Miedo al compromiso
Juan es de esas personas que comienza todo, pero nada termina; no se diga cuando se trata de las relaciones afectivas: es el primero en “huir” al primer signo de formalidad en una relación. Y es que Juan tiene, como muchas personas, miedo al compromiso.
No es que él, como mucha de la gente que teme al compromiso, no se involucre con las personas a quienes ama, por el contrario, pueden ser sus emociones tan intensas y tanta su sensibilidad que el temor a ser herido es lo que le impide entrar de lleno a una relación afectiva. E incluso estos mismos temores les impiden llegar hasta el final en los proyectos que emprenden, porque ¿qué tal si terminan fracasando?
¿Qué es el compromiso?
Compromiso es el empeño en el triunfo de una idea, en el desarrollo de un proyecto (en el caso de la pareja, es un proyecto común), empeño puesto en el logro de un mejor estado de las cosas.
No obstante, por la acepción de la palabra “compromiso”, ésta implicaría una obligación que se ha adquirido con algo o con alguien. Igualmente es como si se hubiese empeñado la palabra, o se haya hecho una promesa. También es una declaración de principios que nos motivan a actuar de determinada manera, como cuando los políticos dicen “mi compromiso es con la gente”.
Por supuesto, el compromiso también está en referencia con la especie de promesa que se hacen dos personas para contraer matrimonio en un futuro más o menos próximo: “Margarita se comprometió con su novio y la boda será el próximo verano”.
La persona comprometida
La persona comprometida —ya sea con un proyecto, una causa o una persona— se esfuerza y se apasiona por lo que hace, porque pone en ello una parte de sí mismo. Normalmente dice lo que piensa y expresa sus sentimientos con facilidad, no sólo porque no tiene nada que ocultar, sino sobre todo porque necesita dar a conocer y compartir su compromiso.
Un ser comprometido suele estar empeñado en ir dedicar su vida a su tarea, exponiendo además sus ideas y principios a la libre inspección y critica ajenas. Quien se compromete está siempre ligado a la palabra dada y al objetivo de su compromiso.
Ello implica dedicación, tiempo, respeto a la palabra empeñada, un poco de renuncia a sí mismo y al egoísmo de sólo satisfacerse uno mismo. Se dice que una persona se encuentra comprometida con algo cuando cumple con sus obligaciones, con aquello que se ha propuesto o que le ha sido encomendado. Es decir que vive, planifica y reacciona de forma acertada para conseguir sacar adelante un proyecto, una familia, el trabajo, sus estudios, etc.
Pero ciertamente no todo mundo logra ese nivel de compromiso. Las exigencias que requiere éste asustan, y también subyacen otro tipo de miedos y dudas.
Miedo al compromiso
El miedo al compromiso es el temor más o menos irracional a una situación que no se ha producido y que tiene que ver con limitar la propia libertad como sacrificio a realizar para formar un vínculo con otra persona, para cumplir un proyecto o para casarnos con una causa.
Bajo este miedo al compromiso está latente el verdadero miedo: quedar de manos atadas frente a las obligaciones adquiridas, la pérdida de la libertad. Por ejemplo: si Juan se compromete a terminar el proyecto, tal vez no le quede tiempo para salir a divertirse, tal vez tenga que pasar mucho tiempo sin ver a su familia, incluso tenga que invertir dinero además de su tiempo.
Además, está el miedo del fracaso. Juan teme que, aunque empeñe tanto tiempo y esfuerzo, e incluso dinero en ese proyecto, finalmente no tenga éxito o no resulte lo que esperaba, o lo critiquen.
Si Juan colabora con una causa a la que dedique tiempo y esfuerzo, tal vez no sea correspondido y nadie le dé las gracias. Entonces quizá se sienta utilizado y abandonado en el esfuerzo.
Todos estos miedos, en el caso ejemplar de Juan, son las verdaderas razones por las que Juan no se compromete con nada, ni con nadie: miedo al fracaso, miedo al abandono, miedo a la ingratitud, miedo al engaño, miedo a ser usado, etc.
Individualismo
Esta clase de miedos dejan en claro que una persona que no se compromete es individualista, en el sentido más neutro posible de la expresión. No me refiero a que sea egoísta o egocéntrico, sino que valora en primer lugar sus necesidades individuales y no tanto las de su grupo social o colectividad.
Por ello difícilmente se mostrará partícipe de proyectos conjuntos que está empezando, más bien será espectador de lo que acontece a su alrededor.
Pesimismo
Quienes temen al compromiso de forma sistemática tienden a creer que las opciones de futuro están destinadas a ser una mala experiencia en la que el esfuerzo empeñado no será compensado.
Todo o nada
Aquellos que huyen del compromiso por miedo, consideran que al dar el todo debe también recibirlo todo. No puede ser el todo por el nada. La correspondencia debe ser equitativa y debido a que no hay certezas al respecto, lo mejor es no hacerlo, por muy atractiva que suene la propuesta.
Miedo al dolor
Por supuesto, todos tememos al dolor; sin embargo, algunos nos atrevemos a experimentar el amor aun sabiendo que podeos salir lastimados. Quienes no se comprometen también temen a que la pareja les lastime, les engañe o les abandone. Esto suele ser debido a experiencias previas, no necesariamente de una pareja, incluso puede ser con los padres, hermanos, amigos, etc.
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Como vemos, el miedo al compromiso sólo es la fachada de una serie de miedos latentes en las personas, motivados por sus idea y pensamientos, sus experiencias —a veces traumáticas— y sus frustraciones. Para ello, es posible manejarlo a través de una guía profesional con técnicas psicológicas eficaces para salir adelante frente a los compromisos.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA