La depresión en el proceso del duelo suele ser la cuarta etapa de este tránsito por la pérdida. En promedio, las personas que han pasado por la muerte de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad —crónica o terminal— o, bien, el rompimiento con la pareja de manera abrupta, pasan por cinco etapas del proceso de duelo: Negación, Enojo, Negociación, Depresión y Aceptación.
Previamente he escrito aquí mismo de las tres primeras estadías del duelo; ahora es el turno de la depresión que, si bien es un momento duro y suele aparecer a los diez u once meses luego de la pérdida, es el punto más cercano a sanar la herida.
Luego de la negociación, que es el intento por encontrar una solución, divina o extraordinaria, ante lo irremediable de la pérdida, la depresión es el enfrentamiento con la situación de forma contundente y hasta realista: la pérdida es inminente.
En esta etapa, hay una certeza frente a la pérdida que se expresa con aislamiento o rechazo a la socialización. Se experimenta tristeza, miedo o incertidumbre hacia el futuro. Si la ausencia del ser querido o la salud es definitiva, quien experimenta este dolor se estará preguntando cosas como ¿qué será de mí?, ¿qué va a pasar ahora?, ¿cómo será mi vida en el futuro?
Los pequeños detalles de la vida comenzarán a preocupar al doliente, incluso temas que anteriormente no le preocupaban. Salir de casa, e incluso de la propia cama, serán esfuerzos realmente complicados para quienes atraviesan esta etapa.
Al llegar a esta etapa, quienes transitan por el duelo están aceptando la situación, y es cuando el dolor es más vívido, y continuar es un gran esfuerzo: ¿para qué seguir si ya no tengo a….? Los síntomas de depresión son evidentes:
- Sentimiento de vacío
- Pérdida de motivación
- Agotamiento físico y mental
- Deseo de dormir largas horas, o insomnio
- Irritabilidad e impotencia
Las personas en duelo están haciendo frente a lo irreversible, no hay camino de regreso. Enfrentar el dolor mediante la depresión, en este caso, es parte de un proceso normal y debe diferenciarse con claridad frente a lo que pudiera ser un padecimiento mental profundo y que requiera un tratamiento de enfoque especializado.
Deprimirse en la cuarta fase del duelo, aunque parezca lo contrario, será un proceso temporal del cual se saldrá tarde o temprano y que es parte de la sanación del doliente. Por duro que sea, la depresión debe experimentarse para sanar, aunque en el momento se requiere de mucha paciencia y se debe procurar no evadir este dolor, pues de hacerlo sólo quedarán secuelas irreparables.
La mejor manera de sanar la herida es aceptando el proceso y exteriorizando lo que sucede, las emociones que se viven y la incertidumbre que hay frente a los hechos. Sentir esta depresión y, en general, el proceso de duelo nos hace más fuertes y puede darnos la serenidad que anhelamos.
Si has pasado por alguna pérdida hace ya tiempo y sientes que has quedado en la etapa de depresión, con los correspondientes síntomas agudizándose cada vez más, recuerda que este periodo no debe durar para siempre y, por el contrario, debes ir en mejoría con el tiempo. Si se prolonga y te impide llevar una vida normal quizá requieres de ayuda para continuar. Contáctame, puedo acompañarte en el proceso a la aceptación. JORGE DOMÍNGUEZ >>