Sufrimos estrés emocional cuando somos “presas” de sentimientos que percibimos de forma negativa y que nos agobian, nos causan ansiedad o nos extenúan.

 El estrés es una reacción natural de todo ser vivo que se detona por el instinto de supervivencia. Ante una situación de riesgo, el cuerpo se prepara para huir o defender; el cerebro envía múltiples señales al organismo para que todo él entre en modo de protección, causando tensión.

Estas condiciones son normales e incluso naturales; pero cuando las alertas se disparan, no porque un oso en el bosque nos va a atacar sino porque nuestro jefe amenaza con un despido, el cuerpo igualmente entra en modo de defensa sin la sucesiva liberación de toda la tensión física acumulada. Si los estímulos de tensión se continúan el organismo tarde o temprano se verá afectado: dolor de cabeza, gastritis, etc.

No obstante, no sólo el cuerpo se puede ver afectado por el estrés. La mente también se puede ver influenciada por tensiones emocionales, cuando nos vemos sometidos a situaciones extremas como la muerte de un ser querido, un divorcio, una mala relación entre los miembros de la familia. En situaciones así nos vemos frente al estrés emocional.

Existen múltiples causas que nos provocan estrés emocional así como sus posibles manifestaciones, la mayoría psicosomáticas; es decir que se expresan a través del cuerpo en forma de padecimientos físicos, desde el dolor de cabeza hasta aumento de tensión arterial o incluso colesterol. Además suelen acompañarse de otros síntomas como insomnio, falta de concentración, irritabilidad o depresión.

La manera en que reaccionamos a las situaciones de la vida, como los cambios importantes, las exigencias del entorno (familiar o laboral), o aquello que amenaza nuestro bienestar detonarán en nosotros más o menos pensamientos negativos, recuerdos dolorosos, culpa, preocupaciones, coraje, etc. Ello si se prolonga por días o semanas, incluso meses, nos generará el estrés emocional.

Pero, insisto, mucho tiene que ver la forma en que afrontamos los hechos, y como aprendemos a manejar ese estrés emocional que nos aqueja.

¿Cómo librarte del estrés emocional?

Tener una preocupación o sentirte de pronto angustiado por algo es normal, pero cuando esto es ya continúo y te causa malestar físico tanto como emocional, debes remediarlo. Aquí algunas formas para hacerlo.

1. Identifica si eso que sientes (angustia, irritabilidad, etc.) está pasándote factura. Es decir, lo primero es reconocer que se está estresado emocionalmente.
2. Pregúntate qué es lo que te está causando esa incomodidad que a la larga te llevó a una situación de estrés emocional. Se honesta, honesto, contigo; asume que ciertas cosas te superan, ese será el primer paso para controlarlo.
3. Establece prioridades. Al hacerte la pregunta adecuada descubrirás las cosas que te preocupan y te afectan, ahora es momento de que priorices si eso que te angustia es realmente importante o no. Dale orden a las cosas que te deben o no preocupar.
4. Cuida tus pensamientos. Intenta manejar la presión de una manera distinta. Trata de cambiar el foco de atención y genera nuevos pensamientos (positivos) ante la situación que te estresa.
5. Identifica alguna solución frente a tu problema. No des vueltas en círculo, si ya sabes cuál es tu problema, qué es lo que te está afectando emocionalmente, intenta encontrar una solución, ya sea tú solo, sola; o bien pide a tus amigos o familia que te ayuden.
6. No olvides que el cuerpo también estará siendo afectado por la tensión que te causan las emociones, así que deberás alimentarlo bien, ayudarlo a pasar el trago amargo con ejercicio o actividades relajantes y descansar adecuadamente.
7. Si la situación te supera, pide ayuda profesional; hay muchas técnicas que los profesionales pueden enseñarte para controlar el estrés emocional.

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