Hay por lo menos 8 actitudes que te están robando energía y que sólo dependen de ti transformar para conservar tu motivación y entusiasmo por la vida.
En la vida cotidiana no siempre vamos con el mismo nivel de energía, llegamos a pasar periodos de agotamiento físicos, mental y hasta emocional. La vitalidad que pudiera caracterizarnos en un momento se esfuma y el pesimismo nos invade; mucho de ello tiene que ver con las actitudes que asumimos, sin darnos cuenta las más de las veces.
¿Qué es una actitud?
Este descenso de energía o entusiasmo por la vida tiene que ver con las actitudes; es decir la disposición a comportarnos de una u otra manera.
La actitud es un procedimiento que conduce a un comportamiento en particular. Es la realización de una intención o propósito.
En el área de la piscología, la actitud es el comportamiento habitual que se produce en diferentes circunstancias y pone de manifiesto el carácter de las personas a partir de acciones repetitivas que definen la vida anímica de éstas.
Conservar una actitud positiva ante la vida nos carga de energía, esa fuerza que nos motiva y nos lleva a conquistar nuestros objetivos. La energía es esencial para satisfacer nuestras necesidades más básicas, afirma la Organización Mundial de la Salud. Y es que esta nos impulsa, nos lleva a la lucha por el bienestar.
Sin embargo, existen actitudes que pueden a ser negativas, y por ello arrebatan nuestra energía. Veamos algunas de estas actitudes.
Vivir en el pasado.
El pasado es un lastre que nos mantiene atados en una situación inexistente. Ya sea porque creemos que “todo tiempo pasado fue mejor” o porque en aquel tiempo vivimos una situación traumática que no hemos procesado, vivir en el pasado consume gran parte de nuestro tiempo, nuestros pensamientos, nuestra fuerza emocional. Nos consume y nos agota.
Hay que aprender a cerrar ciclos, trabajar el perdón, gestionar las emociones que entonces no se procesaron. Soltar ese pasado vendrá como consecuencia y con ello se puede avanzar hacia futuros más plenos.
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La culpa
El remordimiento y la culpa por haber experimentado una situación determinada aun sin ser nuestra voluntad, es algo que nos detiene. Es un factor que nos mantiene en el pasado también.
Pensar de forma repetitiva en aquello que hicimos o dejamos de hacer y lastimó a alguien más o causó a algún daño, sólo nos hace sentir abatidos y nos quita la energía.
El trabajo que corresponde para quitarnos este lastre es el auto perdón. Podemos redimensionar los hechos y evaluar tanto las circunstancias como las consecuencias desde el presente. Esto nos ayudará a perdonarnos a nosotros mismos.
El rencor
El rencor es la contraparte u opuesto de la culpa personal. El resentimiento también nos ata a un pasado, rumiando lo que otros han hecho, queriendo o no, y que nos ha lastimado, humillado u ofendido.
Aquí también se debe trabajar con el perdón, que es un potencial liberador y más que beneficiar a los otros, nos ayuda a nosotros mismos. Hay que perdonar para no restarnos energía y poder fluir con la vida.
La preocupación constante
Preocuparte constantemente no sólo te va a robar la energía, te puede llevar a afectaciones como al trastorno de ansiedad. La preocupación constante es un principal detonador del estrés crónico que no sólo afecta tu estado emocional sino también daña tu salud física.
Las preocupaciones generalmente tienen que ver con acontecimientos que no han pasado y que, tal vez, ni siquiera pasen. Suelen estar basadas en nuestra tendencia a anticiparnos y la avidez que tenemos por controlarlo todo.
Hacer de la preocupación un hábito gasta gran parte de nuestra energía sin resolver absolutamente nada. Y es que estamos lidiando sólo con pensamientos —generalmente negativos— y no con realidades.
La preocupación roba gran parte de su energía, empleando mucho tiempo pensando en lo que ocurrirá cuando aún no ha sucedido.
La Necesidad de Control
Como lo decía en el párrafo anterior, solemos querer tener el control de nuestra vida, pero es algo, prácticamente, imposible. Nos causa angustia saber que hay cosa en las que no podemos decidir, no podemos determinar los resultados y ello porque no tener el control es vivir en la incertidumbre.
La Queja constante
La queja es un pronunciamiento desde la negatividad, una inconformidad constante con la vida y una de las mejores formas para dejar nuestra energía de forma banal. Quejarse no resuelve nada, pero cansa mucho.
Tener una queja para todo es tener un pensamiento negativo al respecto y, por ende, una actitud igualmente negativa. Los pensamientos negativos son sólo eso, una disposición personal a ver el mundo de determinada manera; no obstante, puede cambiarse con una disciplina que nos lleve a actitudes positivas.
«La queja utilizada en ciertas ocasiones es un modo de descarga o una válvula de escape a lo que nos está ocurriendo, nos desahogamos en cierta manera. Ahora bien, cuando nos aferramos a ella agotamos gran parte de nuestra energía quejándonos»: Laura Rodríguez
No pedir ayuda
La idea de que somos autosuficientes es grave y puede generar una gran fuga de nuestra energía. No aceptar que requerimos ayuda o negarnos a recibirla es altamente desgastante, porque abarca también la necesidad de tener el control de todo y no soltar para fluir con la vida.
Llevar una vida asertiva y enfrentar el cotidiano con inteligencia implica saber administrar nuestros recursos, el tiempo incluido. Saber delegar, pedir ayuda o consejos, apoyarse en otros e incluso expresar lo que sentimos.
Intentar hacerlo todo por nuestra cuenta agota nuestros recursos, incluyendo nuestra energía.
No hacer un alto
Descansar es una parte fundamental de la vida, pero hay quienes no pueden lograrlo debido a una imperiosa necesidad de sentir que se está haciendo algo. La falsa idea de productividad no está dejando totalmente agotados.
Evadir la realidad también es un factor que nos lleva a estar activos constantemente, como los adictos al trabajo. Detener la actividad constante da lugar a la reflexión, al recuerdo y a la posibilidad de confrontar nuestros pensamientos y emociones, lo que puede ser muy angustiante para muchos, por lo que se evita tomarse un tiempo para sí mismo.
Observa cómo estas actitudes pueden darnos una falsa sensación de bienestar, pero en realidad lo que hacen es agotar nuestra energía, nuestro entusiasmo por la vida y la motivación que nos lleve a luchar por lo que deseamos.
Si sientes que tu energía cada vez es menos, te sientes sin entusiasmo por la vida al grado que nada importa, te recomiendo revises no sólo tu actitud sino tu estado de ánimo. Ante el extremo abatimiento es importante acudir con un profesional de la salud emocional para encontrar una recuperación sanamente.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA