Cuando tienes pensamientos rumiantes no puedes deshacerte de ellos fácilmente porque son producto de una distorsión de la mente que, con frecuencia no es consciente, y para ello requieres técnicas particulares. Te invito a la lectura de este artículo para conocer más del tema.
Amaneces con el pensamiento de “algo va a salir mal” y te crees de inmediato que “algo va a salir mal”. Desayunas con la sensación de que “algo va a salir mal” y sales de casa con esa idea clavada en la cabeza que te acompaña durante todo el día…
No sólo te ha pasado hoy, también has experimentado pensamientos repetitivos el día anterior, o hace un par de días, y la semana pasada también. Son pensamientos que te incomodan, angustian e incluso hacen sentir ansiedad o temor; que podrían ser detonadores de una situación de pánico.
La mayoría de nosotros hemos tenido un pensamiento fijo en la mente que no se va hasta que nos concentramos en el trabajo o en la práctica de algún deporte. Sin embargo, existen otro tipo de pensamientos que se fijan en la mente y con dificultad podemos deshacernos de ellos; estos son llamados pensamientos rumiantes.
Los pensamientos rumiantes, también llamados pensamientos circulares, pueden definirse como aquellos que nos dan vueltas en la cabeza y los cuales no somos capaces de detener. Este tipo de pensamientos se disparan automáticamente, sin causa aparente.
Según el psiquiatra Christophe André, “rumiar” es centrarse, de manera repetida, circular y estéril en las causas, los significados y las consecuencias de nuestros problemas, nuestra situación y nuestro estado de ánimo.
“Al rumiar creemos que estamos reflexionando, pero en realidad no hacemos más que enredarnos y hundirnos. Pensar de esta forma circular amplifica los problemas y el sufrimiento y reduce el espacio mental que debe ocupar el resto de la vida (en especial para lo bueno y los instantes felices)”.
Estos se convierten en pensamientos obsesivos, incontrolados y que brotan inconscientemente. Ello pone en marcha reflejos y hábitos negativos puesto que, frente a las dificultades, les damos vueltas sin parar en lugar de resolverlas o tolerarlas, para continuar nuestra vida.
Se trata de pensamientos abstractos, descontextualizados. Peor aún, cuanto más se intenta dejar de pensar en esta clase de pensamientos, más fuerza cobran y más difícil es conseguir dejar de hacerlo.
¿Dónde nacen los pensamientos circulares?
Los pensamientos rumiantes suelen estar asociados a problemas o preocupaciones que tenemos en esos momentos, miedos que nos acechan, inquietudes, incluso pequeñas molestias cotidianas.
¿Cuáles son las consecuencias de los pensamientos rumiantes?
En sí mismos los pensamientos rumiantes no tienen una consecuencia per se. La consecuencia llega con las actitudes y comportamientos que devienen de esta clase de pensamientos.
Por ejemplo, si una persona va por el mundo pensando y creyendo “que algo va a salir mal” y se lo comunica a sus amigos con la misma constancia con la que acuden los pensamientos, llegará un momento en que sus amigos se cansen de esta negatividad y tenderán a evitarla. Esto confirmará su pensamiento: todo va mal, ya nadie me hace caso.
¿Cómo dejo de tener estos pensamientos?
Salir del círculo vicioso de los pensamientos rumiantes requiere esfuerzo; no pasa de forma espontánea. Si la persona que los padece se deja llevar por éstos, los pensamientos volverán y no cesarán.
De acuerdo al psicólogo Xavier Guix, la clave está en poner una distancia cada vez mayor entre el pensamiento y el pensador. Si las personas viven identificadas con lo que piensan y sienten es difícil salir del conflicto. Si pienso “que algo está mal”, vivo como si “algo está mal” y me siento como si algo estuviera mal.
Asimismo, los pensamientos rumiantes captan nuestra atención y la mente se queda dando vueltas alrededor de estos de forma no consciente, concentrándonos en ellos de manera inútil porque no nos llevan a ningún lado.
A medida que somos capaces de observar nuestro proceso de pensamiento, la forma en que van y vienen las ideas, nos damos cuenta de su fugacidad; esto nos permite intervenir en ellos y decidir dónde poner nuestra atención realmente.
Los pensamientos rumiantes que llegan por orden de una preocupación determinada, deberán tratarse desde la preocupación. Hay que solucionar aquello que nos causa conflicto. Así evitando el detonante puede detenerse el propio pensamiento.
Otra forma es no atender a esos pensamientos, no engancharnos con ellos; para ello existen diversas estrategias que pueden ayudarnos, como la parada de pensamiento, la respiración, la relajación y la distracción.
Un pequeño consejo: Cuando aparezcan estos pensamientos comienza a respirar profundamente y expira muy despacio. La expiración ha de durar al menos el doble de la inspiración para que sea efectivo. Posteriormente concentra tu mente en la realización de algo que requiera tu atención como contar, o recordar un evento significativo….
Si los pensamientos rumiantes persisten, puedes solicitar la ayuda de un profesional en salud mental para que te guíe con otras técnicas que aborden tu caso personal.
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JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA