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¿Por qué quiero salvar a todos? —Me pregunta una paciente que ha llegado a psicoterapia porque se siente sola. Añade que se pasa la vida resolviendo los problemas de otros, cuidando de ellos y al final del día le queda la sensación de que nadie se ocupa de ella. “Creo que estoy sola en esto de procurar mi bienestar, el cual ni siquiera logro sentir ya que estoy muy ocupada ateniendo a otros”. 

Con frecuencia me encuentro con la historia de personas que salvan y cuidan a todos, pero que su vida está desordenada, que se sienten solas y que no están satisfechas, aunque tengan el reconocimiento de los otros por su ayuda. 

AUTOIMPOSICIÓN 

Esta necesidad de cuidar a otros puede tener diversos motivos; uno de ellos es la falta de atención que los padres tuvieron en la infancia de las personas “salvadoras”. Por diversas circunstancias los padres dejan a la deriva a los hijos y ellos, desde temprana edad, se hacen responsables de muchas situaciones domésticas, escolares e incluso de los hermanos.  

Ocuparse de asuntos que corresponden a los adultos provoca que el individuo madure más rápido que otras personas y van asumiendo un mensaje inconsciente: “si yo no me encargo de ello nadie lo hará correctamente”. Y esto se queda como una costumbre: hacerse cargo de todo, aun cuando no le corresponda ni sea su asunto. Se convierte en una obligación personal. 

Su rol en el seno familiar o con los amigos le impide a la persona “salvadora” ser vulnerable, le limita a pedir ayuda, para terminar sintiéndose sola y sin apoyo. Se genera una sensación de soledad que obliga a contener emociones como la tristeza y la frustración, que pueden concluir en depresión.  

AUTOESTIMA BAJA 

Las personas con autoestima baja buscarán aprobación fuera de sí mismas, por lo que puede haber casos en los que busquen ayudar a todos para, posteriormente, recibir reconocimiento de sus “rescatados”. Sin embargo, nunca es suficiente, porque esa valía no es auténtica, no viene del interior, sino que es el reconocimiento de una acción realizada.  

En circunstancias como éstas, las personas “salvadoras” tenderán a relacionarse con personas que “necesitan ser rescatadas”; individuos que no tienen autonomía, dependientes emocionales que, además, pueden abusar de la necesidad del quien sólo quiere ayudar. 

Bajo una relación así habrá una falsa sensación de control de la relación; no obstante, suelen estar insatisfechos pues al cumplir las necesidades del otro, descuidan su propio bienestar. Ello lleva a una vida de frustración y tristeza constante.  

¿Cómo dejar de ser salvador de todos? 

Más allá de proveer de ayuda a otros, lo que es generoso y empático, la persona “salvadora” termina sufriendo y pasándola mal. Incluso los demás pueden comenzar a exigir su ayuda como si fuese obligación. Es importante deshacerse de esa disposición de rescatadora para enfocarse en su propia vida.  

Así que estos serían tips básicos de cómo cambiar este comportamiento.  

  • Aprende a soltar. 
  • Deja que las personas solucionen sus problemas. 
  • Trata de controlarte para no salir corriendo al rescate de todo el que te lo solicite. 
  • Demuestra que estás ahí para apoyar, pero que son las personas quienes deben solucionar sus problemas.  
  • Practica la asertividad para poder expresar sin temor lo que necesitas y deseas, así como lo que sientes.  
  • No temas a ser vulnerable, todos lo somos. Mostrar tu vulnerabilidad, por el contrario, hace saber a otros que también requieres su apoyo. Si siempre has mostrado una imagen de fortaleza, hazlo gradualmente. 

 Liberándote de tu papel de salvador estarás evitando tener una sensación profunda de soledad y podrás incluso tener relaciones afectivas satisfactorias.  

 

 

De Frente a la Vida |CONTIGO

 

Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

La comprensión de sí mismo es un acto obligado. Tal y como aprendimos a caminar, a hablar, a comprender el entorno y su funcionamiento, así mismo es necesario comprender nuestras herramientas tanto con las que hemos nacido como aquellas que con el tiempo se han desarrollado y adquirido.

 

Conocer quién eres y como funcionas, te abre a una riqueza inimaginable para mantener tu mente, tus emociones y tus actos en congruencia, en un estado de salud continuo tanto emocional, físico y psicológico. Te convierte en una mejor versión de ti mismo y es ahí que radica tu fuerza vital.

 

Basar tu experiencia de vida y tu bienestar en la ignorancia de ti mismo te condena a los peores males de tu existir.

 

Es importante comprender que vivimos en el sótano lúgubre de una maravillosa y resplandeciente mansión. A la cual pocas veces, o tal vez nunca, hemos podido conocer sus jardines y sus extraordinarias habitaciones. Para tener acceso permanente a toda nuestra mansión, es primordial conocer nuestra ubicación y la existencia de nuestras capacidades.

 

Frente a la vida contigo es una herramienta obligada para crear una mejor versión de ti, para continuar expandiendo tu conocimiento en plenitud que desembocan en estados de felicidad continua.

 

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Dirigido a toda persona que desee realizar una mejor versión de sí misma.

 

 

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