Cuando la insatisfacción es tóxica postergamos la felicidad en espera de “eso” que de verdad nos haga sentir bien; Cuando la insatisfacción es tóxica postergamos la felicidad en espera de “eso” que de verdad nos haga sentir bien
La insatisfacción es un sentimiento que experimentamos cuando percibimos que una realidad determinada no cumple nuestras expectativas; ésta se vive con cierto desencanto, frustración y, a veces, hasta amargura. Asimismo, sentirnos insatisfechos puede llevarnos al perfeccionismo, la exigencia y la ansiedad por cumplir esas expectativas truncas; pero también —en el mejor de los casos— puede motivarnos a una mejora continua y un crecimiento personal.
Es por ello que la insatisfacción en sí misma no tiene ni bueno ni malo, el problema es cómo lo vivimos y, sobre todo, cuáles son los motivos que nos hacen sentir insatisfechos. Aunque también hay quienes pueden experimentar una insatisfacción crónica, tóxica en cuanto a las secuelas que se pueden experimentar de forma insana. Una insatisfacción tóxica es nunca estar contento con nada ni nadie y sufrir en el proceso una sensación de vaciedad. Ahí es donde está la problemática.
La insatisfacción es un sentimiento que aparece cuando las cosas que tenemos o que hemos conseguido no cubren por sí mismas nuestras expectativas.
La postergación de la dicha
Frente a un contexto social consumista, cada vez más ávido del “futuro”, del siguiente producto, de la siguiente experiencia, del siguiente modelo, etc., nos podemos ver influenciados por esa sensación de que a nuestra vida algo le falta; una espera constante como en la obra de Samuel Beckett, Esperando a Godot.
La espera se prolonga y con ello se posterga la felicidad para cuando llegue eso que tanto esperamos: seré feliz cuando me gradúe, seré feliz cuando tenga un trabajo, seré feliz cuando tenga una pareja, etc. Pero cuando esas cosas que anhelamos llegan, no necesariamente hemos de ser felices.
Adaptación Hedónica
Nos pasamos la vida deseando cosas y, cuando las tenemos, el gozo ya no es tan satisfactorio más allá del primer instante; el cerebro se ve recompensado de forma inmediata y luego se acostumbra a lo que hemos obtenido, y será cuando nos impulse a desear algo nuevo. Es como funciona el proceso adictivo, “una dosis ya no es suficiente, ahora queremos más, y más y más…”
Esta situación de la mente se llama adaptación hedónica: es la capacidad para adaptarnos a las situaciones que nos presenta la vida al grado de pasar de extraordinario a ordinario o común. Así, nos adaptamos a esa cosa nueva que ha llegado a nuestra vida y que antes deseábamos tanto; ya no es novedad, el cerebro quiere más.
Por supuesto, de no ser consciente de nuestra constante insatisfacción por adaptación hedónica, no disfrutaremos de nada. Estaremos siempre en la espera sin poder acabar de disfrutar realmente la vida.
¿Tengo insatisfacción tóxica?
Algunos signos de que nos sentimos insatisfechos de manera crónica son:
- Normalmente nada te llena
- Sientes que algo está pendiente en tu vida
- No encuentras recompensa alguna
- Necesitas la aprobación constante de los demás
- Sientes que vas tarde a todos lados
- Hay una sensación de que no estás donde deberías estar
- Crees que esto o aquello pudo ser mejor o lo pudiste hacer mejor
- Tu vida siempre está en una especie de suspenso hasta que pase tal o cual cosa
- Tiendes a compararte con otros
- Te amarga
Todos estos signos manifiestos de forma prolongada nos hacen incapaces de vivir plenamente, de disfrutar el día a día.
Para frenar la inercia de la adaptación hedónica y transformar tu insatisfacción, se recomienda aprender a disfrutar de lo que ya se tiene en el presente. En Guide to the Good Life, William B. Irvine explica que “una clave para la felicidad consiste en prevenir el proceso de adaptación [hedónica]: necesitamos dar pasos para evitar dar por sentadas, una vez conseguidas, las cosas por las que tanto luchamos por obtener”.
¿Cómo lidiar con la insatisfacción tóxica?
- No te compares, evita idealizar la vida, posesiones y personas de los demás.
- Contacta con tu parte más real y asúmete como una persona única
- Acepta las cosas como son, no como una forma de resignación, sino porque hay momentos que no podemos tener el control: soltar es muy sanador.
- Sé agradecido por lo que tienes: tal vez te sirva la dinámica de anotar tres cosas diarias por las cuales dar gracias, te ayudará a ver que “no todo está perdido.
- Procura no ir por la vida tratando de demostrar “algo” a los demás para que te acepten o te den aprobación.
- Demuéstrate que te valoras y te quieres tal y como eres.
- Asume que nuestra naturaleza humana nos lleva al error, que somos imperfectos y no hay nada perfecto.
- Busca equilibrio entre tus emociones y pensamientos.
- Disfruta de tu presente.
La insatisfacción deja de ser tóxica cuando nos motiva a corregir nuestros errores, a trabajar más por nuestro bienestar y a superarnos a nosotros mismos.
Si la frustración tóxica te lleva a los extremos puede causarte cuadros de ansiedad, depresión, amargura y soledad, para lo que puedes hablar con un profesional que te ayude a retomar el sentido de tu propia vida: JORGE DOMÍNGUEZ>>