Si asumimos la importancia de decir No a nuestros hijos, tal vez comencemos a desmontar la culpa que en ocasiones asumimos al negarles ciertas cosas; una culpa que luego tratamos de mitigar dándoles explicaciones que no deberíamos dar.
¡Papá, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo, cómpramelo!
Podría seguir con el “cómpramelo” porque los niños son incansables, tienen toda la energía y entusiasmo para ir por lo que quieren: “Los niños están hechos a prueba de retos, no se dan por vencidos ante un “NO”.
Por el contrario, los padres no tenemos la misma constancia que tienen ellos para alcanzar objetivos, que en nuestro caso estarían relacionados con la buena crianza de los niños, así como el darles los recursos necesarios para enfrentarse a la vida, la que con más frecuencia de lo que nos gustaría asumir nos dice No.
Ya sea porque nos hacen un berrinche en público y nos avergüenzan, porque nos sentimos culpables, porque adoptamos modelos educativos laxos, muchas veces nos parece complicado decir no, y mantenerlo. Somos inconstantes en ello, lo que evita que los niños reconozcan claramente los límites y las normas con las que pretendemos educarlos.
Si hoy decimos no y luego decimos sí, ellos crecerán confundidos respecto a lo correcto, a lo que deben cumplir, lo que no deben hacer, por ello es de suma importancia decir No, claro y asertivo, amoroso pero firme, y mantenerlo, no sólo en el caso en cuestión sino en todos los casos similares.
Si le dices No comas en la cama, deberá ser un No (nunca) comas en la cama, aunque sea domingo. Y por supuesto deber ir acompañado, en este caso, con el ejemplo. O si tu hijo adolescente le dices No puedes salir tan tarde, deberás mantener el No en todo momento, y dejar claras las circunstancias.
¿Qué pasa si digo no y luego sí?
La consecuencia de la inconstancia en la crianza de los hijos causa confusión, lo que le impide tener los límites claros. Además no sabrá a qué atenerse. ¿Hoy si puedo hacerlo, mañana no?
Los niños que crecen con un No inconstante aprenden a manipular rápidamente a los adultos, pues no es muy difícil encontrar las debilidades de los otros y distinguir los estímulos que hacen que un padre o madre ceda a su voluntad con un Sí, en vez de un No. Esto puede dar lugar a chantajes emocionales o berrinches.
La tensión que causa navegar entre un No que luego se convierte en Sí puede generar en los hijos: mal carácter, miedos e inseguridades al no saber las condiciones claras de cómo debe actuar; así como escasa tolerancia a la frustración y al fracaso.
¿Por qué Importa decir No?
Al contrario de lo que suponemos, un NO dicho oportunamente es una gran aportación a la educación y crecimiento de los niños. El tener claras las reglas, tanto lo que sí y lo que no deben hacer, les da seguridad, tranquilidad, disciplina y, sobre todo, los hace felices, porque saben a qué atenerse y hacia dónde dirigir su comportamiento.
Ahora bien, tanto un Sí como un No, la forma en que se debe dar instrucción a nuestros hijos debe ser de forma asertiva. Dí no:
- Con firmeza pero con suavidad.
- De forma clara y sin vacilación, no des lugar a dudas.
- De forma amorosa y respetuosa, sin ofensas.
- Fijándote en tu lenguaje corporal, que a veces dice sí mientras la boca dice no.
- De manera constante cuando se trata de establecer reglas y límites.
- Utiliza frases sencillas, pero que impliquen la negativa a un comportamiento inapropiado.
- Sin dar explicaciones.
Una vez que hayas dicho No, no des muchas explicaciones. Lo normal es que los niños sigan insistiendo porque se están preparando para decir que No fuera de asa y si cambiamos de opinión se extrañarían porque ya no seríamos fiables.
Asimismo, otro aspecto importante es el acuerdo en familia: todos deben acordar aquello a lo que hay que decir que no; tanto padres, como abuelos, tíos y demás cuidadores, deben decir No a las mismas cosas.
Cada vez que sientas culpa por decir No, recuerda que estás dando a tus hijos herramientas para enfrentarse a la vida, y en tales casos decirles que sí puede causarles mucho más daño.