Los celos son un sentimiento natural, como la tristeza, el miedo… quizá por ello no haya pareja que se salve de ellos. No obstante, sentirlos o ser celados en frecuentes ocasiones puede hablar de una patología (celotipia) que más que mantener unida a la pareja provocará conflictos y toxicidad.
Por el contrario, saber manejar las emociones que subyacen de los celos, establecer mecanismos de comunicación y confianza, así como la asertividad, son la mejor manera de sobrellevar el tema en una relación de pareja sana.
¿Qué son los celos?
Aunque los celos parten de un deseo de posesión del otro, suelen considerarse un medidor de amor. Quien no cela a su pareja —se dice— no la quiere lo suficiente. Pero esto no es necesariamente así.
Celar es una respuesta emocional que nace cuando la persona percibe una amenaza sobre algo o alguien que considera propio. Esto hay que tomarlo con reserva, pues no parece muy saludable suponer que se puede poseer al otro como si fuese un objeto y luego celarlo porque se cree que se está perdiendo.
Por ello, aunque los celos sean algo común, no deben ser considerados un signo de amor, pues generalmente surgen de una sospecha o inquietud de que la persona amada pudiese estar prestando su atención y sus favores a otra, lo que genera una serie de emociones que incomodan al celoso.
Los celos van más allá de ser un detalle para recordarle al otro que se le ama. No es lo mismo que ella se arregle para una fiesta y él, para recordarle que le importa, diga: «que guapa te has puesto, ¿dónde vas?» Y la historia termine ahí, sin reclamos ni discusión.
Si, por el contrario, luego del comentario siguen interrogatorios, acusaciones, reclamos y cuestionamientos o incluso agresiones directas, estamos hablando de una patología.
Los celos son un tipo de desconfianza hacia el otro, y la desconfianza nos separa del ser amado.
¿Qué quieren decir los celos?
Celar y ser celado de manera constante es signo de alerta en la relación, ya que no es un lenguaje de amor sino de alguna de estas cuestiones:
- Baja autoestima, que genera inseguridad debido a la idea del celoso de que no merece el amor de su pareja. Así que teme que en cualquier momento ésta se dé cuenta de que no vale la pena y se marche.
- Pensar que no se es digno de ser amado, genera un patrón constante de posesividad con la pareja debido al temor de que el otro nunca corresponda equitativamente al amor del “celoso”. Entonces éste suele tender un cerco de control y celos en torno a la pareja, que terminará hartándola y al final lo dejará.
- La idea irracional de que “todos (o todas) son iguales”, infieles y mentirosos por naturaleza. Estas son etiquetas aprendidas en el entorno de origen, y también pueden estar confirmados por la experiencia del celoso. “Si un hombre ya me engañó, todos me van a engañar”.
- Desconfianza generalizada. No superar una traición nos vuelve desconfiados con todos. Estamos heridos y sospechamos que todo el mundo nos puede hacer daño. Los celos es un supuesto acto de defensa ante el temor a ser heridos nuevamente.
- Problemas de inseguridad que nos llevan a un miedo exagerado a perder al ser amado. Nos vuelve híper-alertas ante situaciones o personas que consideramos una “amenaza”.
- Posesividad. Los celos expresan que la pareja pertenece al celoso y como tal tiene derecho a su total control, reclamando así su total atención (en exclusiva).
- Dependencia emocional. El miedo a la soledad, a no poder vivir sin el otro, anulando la propia identidad es otro factor que se expresa mediante los celos, los que están expresando terror ante la pérdida del ser amado.
Así, podemos identificar que detrás de los celos se encuentra la inseguridad y baja autoestima, la desconfianza y el miedo, así como la dependencia emocional.
¿Son malos los celos?
Como he dicho previamente, siempre hay la posibilidad de vivir los celos en la pareja. Pero su grado de toxicidad está vinculados a cómo se siente cada miembro de la pareja durante la escena de celos y el tiempo subsiguiente; el grado de angustia y/o violencia que se pueda experimentar a causa de los celos.
Si los celos, acompañados de reclamos y acusaciones, le hacen sentir reprimido, atrapado, juzgado, humillado, denigrado, entonces hablamos de que un elemento tóxico se ha colado en la relación de pareja y hay que erradicarlo. Esta clase de celos es patológica y requiere, como toda enfermedad, atención profesional.
Asimismo, quien cela vive en constante angustia temiendo que pueda perder a su ser más preciado. Una angustia debida a la posibilidad de que algo malo pase, que genera un patrón repetitivo que puede volverse un trastorno de ansiedad, lo que impide disfrutar del presente con el ser amado.
Estas situaciones provocan conductas que alejan cada vez más a la pareja; aumenta la desconfianza y la inseguridad hasta que la relación acaba por romperse.
Lo anterior nos puede llevar a concluir que los celos son malos y nunca deberíamos sentirlos. No obstante temer la pérdida del ser amado o sentirnos inseguros por una amenaza concreta, o desconfiar después de una traición o mentira puede considerarse lógico.
La cuestión es el peso que se le da a la situación, cómo lo vivimos y el equilibrio con el que lo tratamos, individualmente y en pareja.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA