Educar para vivir en pareja es colaborar con la enseñanza de habilidades emocionales que permitan al niño tener los cimientos fundamentales para convivir y establecer vínculos saludables a través de su vida, incluyendo su relación de pareja.
Por generaciones, llegamos a la relación de pareja por intuición, a veces casi por instinto; nos vinculamos con los demás por una cierta atracción y confort emocional. Encontramos con quien nos sentimos a gusto física y/o emocionalmente, quien llena alguno de nuestros vacíos y nos relacionamos como se va dando la situación. Luego debemos enfrentar la realidad y no todos salimos bien librados del reto de la cotidianidad, de la estabilidad cuando ya las mariposas en la barriga son ordinarias o los problemas más elementales como los asuntos domésticos se vuelven insostenibles.
Así pueden dar inicio los conflictos en la pareja…
Estar en una relación de pareja lo vivimos casi todos alguna vez en la vida, pero no a todos nos sale bien; no todos tenemos la habilidad de convivir con otro, con otra, y ser felices —como esperaríamos que fuera—. Hay quienes por el contrario la sufren, ven frustradas sus expectativas y el duelo de un rompimiento se prolonga hasta hacerlos incapaces de volver a relacionarse de manera saludable.
Quienes quieren mejorar su forma de relacionarse en pareja, ya sea que de inicio no les haya ido bien o que están bien pero quieren estar mejor, toman cursos, talleres, terapias, van a conferencias… De tal forma, el entrenamiento para vivir en pareja se suele recibir a posteriori, luego de la experiencia de la relación, y quizá es cuando uno se da cuenta de lo que debió ser o lo que nunca debió hacer, aunque en ocasiones demasiado tarde.
En el mejor de los casos, uno puede paliar la frustración, el dolor y el duelo de una relación fallida y armonizar este aspecto con el resto de elementos que conforman nuestra existencia. Cuando llega este tipo de develación, es cuando somos capaces de avanzar a mejores vínculos con los demás y mejores formas de vivir en pareja. Aunque no todos tienen la posibilidad, el criterio o la decisión de pedir ayuda para mejorar su vida amorosa; no tienen las habilidades o herramientas suficientes para desarrollar mejores vínculos e incluso hay quienes ni siquiera saben que podrían tener estos recursos.
Sin embargo, hoy en día con todo el conocimiento que tenemos como sociedad y la experiencia que como adultos adquirimos; además de lo que los especialistas conocemos a través de las diversas áreas de estudio enfocadas en el comportamiento humano y sus relaciones (como la psicología), me parece que es una buena oportunidad para comenzar a educar a niño y niña, para que cuando crezcan tenga mejores posibilidades de éxito al relacionarse en pareja.
Y no hablo de cosas complejas o temas que sólo sean para mayores de edad; la pareja requiere recursos emocionales que todos deberíamos tener desde la niñez, pero no siempre es así; por ejemplo la autoestima positiva. Algunas generaciones, algunos grupos sociales, no se ocupan de esos temas durante la crianza de los hijos y, a la postre, éstos carecen de esas habilidades.
1. La autoestima es la capacidad de autoconocimiento y valoración propia que nos permite vincularnos de manera más sana con los otros, evitar la competencia con la pareja, promueve el autocuidado emocional de manera que se seamos capaces de establecer límites y reclamar respeto.
2. La empatía es otra habilidad elemental para vincularnos sanamente con la pareja; una destreza que tiene que ver con la inteligencia emocional, con nuestra capacidad de reconocer un bagaje de emociones tanto en nosotros como en los otros, con el fin de entender y comprender al otro, para ser capaces de ponernos en la situación de los demás.
3. Asertividad. La falta de comunicación es uno de los principales problemas en la pareja. Ser asertivo nos permitirá decir con claridad lo que esperamos del otro, lo que necesitamos, lo que sentimos, a la vez que el otro puede saberse escuchado de forma activa. Con la asertividad se da la posibilidad de negociación, que será siempre necesaria en la vida en pareja.
4. Solidaridad. En la pareja tenemos que ser solidarios, no sólo empáticos. Cuando el otro requiere ayuda y, principalmente, apoyo no se vale dejarlo solo por esta incapacidad de ser solidario… La solidaridad implica la posibilidad del trabajo en equipo, colaborar con el otro y, además, el arduo trabajo de equilibrar el yo con el nosotros.
Estas habilidades emocionales pueden enseñarse a las personas desde la infancia, y no sólo de forma académica, sino con la vivencia. Por ejemplo, el niño, la niña, aprenderán de cómo se llevan papá y mamá, aun cuando estén divorciados.
Los niños desde el nacimiento comienzan a generar vínculos, confianza en su entorno y en sí mismos, a constituir apegos, etc. Así que a través de la enseñanza de habilidades emocionales puede enseñarse a los niños a construir relaciones saludables que en la adultez se verán reflejados, por supuesto, en la pareja.
Si quieres darle esta herramienta tus hijos, recuerda que el CURSO DE FRENTE A LA VIDA | PAREJA tendrá una versión infantil en la que desde ahora puedes encaminar a los niños a vivir experiencias emocionales más exitosas. Imparte de forma paralela al de adultos Laura Zazueta.
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