Hoy te hablaré de por qué debes considerar el valor de ponerte límites a ti misma y ser constante en ellos.
Seguramente has escuchado frases como “el cielo es el límite”, “no dejes que nada te limite” o aquella que dice: “los límites solo están en tu cabeza”. Esas frases, aunque pueden resultar motivadoras e impulsarte a alcanzar ciertas metas, también pueden hacernos perder de vista que los límites son importantes.
Ya sabes que los límites son un paso necesario para que cualquier relación funcione. Es a través de ellos que podemos amar a otras personas, sin dejar de amarnos y cuidarnos a nosotros mismos.
El valor de ponerte límites
Los límites nos ayudan a definir qué es aceptable para nosotros y qué no. Nos ayuda a estructurar relaciones en las que podemos desarrollarnos de forma óptima y segura. Ello implica saber poner límites a quienes nos rodean y hacerlo con asertividad.
Pero también es relevante hablar de ponernos límites a nosotros mismos, algo que no es fácil. Porque si es fundamental hacerlo con las demás personas, mucho más relevante lo es para uno mismo.
Los límites están en estrecha relación con el autocuidado, fundamento del amor propio. Esto puede ser difícil pues requiere hacer cosas que no nos gusta o dejar de hacer lo que nos gusta.
Por ejemplo, te encanta ser una persona nocturna, pero desvelarte no te hace nada bien: ¡tienes que dejar de dormirte tan tarde! Y debes comenzar a levantarte temprano para cumplir tus metas diarias.
Quizá tienes que dejar ir a aquella persona con la que tienes vínculos afectivos, pero no está siendo recíproca y te lastima. Aquí es donde debes ponerte un límite y comenzar a soltar.
Debemos definir límites y sostenerlos. Por ejemplo, si has tomado la decisión de dejar de ver a cierta persona, debes evitar a toda costa no acudir en cuenta ella vuelva a llamar. Ese es el verdadero reto del amor propio.
Aunque duela no volverla/o a ver, priorizar tu bienestar es la decisión que estás sosteniendo al ponerte límites y decir NO voy a responder al llamado.
No obstante, definir y sostener tus límites no quiere decir que no puedas salirte de esa estructura; una de las condiciones del bienestar emocional es la flexibilidad. Quizá haya momentos en los que desistas, otros en los que te arrepientas de ese límite y quieras cambiarlo. Está bien, solo sé consciente de ello.
Si alguno de los límites con que riges tu vida ya no es funcional ni te brinda ese bienestar deseado, puedes cambiar. Eso no quiere decir que estás mal o que fracasaste, sino que has llegado a un buen momento de autoconocimiento y autocomprensión, en el que eres capaz de definir cómo quieres vivir, libremente.
Analiza todas las áreas de tu vida, identifica en cuáles quieres ponerte límites y define las reglas del juego, siempre que te brinden seguridad, autoconfianza y bienestar.
Pero toma en cuenta que esos límites son para ti, para sentirte bien y vivir mejor; no adoptes aquellos que crees que “debes” cumplir, de acuerdo a las expectativas de los demás.
Algunos ejemplos
- No contestaré cuando no tenga ganas o energía para hablar.
- No me obligo a hacer algo que no quiero.
- Elijo descansar y no hacer nada.
- Dedico tiempo para algo que me gusta
- No hablo de lo que no quiero.
- Compartir mis pensamientos cuando me sienta cómoda.
- Evitaré estar pendiente de las notificaciones del teléfono.