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Todos somos capaces de identificar los signos de la violencia: gritos, empujones, golpes, heridas con algún tipo de arma, acciones que suelen ser los rasgos más característicos de la agresividad. No obstante, las palabras no siempre son vistas como violencia y sin embargo, las cicatrices que dejan son profundas y para toda la vida.  

La violencia verbal es mucho más sutil porque no deja marcas visibles, el insulto y la humillación hacen que la imagen de uno mismo se deteriore completamente. La agresión verbal atenta contra la integridad y autoestima de las personas, así como con la salud emocional —especialmente si esta se da en el hogar—. 

Implicaciones de la violencia verbal 

Con el uso de insultos, ofensas, burlas y otras formas de maltrato verbal las personas pueden experimentar:  

  • Cosificación. Mediante la objetivación del otro, se lo pone en lugar de cosa. Por ende, no importa lo que quiera o piense; pues pareciera que sólo sirven para ser utilizadas.  
  • Degradación. Con la cosificación la víctima comienza a verse desvalorizada, ya que constantemente recibe expresiones que la colocan en un sitio inferior. A la postre, estas expresiones dañan la autoimagen y por ende la autoestima.  
  • Temor. El miedo es una consecuencia inmediata de la violencia verbal ya que ésta suele estar cargada de amenazas, de prohibiciones que se acompañan con regaños y promesas de castigo.  

La violencia verbal, paradójicamente, es la más silenciosa; la que menos se reconoce, y mucho menos se denuncia porque no hay juez que la tome en serio. Incluso ésta se admite socialmente y no por ello deja de sufrirse con todo y consecuencias. 

Violencia verbal que va escalando 

Todo parece comenzar como una “broma” o un juego, pero va escalando. En el noviazgo ya puede haber indicios de violencia verbal a través de bromas y juegos, pero en los que subyacen las críticas y humillaciones. Esto se va agravando en el matrimonio y agresiones son cada vez más directas, sobre todo cuando se tiene a la persona más a la mano, encerrada en casa.  

El problema es cuando la violencia verbal recae sobre los hijos, ahí hay que preguntarse por qué en lugar de alentar el sano desarrollo de los niños se menoscaba y se humilla. Se somete a los niños a un ambiente en el que se construyen imágenes distorsionadas y que dejan huellas en la psique a largo plazo.  

Las palabras de los padres 

Los hijos confían en sus padres, al menos en la primera infancia están atentos a lo que dicen y creen en sus palabras (tanto para bien como para mal). Lo que dicen los padres es verdad, y si ellos dicen que son inútiles, idiotas o peores cosas, ellos irán formando una identificación con ello.  

Se denigrarán y se ofrecerán al mundo como tal, como una nulidad, un bueno para nada, etc. Se confirmarán en la posición del inútil y así aceptarán ser tratados porque lo han asumido como tal.  

Los gritos y las explosiones que usan muchos padres para conseguir disciplina, pueden causar heridas profundas en la autoestima de los niños. El abuso verbal que utilizan algunos padres hacia sus hijos puede quitarles la confianza a los niños, les resta capacidad para reaccionar y mina sus habilidades sociales.  

Por qué no insultar a los niños 

Aunque lo dicho anteriormente debería dejarnos claro los motivos por los que los padres no debemos insultar o humillar a los niños aquí te dejo otras razones por las que la violencia verbal no debe ejercerse.  

1. Los insultos hacen con que todo lo que quieras decir a tu hijo pierda efecto. Los niños no te obedecerán si notan que estás enojado. 

2. Si insultas con frecuencia a los hijos, ellos aprenderán que insultar a alguien es normal. No controlarán su ira y posiblemente te gritarán como gritas a ellos. 

3. Cada vez que lanzas un insulto a los hijos, estarás generando miedo e inseguridad en ellos. 

4. Los gritos e insultos que transmites a los hijos solo crearán un gran vacío en la comunicación entre ustedes. Se irá agotando la confianza hasta que los niños se aíslen con tal de evitar el conflicto. 

5. Los insultos, así como los gritos, son un arma de destrucción de la autoestima de los hijos. Su autoestima irá menguando con el tiempo y puede que se convierta en alguien autoritario y agresivo, o bien que se hunda y se encierre bajo el caparazón del miedo y se convierta en un adulto asustadizo y lleno de complejos. 

Gritar es contraproducente 

Aunque muchos padres creen que no importan que tan fuerte griten, sus hijos no los escuchan, están equivocados. Este estudio encontró que los jóvenes sufren un dolor emocional profundo debido a los ataques verbales. Esto aumenta su enojo y produce un incremento de mentiras, engaños y peleas, que son los comportamientos que los padres precisamente buscan evitar. 

De la misma manera en la que no se está evitando la conducta incorrecta, también se estarán reproduciendo patrones a largo plazo. Se estarán criando adultos violentos y con muy poco respeto hacia los padres.  

Reconozcamos que no se les puede pedir a los hijos que respeten a los padres si éstos no los respetan a ellos. Entender de dónde viene el comportamiento de los jóvenes es fundamental. Por eso, es recomendable hablar frecuentemente con los hijos y mantenerse al tanto de lo que hacen diariamente; involucrarse en su vida y darles el apoyo emocional que necesitan. 

De esa manera, se estará abriendo la puerta a que ellos confíen en los padres, los respeten y quieran por el ejemplo que se les das, en lugar de crear una relación de miedo y conflicto en la que las palabras hieren y matan. 

Si crees que la situación en cuanto a disciplinar a tus hijos está fuera de control, considera consultar con un psicólogo o con otro especialista en el tema que te guíe a tener una mejor comunicación con ellos sin hacer uso de la violencia.  

JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA DE FAMILIA  

De Frente a la Vida |CONTIGO

 

Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

La comprensión de sí mismo es un acto obligado. Tal y como aprendimos a caminar, a hablar, a comprender el entorno y su funcionamiento, así mismo es necesario comprender nuestras herramientas tanto con las que hemos nacido como aquellas que con el tiempo se han desarrollado y adquirido.

 

Conocer quién eres y como funcionas, te abre a una riqueza inimaginable para mantener tu mente, tus emociones y tus actos en congruencia, en un estado de salud continuo tanto emocional, físico y psicológico. Te convierte en una mejor versión de ti mismo y es ahí que radica tu fuerza vital.

 

Basar tu experiencia de vida y tu bienestar en la ignorancia de ti mismo te condena a los peores males de tu existir.

 

Es importante comprender que vivimos en el sótano lúgubre de una maravillosa y resplandeciente mansión. A la cual pocas veces, o tal vez nunca, hemos podido conocer sus jardines y sus extraordinarias habitaciones. Para tener acceso permanente a toda nuestra mansión, es primordial conocer nuestra ubicación y la existencia de nuestras capacidades.

 

Frente a la vida contigo es una herramienta obligada para crear una mejor versión de ti, para continuar expandiendo tu conocimiento en plenitud que desembocan en estados de felicidad continua.

 

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