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La relación de los niños con la comida comienza muy temprano, y define lo que el adulto asumirá como patrón al momento de alimentarse.

Los expertos en desarrollo infantil y nutrición nos hablan de la importancia que tiene que los niños, desde muy temprana edad, aprendan a comer adecuadamente; pero también debemos considerar que la relación con la comida es para el niño una primera forma de comunicación y de expresar sus emociones.

Al respecto, las italianas Pamela Pace y Aurora Mastroleo, psicoanalista y psicoterapeuta, respectivamente, especialistas en trastornos de la alimentación en niños, han abordado el tema del vínculo alimento-amor-mensaje y cómo la comida constituye una manera de comunicación entre padres e hijos.

Aunque para los padres es una preocupación constante el tema de la alimentación de los niños, no siempre el enfoque es el más propicio en términos de salud emocional. Y es que, aun cuando el niño comienza a mostrar signos de alteración alrededor de los alimentos, los padres y el ambiente familiar también se ven trastocados con ansiedad y preocupación: ¡El niño no quiere comer! ¿Estará enfermo? ¿Por qué está comiendo demasiado? ¿Qué le está pasando?

Las emociones en el grupo familiar pueden ir del miedo a la culpa, la ira o el aislamiento. Tanta preocupación porque como mucho o porque no come provoca que los padres se muestren estresados al respecto, ¿debería ser así?

Siguiendo las enseñanzas de Pace y Mastroleo, hay que tomar en cuenta que los niños no hacen más que seguir el ejemplo de los padres. Y más allá de un tema de salud física, la forma en que los padres transmiten a los niños su propia relación con la comida será el signo que predomine entre el niño y lo que come: si se es ansioso, los niños también lo serán, por ejemplo.

“El comportamiento alimentario, de hecho, es algo que se aprende y la relación que tienen los niños con la comida se ve influenciada por el significado que tiene ésta para los padres. El niño construye su relación con la comida sobre la base de lo que ve en su entorno familiar. Por tanto, el ejemplo y el valor atribuido a la alimentación por sus familiares, profesores y educadores afectan a la relación del niño con la comida”.

¿Cuándo hay que preocuparse de que el niño coma o no lo haga?

Todos los niños pasan por etapas de anorexia o pérdida del apetito, y otras épocas en las que comen más de lo calculado, esto debe ser transitorio. Estas etapas pueden ir acompañadas con la necesidad del niño de expresar sus emociones, como el sufrimiento o temas más complejos que se reflejan en la terquedad o negación a comer. Esto a veces puede ser percibido por los padres como un trastorno alimenticio, pero para que éste sea realidad habría de dejar transitorio y prolongarse por semanas.

La observación de los padres, no sólo en el terreno de la alimentación sino en general la actitud del niño frente a la vida cotidiana, será un punto clave para identificar trastornos reales vs una conducta transitoria.

Todos a la mesa

Nos dicen las expertas: “La relación con la comida es para el niño una primera forma de comunicación y de expresión de su relación emocional con mamá y papá y, más generalmente, su relación con el medio ambiente. La conexión ‘comida-amor-mensaje’ es, por tanto, muy fuerte, debido a la posibilidad de que el niño exprese sus problemas a través de la conducta alimentaria”.

En su libro ¿Come o no come? Los desórdenes alimentarios, Pace y Mastroleo plantean que el niño debe expresar sus emociones y ser reconocido, y la hora de la comida se convierte en el terreno ideal por el valor que le otorgamos al sentarnos a la mesa en familia. En torno a los alimentos es como los niños encuentran su forma de comunicarse: el comportamiento hacia los alimentos se convierte en la forma de expresión infantil.

Bajo ese contexto es que se debe dar al niño, y en general a los miembros de la familia, la atención y manifestación afectiva adecuada puesto que comer en familia —juntos a la mesa— se tornan instantes especiales llenos de experiencias emocionales que deben valorarse. Ahí se conjuntan los afectos y la disciplina, así como el contacto del colectivo familiar.

De igual modo, la imagen que el niño se forma de sí mismo (obseso, delgado, fuerte, debilucho, etc.) está en estrecha relación con los mensajes que recibe de los padres, y que muchas veces van ligadas con la comida. Los comentarios que los padres hacen, afectarán de una u otra manera a los niños: mira qué flaco, mira que tienes que bajar de peso, mira que deberías dejar de comer tanto, mira que te doy de comer para que te sientas bien.

Por ello, no hay que olvidar que los padres son las primeras referencias a las cuales el niño se dirige a la hora de construir su imagen y que por ello deben atender a la información que al respecto emiten hacia sus hijos.

La relación que tú, padre o madre, tienes con la comida es un ejemplo para tus hijos. Por eso seguro te encantará leer también

Cuando eres consciente de tus vínculos con la comida, podrás también identificar cómo has enseñado a tus hijos y saber si existe alguna conducta vinculada a la alimentación con la que está tratando de manifestar una emoción. Si el trastorno de alimentación se hace evidente por semanas y la situación sale de control es momento de tomar cartas en el asunto y acudir con un profesional de la salud.

JORGE DOMINGUEZ | PSICOTERAPIA

De Frente a la Vida |CONTIGO

 

Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

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