¿Me estoy autosacrificando? Una pregunta que deberíamos hacernos para saber poner límites y ser una prioridad para nosotros mismos.
Manuela era la primera en levantarse y la última en acostarse. Cada mañana servía a todos el desayuno según sus preferencias; cuando por fin podía sentarse, su café ya estaba frío y su pan tieso. Y pa’ colmo, ya todos se habían ido a cumplir sus tareas cotidianas y ella se quedaban con el gato, comiendo sola.
Georgina se quedó en casa, aun cuando se había enamorado de un hombre bueno y galante, tenía que cuidar a sus padres porque ya todos los hermanos se habían ido. Ni modo que los viejos se quedaran solos. Le “tocó” a sacrificarse por la familia.
Rosalba quería estudiar enfermería, pero en casa el dinero no alcanzaba para que ella y su hermano Javier fueran a la escuela. Rosalba aceptó esperar y se metió a trabajar para ayudar a su hermano, Javier terminó la escuela, se hizo de un título profesional y se marchó de casa. Para Rosalba ya había pasado demasiado tiempo, decidió que ya no estudiaría y se quedaría en casa ayudando a sus padres.
Muchas historias como éstas se repiten, especialmente en las mujeres latinoamericanas que han optado por sacrificarse a sí mismas para dar preferencia a las necesidades y deseos de los padres, los hijos, el marido e incluso los hermanos. Son historias de autosacrificio.
¿Qué es el autosacrificio?
El sacrificio es la renuncia a algo deseado cuando, al momento de la elección, no se pueden tener todas opciones. Al elegir, se sacrifica alguna opción, según los ideales, principios o valores que se impongan. Sin embargo, el autosacrificio va más allá.
Sacrificarse a uno mismo o el autosacrificio es el abandono de los intereses personales para preservar el bienestar de otro. Implica negarse la satisfacción de ciertas necesidades, metas y placeres personales para proteger los de otra persona.
Pero quien renuncia a sus propios deseos y necesidades, niega una parte sustancial de sí mismo, de su identidad y de su dignidad. Y aún peor, implica que se valora más a alguien o algo más que a uno mismo.
En la elección se opta por lo importante, y si no se elige lo que se desea o lo que se cree por beneficio a otro, expresamente uno mismo se está considerando no importante. Se da importancia a otra persona, a otros valores que no son los nuestros, se desprecia a uno mismo.
Extrañamente, este comportamiento puede ser visto con agrado por la sociedad, como si fuese un acto altruista, una renuncia al egoísmo. Sin embargo, puede tratarse de una conducta patológica.
Según Ayn Rand, autora de la corriente filosófica objetivista, y quien cuestiona el altruismo señala que la vida y la autoestima requieren que seamos fieles a nuestros valores, a nuestro propio juicio. Sin embargo, lo que se nos enseña es el autosacrificio: “El sacrificio de la propia mente a una autoridad superior y el sacrificio de los valores personales a quienquiera que se sienta con derecho a reclamarlos”.
¿Me estoy autosacrificando?
Con frecuencia solemos pensar que lo que hacemos, lo hacemos por amor y no nos importa sacrificarnos un poco. No obstante, existen algunos extremos que nos hablan de una postura poco sana de renunciación a nosotros mismos. Si te pretuntas: ¿me estoy autosacrificando? te dejo aquí algunas claves para que tú lo analices.
Algunos indicios que nos dicen que nos estamos autosacrificando son:
- Te sientes culpable cuando priorizas tus deseos y necesidades.
- Tu ayuda suele ser insostenible porque invierte todo tu tiempo y energía en otros hasta que no puedes más.
- Sientes un vacío emocional pues no estás satisfaciendo tus necesidades de afecto y atención.
- Otros ven como una obligación que te sacrifiques por ellos. Ahora es una exigencia sacrificarte.
- Existe una necesidad constante de autosacrificio para hacer felices a otras personas.
- Sacrificarse fomenta una dependencia, incompetencia, irresponsabilidad o mal carácter en la persona a la que se ayuda.
- Decir Sí frecuentemente, cuando en realidad se quiere decir NO.
- Hay desequilibrio en las relaciones porque uno siempre da mientras que la otra persona sólo reclamar y recibe.
Si alguna vez se ha atravesado por algo así o se vive con alguna persona una situación de renuncia como éstas, sin duda hay un autosacrificio que debe detenerse y sanar.
Consecuencias del autosacrificio
¿Qué pasa si me estoy autosacrificando?
- El autosacrificio implica cierto grado de renuncia a uno mismo y devaluación.
- Supone un cambio en la jerarquía de valores personales que nos dejan al último.
- Evidencia una pérdida de autoestima.
- Nos hace vulnerables a la manipulación y al abuso.
- Dejamos de ser una prioridad para nosotros mismos.
- Merma de rasgos que nos definen.
- Subordinación a la voluntad ajena.
¿Cómo dejo de autosacrificarme?
Salir del autosacrificio es un trabajo individual que debe llevarnos por el camino de la recuperación de nuestro autoconocimiento y autoestima. Implicaría incluso la adquisición de una postura de egoísmo controlado o egoísmo sano, del que ya hemos hablado aquí.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA