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Tal parece que los adolescentes siempre están de mal humor, pero hay una razón detrás de ese aparente enfado e irritabilidad y que va más allá de su voluntad.  

No siempre es fácil decir “estoy de mal humor”. Las personas confunden esta expresión con malestar, enfado o enojo; se asustan y tratan de evitar que expresemos cómo nos sentimos, aunque no tengan del todo razón: ¡No te enojes! —nos dicen— y quizá con ello acentúan nuestra desazón. 

¿Qué es estar de mal humor?  

El “mal humor” puede ser un cúmulo de emociones que confluyen en un determinado momento de la vida, motivados por razones no siempre claras y conscientes, que generalmente nos lleva a una negación frente a la realidad.  

Basta un pensamiento negativo, tener hambre o haber perdido el autobús para que sentirnos intranquilos, frustrados, enojados con nosotros mismos… y de esa forma surge el mal humor.  

Estar “de malas” puede estar ocasionado por la inconformidad que nos genera no alcanzar las expectativas que habíamos depositado en el futuro; eso produce frustración, que se traduce en enojo. Es un filtro, también, que nos hace ver las cosas de forma negativa.  

Al respecto, también podemos considerar que el mal humor es estar en una condición de resistencia, de lucha porque nos sentimos mal con nosotros mismos, seamos o no conscientes de ello.  

Asimismo, el mal humor se asocia con un estado de insatisfacción, de displacer, que está relacionado con niveles de endorfinas y otros neurotransmisores como la dopamina.  Así que efectivamente, las hormonas tienen un poder importante en los estados de ánimo de las personas, especialmente de los adolescentes.  

Las fluctuaciones hormonales tampoco lo ponen fácil y el mal humor puede estar ligado a las subidas y bajadas de las hormonas.  

El mal humor adolescente 

Ser adolescente pareciera que siempre es estar batallando con algo. De inicio hay que encontrar una identidad personal, tener una imagen de sí mismo que no siempre es fácil si las hormonas tampoco colaboran con la estabilidad necesaria para lograrlo.  

Encajar en el grupo, que los demás nos acepten es otra preocupación constante del adolescente promedio, al tiempo que se deben cuidar del rechazo y la desmedida presión de grupo versus el control de los padres. 

Los padres también son un gran problema para los adolescentes: hay que cumplir sus normas, pero también hay que distanciarse de ellos para encontrarse a uno mismo.  

Al mismo tiempo, el adolescente quiere liberarse pero no estar solo, quiere tomar decisiones pero le abruma tener que responsabilizarse por ellas. Así, esta etapa de la vida puede ser divertida y excitante pero a la vez confusa y conflictiva.  

¿Quién no se pondría de mal humor ante ello, especialmente si se suma el subir y bajar hormonal? 

¿Qué hago con mi adolescente malhumorado? 

En la gestión emocional el adolescente puede tener diversas herramientas que le ayuden a desarrollar su inteligencia emocional y puedan tomar las riendas de su estado de ánimo, incluyendo el mal humor.  

Los adultos podemos guiarles para seguir estas pautas que pueden ayudarles a mejorar en esos momentos que el mal humor los supera.  

1. No está solo. Hazle ver que no está solo en su malestar, que gran parte de sus amigos (también adolescentes) se sientan igual. Que los cambios de humor son propios de la etapa y que hay otros que los experimentan de la misma forma.  

2. Hablar es una buena herramienta. Motívalo a hablar con sus amigos, ellos pueden ayudarse entre sí, dándose cuenta de que no son los únicos en experimentar ciertos sentimientos.  

Hablar con los padres también es importante. Los padres pueden compartir sus propias experiencias sobre cómo controlan sus momentos de mal humor. 

Subraya que esconder los sentimientos en su interior no es una buena estrategia, que no debe avergonzarse por lo que siente y que callar puede hacer que todo parezca más terrible de lo que es.  

3. Tomar el control. El mal humor es un estado de ánimo que suele arremeter contra quienes están cerca. Los adolescentes pueden estar confundidos por sus propios cambios y desquitar su frustración con los padres o hermanos. Por ello es importante enseñarles a tomar el control de lo que sienten y evitar que lastimen a otros por esa causa. 

Podemos ayudarle a encontrar estrategias de control, como contar hasta diez, respiración de relajación. Luego encaminarlos a analizar la situación desde un punto de vista más objetivo.  

4. Cuidar de sí mismo. Una buena forma de encaminar a un adolescente hacia el bienestar emocional es inculcarle hábitos de autocuidado.  

Hacer ejercicio con regularidad le ayudará a equilibrar las hormonas y mejorar su estado de ánimo. Lo mismo sucederá si asume una alimentación balanceada y con alimentos que le hagan sentirse feliz

Dormir lo suficiente es fundamental para el adolescente, esto ayuda también a ayuda a regular la producción de las llamadas hormonas de la felicidad y evita sentimientos de irritabilidad, ansiedad y tristeza.  

5. Expresarse creativamente. La pintura, la música, la escritura son excelentes formas de hacer catarsis. Desfogar las emociones negativas con algún tipo de proyecto creativo es una de las mejores formas en las que los adolescentes pueden canalizar adecuadamente su mal humor. 

6. Llorar. Sí, deja que llore cuanto quiera sin juzgarlo ni abrumarlo. Llorar es una actividad purificadora.  

Un estudio de 2014 comprobó que las lágrimas emocionales liberan dos sustancias esenciales para que las personas nos sintamos bien: oxitocina y endorfinas. De esta manera, se alivia nuestro malestar, tanto físico como emocional, porque este estallido hormonal nos genera una sensación placentera y de profundo bienestar. 
 
7. Esperar. Aunque la impaciencia suele ser una característica propia de la adolescencia, esperar es la clave para evitar consecuencias negativas a causa del mal humor. Así como el mal humor puede llegar de un momento a otro sin razón aparente, así mismo se irá. Por ello esperar es la clave.  

Aunque si el mal humor se vuelve constante o permanente es momento de pedir ayuda a un profesional, pues éste requiere de una evaluación más detallada. En ocasiones puede tratarse de depresión.  

Muchas personas piensan que estar deprimido es sentirse triste, pero la depresión también puede manifestarse mediante cambios de carácter, impaciencia, aburrimiento, enojo, y desinterés.  

JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA 

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