitar las mentiras. Tanto si las decimos o si somos objeto de ellas, las mentiras son un acuerdo social bastante tolerado; el juego que todos jugamos. Pero ¿por qué mentimos todos?
De acuerdo con algunos estudios recientes, se ha determinado que el motivo por la cual nuestro cerebro es capaz de fabricar engaños es para mantener la cohesión del grupo social. “Porque los grupos no se mantendrían si fuéramos terriblemente honestos”, afirma Beatriz Georgina Montemayor, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La mentira suele ser una estrategia para eludir la realidad y, por consiguiente, la responsabilidad de afrontar las consecuencias de determinados actos o situaciones.
¿Por qué mentimos todos?
La psicóloga social Bella DePaulo, de la Universidad de California, en Santa Bárbara, documentó por primera vez de manera sistemática la ubicuidad de la mentira. En su estudio, pidió que 147 adultos tomaran nota durante una semana de cada vez que trataban de engañar a alguien.
Su investigación arrojó que las personas mentían, en promedio, una o dos veces al día; la mayoría mentiras inofensivas, con intención de esconder la propia ineptitud o proteger los sentimientos de alguien. En su mayoría eran excusas y otras generar una imagen falta frente a los demás.
Y si bien la mayoría dijeron mentiras menores, un estudio posterior de características similares, indicó que la mayoría de la gente había dicho una o más “mentiras graves” en algún momento, durante el estudio. Aquí ya se hablaba de infidelidad o fraude, como ocultar un amante o mentir en una solicitud para la universidad.
La mentira, por supuesto surgida después del origen del lenguaje, plantea la habilidad para manipular a los demás sin utilizar la fuerza física; lo que otorgó ventaja en la competencia por recursos y parejas, similar a la evolución de estrategias engañosas en el reino animal, como el camuflaje.
200 mentiras al día
Se calcula que cada día estamos expuestos a más de 200 mentiras. Pero éstas no son el simple hecho de decir cosas que no son verdad, también se miente ocultando información, e incluso omitiéndola.
La gente miente para quedar bien, para excusarse, para obtener lo que quiere, para no perder ciertos derechos, para dar una mejor imagen de sí misma, para no ofender o hacer sufrir a otras personas con la verdad, porque no saben o no pueden decir que no, para postergar decisiones, por temor al rechazo o al castigo.
Además, detrás de la mentira puede existir una baja autoestima, inseguridades, falta de confianza en uno mismo, temor al rechazo, vergüenza, miedo al castigo y a la crítica, entre muchas otras cosas que nos llevan a mentir.
Hay cerebros que por su estructura son más capaces de mentir que otros: mentir es un aprendizaje que se inicia en la infancia.
El psicólogo Robert Feldman de la Universidad de Massachusetts (EEUU) señala que cuando las personas sienten que su autoestima se ve amenazada, empiezan a mentir. Así, podemos constatar que todos mentimos cuando nos vemos amenazados frente al grupo o cuando creemos que dañaremos la cohesión de ese grupo.
¿Quién miente más?
Básicamente mentimos todos, desde la infancia temprana, ya que la habilidad para fabricar mentiras aparece a muy temprana edad, alrededor de los 3 años y el momento de la vida en el que estos engaños son más frecuentes en durante la adolescencia. Ya hacía los treinta mentimos menos.
Hombres y mujeres mienten por igual, pero en general los hombres mienten para sentirse mejor con ellos mismos, mientras que las mujeres tienen tendencia a mentir para que otros se puedan sentir mejor. Las personas extrovertidas tienen también tendencia a mentir más que los introvertidos.
Consecuencias de mentir
Y aunque todos mentimos, hacerlo no está bien visto, por lo que tiene consecuencias negativas:
Vivir enredado en mentiras puede generar ansiedad y otros problemas afines, ya que obliga a mantener una personalidad falsa, estando presente el riesgo a ser descubierto y a que se desmorone toda la falsa estructura construida a base de falsedades.
Por su parte, que nos mientan genera sensación de traición, genera tristeza, amargor y pena. Provoca la desconfianza entre seres cercanos, lo que rompe la armonía de una buena relación e incluso puede dañar la autoestima de las personas.
Perdonar a un mentiroso y volver a confiar en él requiere tiempo y empeño, incluso a veces es imposible llegar al perdón real, ya que la confianza cuesta mucho de conseguir y la mentira la destruye por completo.
Mitomanía
Claro que hay de mentiras a mentiras, y las razones que hay detrás de cada mentira nos permitirá evaluar qué tan difícil puede volverse el perdón. No obstante, es importante también identificar a quienes mienten porque subyace en ellos una patología y se está tratando de un mitómano.
Para el mitómano, mentir se convierte en un hábito, es su forma de relacionarse. Esta persona no solo siente la necesidad de mentir en las situaciones que están en su contra para evitar las consecuencias sino también en los pequeños detalles, aunque no gane nada con ello. Quien padece mitomanía puede sentirse raro diciendo la verdad, pero se siente cómodo mintiendo.
Toma en cuenta que la mentira compulsiva es patológica y como tal debe ser tratada por un profesional de la salud mental.