La negociación en el duelo es la tercera fase por la que se suele atravesar al enfrentar una pérdida. Esta tercera etapa, a la que preceden —como hemos visto antes— la negación y el enojo, nos permite transitar por el dolor que causan, por ejemplo, la muerte de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad crónico degenerativa o terminal, e incluso los cambios abruptos en la vida como el despido de un trabajo o el abandono de la pareja.
La etapa de negociación, también llamada como la fase del reproche, tiene por objetivo procesar una carga emocional que viene tras la pérdida a partir de ideas que se van acomodando para asimilar los hechos y que generalmente van acompañadas de frases como “hubiera hecho esto” o “no hubiera hecho esto”.
Si lo hubiera llevado a otro médico, tal vez se habría salvado.
Si no lo hubiera dejado conducir tal vez no se habría accidentado.
Si le hubiera dicho a tiempo él no se habría enfadado y no se habría marchado.
Estos reproches son normales y deben ser pasajeros hasta que la persona en duelo entienda que la pérdida era inevitable y procese sus emociones hasta sanar su dolor.
Las expresiones de este tipo permiten exponer un orden de ideas que ayuden a poner en claro los hechos que han sucedido e ir especificando qué es lo que nos causa dolor para manejarlo de mejor manera, esto generalmente es de forma inconsciente.
Asimismo, ante la imposibilidad de deshacer los hechos; cuando se cae en cuenta que, aunque se desee, no se puede echar el tiempo atrás, el individuo en duelo comienza el proceso de negociar propiamente hablando.
Éste se caracteriza por apelar a un poder superior, a alguien o algo, ya sea realista o no, que desde las creencias individuales pudiera tener cierto control de la situación. Ante esta entidad se pueden hacer promesas a cambio de que el momento doloroso no se produzca, que revierta la situación o para que las cosas vuelvan a ser como antes de la pérdida o el cambio.
La negociación, además, nos ayuda a paliar el dolor en cuento que al negociar se espera que éste “desaparezca” aunque en realidad lo que se está haciendo es a) reconocer lo que se siente y b) organizar ideas más claras en torno a esas emociones. Ello irá ayudando a aceptar la pérdida y a sanar.
No obstante, se debe considerar que en esta etapa se corre el riesgo de vivir un momento de culpa y remordimiento por ese “hubiera”; lo que puede interrumpir el tránsito a sanar. Si existe un momento de culpa, deberá tratarse adecuadamente, puesto que puede llevar a una depresión.
Por su parte, la negociación debe vivirse y no evitarse; lo recomendable es tener paciencia en el tránsito de cada etapa porque para cada persona es diferente el tiempo en que cada una de ellas se vive.
Si estás viviendo un duelo con dificultad o crees que estás estacionando en una etapa y te cuesta transitar a la superación de la pérdida. Puedo acompañarte con este proceso JORGE DOMÍNGUEZ