La migración desde las constelaciones familiares nos plantea una visión sistémica en la que la nación de origen y el sitio nuevo al que se llegará deben interpretarse también como en familia.
Dejar el país de origen para ser recibido en uno nuevo es sin duda una gran aventura llena de expectativas e incertidumbre; pero también un tránsito por diversas pérdidas que nos conducen a duelos emocionales que debemos sanar. Además, ser migrante es como tener el corazón divido, mirando a la patria que nos vio partir, y afrontando la adaptación al nuevo sitio que nos acoge —no siempre con facilidad—.
El que migra, deja atrás a su familia, sus amigos, su lengua, su cultura, su tierra, su estatus social y la seguridad por su integridad física. Estas son pérdidas que, de no ser conscientes del proceso de duelo que deben llegar, causarán diversos estragos en las emociones de quien se fue.
No obstante, el migrante no siempre es consciente de ello. Si bien siente el dolor de las pérdidas, en la realidad tienen que enfrentarse a cuestiones más prácticas, como el sobrevivir al cambio, antes que estar pendiente de su sentir. Pospone sus necesidades emocionales, las inhibe porque la cotidianidad le ocupa; aunque las emociones no desaparecen sino, poco a poco, empiezan a manifestarse cada vez más fuertes y se empiezan a experimentar síntomas: apatía, desazón, desilusión, culpa, depresión, etc.
Si a ello se suma la soledad, especialmente para quienes migran solos y a zonas lejanas de donde se asientan comunidades de sus paisanos, y con ello la imposibilidad de platicar lo que se siente con otros, las complicaciones emocionales se acentúan.
Todo esto se resume a un estrés que puede llevar a desarrollar agresividad, falta de autoestima, inseguridad, proyección, depresión, introyección e inclusive puede despertar a largo plazo en posibles psicopatologías que habían permanecido dormidas.
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¿Cómo superar el duelo del migrante?
Al migrar, los referentes cambian, los códigos de comunicación son otros, hay que hacer un reaprendizaje de lo básico. Las cosas cuestan mucho más y al haber mayor exigencia, también hay más estrés. La emigración puede llegar a generar un nivel tan alto de estrés que supere la capacidad de tolerancia física y emocional de la persona hasta llegar a enfermar.
Además, se mantiene emocionalmente dividido al extrañar el lugar de origen y tratar de adaptarse bien al nuevo lugar de residencia, por lo que una constelación familiar puede ayudar a este proceso para tomar la vida. Al constelar, además de identificar el origen sistémico del conflicto, se puede hallar el camino hacia la integración y reconciliación con el lugar de origen y el lugar de acogida, así poder disfrutar todas las posibilidades que el futuro ofrece.
TOMAR A LA PATRIA
Honrar al país de origen es sinónimo de tomar y honrar a los padres biológicos y los antepasados; es así como constelaciones familiares nos ayuda a sanar este corazón dividido de migrante que lastima.
¿Qué hacer en las constelaciones familiares?
Dar un lugar en el corazón a nuestro lugar de origen, respetar y amar al país; reconocerlo como las raíces históricas de la familia y del individuo; agradecer lo recibido por nuestro país o zona, sin juicios ni críticas porque no pudo darte lo que querías y prometerte a ti mismo el dejar en alto el nombre de tu región. Así es como se toma la patria, como se toma a la madre.
Cuando alguien emigra, el país de acogida tiene que dar las gracias al país de origen por “haberle dado un hijo suyo”. Una vez que se toma a la patria, se tiene la oportunidad de demostrar a una nueva cultura, la nobleza de la cultura propia con el ejemplo de vida, así como dando continuidad plena a tu destino.
Hay que evitar comparar lo que se dejó con lo nuevo, y sólo asumir las diferencias como tan: sin pensar que son cosas mejores o peores. Hay que abrir la mente y el corazón a la nueva “familia” en el nuevo país, siempre honrando al país que fue primero.
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