El perdón visto desde las constelaciones familiares no difiere de otras visiones terapéuticas, su objetivos es lograr el bienestar de la persona que lo practica más allá del bien que se le pueda proveer a quien se le otorga.
Perdonar, no obstante, con frecuencia resulta difícil especialmente cuando depende de la gravedad de la afrenta. Hay hechos que son tan dolorosos que las personas que los sufren se sienten incapaces de superarlo, y por ende de perdonar a quien le hizo sentir tal dolor.
Este dolor con frecuencia es rumiado constantemente, haciendo que la víctima lo padezca una y otra vez en su mente, reproduciendo las emociones previamente experimentadas. Esto es lo que llamamos resentimiento.
El resentimiento nos hace sentir con el derecho a estar enfadados, incluso a buscar algún tipo de castigo o venganza hacia quienes nos dañaron. Esta especie de revancha creemos que nos hará sentir mejor, pero la mayor parte de las veces no es así, incluso podría darse el efecto contrario.
¿Por qué cuesta perdonar?
Cuando las heridas son tan dolorosas suele ser porque las ha cometido alguien en quien confiamos, con quien teníamos una cercanía emocional significativa, confiábamos en aquella persona que nos hirió. Esperábamos de ella cierta lealtad, reciprocidad a nuestro afecto y respeto; deseamos entonces dejar de querer a quien nos hirió para que no lo vuelva a hacer.
Todo ello nos causa enfado, y es adecuado; este enojo es un signo de que algo debe cambiar en nuestra vida y que debemos buscar un bienestar. El siguiente paso es liberarnos de la carga y sanar, lo que se hace a través del perdón.
El problema surge cuando nos quedamos dando vueltas en torno al enfado, lo que nos impide sanar y avanzar. Esta pausa emocional se debe al miedo de seguir queriendo a alguien que nos ha lastimado, por ello conservamos el enfado y evitamos el perdón, pues además nos hace sentir vulnerables.
¿Cómo se mira el perdón desde las constelaciones familiares?
Las constelaciones familiares ven en el perdón un poder sanador y liberador; pero también es la oportunidad de asentir (tomar) la realidad tal y como es. Igualmente es tomar a la persona que nos hizo daño tal y como es; quererla tal y como es —si es el caso—, asumir que el afecto que se les tiene no debe morir sino florecer nuevamente.
Perdonar nos da la capacidad para ver al otro con sus defectos y virtudes, como un ser humano igual a nosotros; lo que nos debe colocar en la misma posición, pues quien perdona no debe ocupar un papel de superioridad y tampoco mantenerse en un papel de víctima. El perdón debe ayudar a equilibrar el dar y recibir, el tomar y soltar…
Otorgar el perdón no significa retomar algo que no puede continuar, relaciones que hemos decidido concluir porque así no es más convenientes. No significa permitir que la persona de la que nos separamos vuelva a nuestra vida “libremente” para correr el riesgo de que nos vuelva a lastimar. Pero sí es reconocer que no puede darnos más de lo que tiene, y por ello no podemos darle más de lo que es capaz de recibir.
Perdonar es liberarnos y soltar
Al perdonar nos liberamos de un hecho que sucedió en el pasado y que ya no es necesario seguir rememorando con resentimiento, que nos hace revivir una y otra vez el dolor. Aún mejor, nos permite mirar con un sentimiento real, lo que hay debajo del enfado y nos explica la causa del dolor. Redimensionando el sentimiento original nos permitimos soltar.
Cuando perdonamos, podemos elegir con mayor libertad la actitud o las acciones que deseamos tomar frente a alguien que nos hirió o que todavía lo hace. En tanto que el enfado se apodera de nosotros y de nuestras decisiones, al perdonar recuperamos nuestra propia visión y podemos lograr el bienestar propia y de quienes nos rodean.
Acercarse al perdón es una experiencia que trasciende. Es como un proceso por el cual la persona se transforma y aliviana la carga negativa del rencor y los paradigmas más rígidos se transmutan en algo parecido al desapego.
Simplemente te sueltas y tiras todo el odio por la borda hasta que el último vestigio de venganza desaparezca. No obstante, aunque conocemos el beneficio del perdón, a muchos nos cuesta trabajo hacerlo y ello va deteriorando nuestro bienestar emocional y generando rencor patológico, amargura y agresividad que pueden llegar a arruinar nuestras relaciones personales. Si es el caso, un profesional de la salud emocional te ayudará a procesar el dolor y perdonar.
JORGE DOMINGUEZ | PSICOTERAPIA
Constelaciones Familiares Montreal