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Este es un imperativo de las constelaciones familiares, pero ¿Por qué asentir a nuestro destino? Hoy te damos detalles al respecto.

“El Destino es colectivo, la responsabilidad es individual”, escribió Bert Hellinger, fundador de las Constelaciones Familiares. Ello se refiere a un destino común en el sistema familiar, una historia que puede implicarnos.  

Al respecto, constelaciones familiares se habla de enredos e implicaciones con nuestros ancestros cuando, sin saberlo, repetimos las historias que en vida de ellos quedaron inconclusas.  

Estas historias pueden estar marcadas por una muerte trágica, secretos de familia, lealtades invisibles, amores prohibidos u otras clases de exclusiones de miembros que fueron no vistos por el sistema.   

No obstante, el destino no es algo irremediable ni una sentencia sobre el camino que habrá de seguir nuestra vida. Es, por el contrario, asumir nuestra historia y honrarla, para luego vivir plenamente.  

¿Qué es el destino desde el punto de vista de las constelaciones familiares? 

El destino desde el punto de vista de las constelaciones familiares hace referencia a que nuestra vida está determinada por nuestro sistema familiar y los demás sistemas a los que pertenecemos. Como he dicho antes, hay lealtades y amores que nos atan a esa vida común (la familia).  

Por tanto, nuestro destino está marcado por varias fidelidades a ancestros que no acabaron o no asumieron algo. Y sus conflictos serán nuestros conflictos mientras nos neguemos a asumirlos. 

De acuerdo a las constelaciones familiares, cada día nuestro destino varía, se hace más llevadero en cuanto asumimos algo y empeora cuando estamos en el rechazo, la crítica o el victimismo… 

Por lo que el primer requisito antes de plantearse una constelación es asentir a lo que nos toca y responsabilizarnos de la consecuencia de todos nuestros actos, emociones y pensamientos. 

Por qué asentir a nuestro destino 

Sin embargo, escribe Bert Hellinger, de la familia viene el destino, “pero el destino tú lo transformas en vocación si lo tomas y, cuando lo tomas, se convierte en destino”. Es decir, el destino no es inamovible, podemos guiarlo. 

Pero para cambiar algo, para mejorarlo, primero debemos aceptarlo y tomarlo. Ya Carl Jung señalaba que “lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestra vida como destino”. Así, podemos tomar el destino para hacerlo consciente, y transformar el futuro. 

Asimismo, el destino lo da la vida y está ahí, sin que dependa de nuestra aceptación o rechazo; rebelarnos contra él sólo nos ocasiona desperdicio de energía: la información de que no estamos plenos o completos.  

¿Qué es asentir a nuestro destino? 

Bert Hellinger nos dice que no existe ningún destino malo, ni tampoco un bueno, sino que “sólo existen los destinos”. Por ello lo ideal es asentir a él.  

Asentir al destino es decir que sí a aquellas experiencias que no se pueden modificar y que, aunque nos duelan, así pasaron.  

Cuando asentimos al mundo tal como es, con todo lo que forma parte de él, se abre el acceso a una profundidad desde la cual puedo actuar en términos de reconciliación o, a veces, también de sanación, o para mejorar algo, pero sin tener que proponérmelo. Así si asumimos nuestro destino, podemos sanarlo.  

Al asentir al destino tal y como es, él se pone de nuestro lado. Nos colocamos entonces detrás de él y dejamos que actúe. 

Finalmente nos tranquilizamos frente a todo y conseguimos dejar que las cosas se encaminen a su manera. De pronto se encaja algo, sólo porque lo dejamos libre. El que se yergue en contra del flujo de vida, es desgarrado. 

¿Estamos obligados a cumplir el destino? 

El libre albedrío solo puede ser ejercido por la conciencia, el inconsciente se limita a ejecutar fielmente las programaciones recibidas. Hacerlas conscientes nos ayuda a tomar decisiones libres.  

En las familias algunos destinos se repiten de una generación a otra. Bastará sólo una persona consciente para romper con la repetición, des esta manera los que viven tendrán oportunidades nuevas para avanzar.  

El destino de un hombre puede ser muy duro, difícil y exigirle hasta lo último. Allí puede romperse, quebrarse, pero justa ahí también puede crecer, nos dice Hellinger.  

Si alguien tiene un destino difícil y no sólo mira a los padres sino también a las muchas generaciones detrás de ellos hasta el origen mismo de la vida, si de ahí toma la existencia, así como a través de todas las generaciones ha llegado a ella, entonces se amplía su corazón.  

Nuestra responsabilidad está en que es lo que hacemos con lo que recibimos de nuestros padres y nuestros ancestros. 

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