He perdido mi trabajo, ahora ¿cómo vuelvo a empezar? Estas fueron las primeras palabras de Robert, quien llegó a una sesión de psicoterapia sumamente afligido y desesperanzado. Resulta que, de buenas a primeras, la empresa en la que laboró 20 años tendría una reestructuración y su puesto ya no existirá, por lo que ya no requerirán sus servicios.
Un duro golpe para un hombre de 50 años, que pasó décadas entregado a su trabajo, casi sin hacer otra cosa y con una visión pesimista de su futuro. Se veía devastado, como si hubiera perdido a un ser querido en lugar de un puesto de trabajo.
Perder el trabajo es un duelo
Aunque en realidad, la pérdida del empleo es igualmente significativa para todos nosotros y el duelo puede ser tan doloroso como el de cualquier otra pérdida. Ya en otra ocasión escribí en mi blog precisamente sobre todas las emociones que se pueden experimentar al perder el trabajo.
Y es que el trabajo es un determinante de nuestra personalidad, nuestro estatus social y, para muchos, una actividad que da sentido a la vida. Es más, el trabajo es para muchos un refugio emocional. Perder el trabajo es perder gran parte de esto y duele.
Igualmente, ante el vacío que deja el sabernos sin trabajo, el miedo se apodera de nosotros. Especialmente cuando se llega a cierta edad, en la que el mercado laboral ya no está tan dispuesto a darnos una oportunidad.
Miedo a buscar trabajo
Las palabras de Robert: He perdido mi trabajo, ahora ¿cómo vuelvo a empezar? representan un signo claro de la incertidumbre, la ansiedad y el miedo que puede significar buscar un nuevo trabajo. Especialmente porque no se tiene certeza de cuánto tiempo pasará hasta conseguir una nueva oportunidad laboral.
Pero la incertidumbre no es la única razón del miedo, su origen puede ser diverso y estar asociado al tiempo que se ha pasado buscando empleo y las negativas que hay que enfrentar, las expectativas frustradas, y poco a poco la manera en la que la confianza en uno mismo se va debilitando.
Quizá sea esto último lo más difícil que hay que afrontar. Se comienza a perder la confianza en las capacidades personales y profesionales o incluso presentar síndrome de indefensión aprendida.
Síndrome de indefensión aprendida
El síndrome de indefensión aprendida, del que hablé hace algunas semanas, no sólo se da ante una relación abusiva; se puede experimentar también en la búsqueda de empleo.
Al no encontrar un empleo, se termina creyendo que existen factores que no somos capaces de controlar y por ello no encontramos trabajo. Una persona con indefensión aprendida acaba totalmente convencida de que nunca podría encontrar empleo, o ser un emprendedor para crear su propio negocio.
Se trata definitivamente de una persona que ha perdido la confianza en sí misma. A ella la sensación de falta de control le afecta de tal manera que comienza a perder la motivación, impidiendo que actúe de forma dinámica, creativa e innovadora. Le impide ser proactivo.
Peor aún, cuando la persona genera una idea que pudiera abrirle camino, el síndrome de indefensión aprendida se apodera de ella y haciendo que se frustre todo plan. La consecuencia es la incapacidad de actuar y salir adelante, la apatía y la pasividad. Incluso se corre el riesgo de depresión.
He perdido mi trabajo, ahora ¿cómo vuelvo a empezar?
Quienes, como Robert, se preguntan sobre la posibilidad de comenzar de nuevo en un lugar de trabajo diferente, con personas desconocidas, es oportuno que trabajen desde el ámbito de las emociones.
- No caigas en pánico. Por muy sombrío que sea el panorama al futuro, el pánico sólo paraliza y no permite acciones con proyección al futuro.
- Hay que afrontar el duelo como un proceso normal. Se pasará por la negación, hasta el dolor de ver perdido su puesto laboral. No obstante, también se deberá trabajar en sanar esas emociones y plantear estrategias positivas para la búsqueda de trabajo.
- Mantener una actitud positiva. Por difícil que esto pueda ser, caer en una depresión por desempleo es un riesgo tan grande al que no debemos someternos. Hay considerar que es sólo un trabajo y que hay otras áreas de la vida que se mantienen sólidas: la vida familiar, los pasatiempos, los hábitos saludables como el ejercicio, deben mantenerse como una rutina.
- Conocerse a uno mismo. Si se ha perdido la brújula y se ve demeritada la confianza, es importante que hacer un recuento de nuestras victorias, de lo que nos gusta, de lo que somos capaces, de la experiencia que tenemos, etcétera. De esta forma se podrá analizar de manera objetiva las oportunidades de éxito que ya hemos tenido y uno se podrá “vender” mejor en el mercado laboral.
- Buscar capacitación. Si al analizar tus habilidades sientes que algo te falta para encontrar un puesto de trabajo en nuevos mercados, es momento de buscar capacitación. Hoy en día, gracias a internet, hay muchos cursos de actualización o para ampliar habilidades que se pueden tomar a costos bajos. Hay que ser proactivos no solamente en la búsqueda de empleo sino también en tu desarrollo personal.
- Utiliza tus redes de apoyo. Rodéate de la gente que te quiere y en la que puedes confiar, esto será un soporte emocional pero también puede ser un puente para encontrar otras oportunidades de trabajo. Igualmente procura ampliar tus redes de contactos.
- Cuidar las finanzas. Una de las preocupaciones que surgen ante la pérdida de empleo es cómo se verá afectada nuestra situación financiera. Al respecto, recortar gastos, cuidar el crédito, invertir… pueden ser acciones que nos den estabilidad y una cosa menos por la que preocuparnos.
- Mejorar la empleabilidad. Especializarse en un área de trabajo, enfocarse en ciertas metas, anticiparse al mercado, actualizarse, destacar los talentos, ser proactivos creer en lo que se está haciendo, desarrollar la inteligencia emocional y las habilidades sociales, son un plus frente a los reclutadores.
- Pedir ayuda. Si a la situación laboral y económica sumamos la emocional, la persona que ha perdido su trabajo puede colapsar. Salir de la desesperanza y el miedo no siempre es fácil, requiere de estrategias y es necesario un apoyo profesional que nos guie y dé contención.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA