Define tus prioridades emocionales ahora para incrementar tu bienestar y mostrar una vida congruente entre lo que crees, lo que piensas y lo que haces.
La otra tarde me contaban que María había dejado a sus hijos con los abuelos para poder ir detrás de su nuevo marido, quien le había puesto un ultimátum: “¡O tus hijos o yo!” Ella sin más, dejó a sus hijos para irse con él.
Muchos juzgarán a María como infame, una mala madre y le desearán poca fortuna. Pero sus prioridades eran claras, ella quería tener una pareja. Y es que desde joven le enseñaron que tener una pareja le daba “valor”. María creía que una mujer sin marido no valía nada y actuó acorde a sus prioridades.
Así son las prioridades. Vamos por la vida tomando decisiones de acuerdo a lo que para nosotros es más relevante, respecto aquello que cautiva más nuestro interés y según los valores que hemos cultivado a lo largo de los años.
No obstante, muchas veces priorizamos cosas que no son importantes, pero pensamos que sí lo son. La publicidad, las convenciones sociales o la presión del entorno pueden “imponernos” prioridades, pero al asumirlas no nos hacen felices.
Otras veces, nos cuesta trabajo establecer nuestras prioridades, porque tenemos un conflicto interno entre las cosas que queremos y las que sabemos que nos convienen.
Nuestros valores definen prioridades
María priorizó su relación de pareja conforme a los valores adquiridos a lo largo de la vida. Esto no quiere decir que no quiera a sus hijos o que no le importen, sólo es que para ella era más importante saberse valiosa por tener un marido…
Los valores nos sirven de guía para conducirnos de una u otra manera, para tomar decisiones y relacionarnos con el demás acorde a ellos.
Y aunque existen valores que para todos pudieran ser relevantes, como la honradez, la tolerancia, la paz y la justicia, también para cada uno de nosotros existen valores que ocupan lugares predominantes sobre otros.
Una vez que tenemos claros esos valores, sabemos comprender las prioridades que tenemos. Y para descubrir nuestros valores podemos preguntarnos por aquello que ocupa el primer lugar en nuestra mente o que nos impulsa a actuar de forma casi irreflexiva.
¿Cuáles son tus valores?
Una forma sencilla para definir tus valores es haciéndote preguntas que te van a permitir conocer qué es lo esencial para ti, que tiene más importancia sobre otras cosas.
Pregúntate, por ejemplo: ¿cuáles son las decisiones de las que más orgullo has sentido y de aquellas que te arrepientes? ¿Cómo son las personas que admiras y por qué? ¿Cuáles son tus metas y por qué son importantes para ti?
Las respuestas a estas preguntas te darán luz respecto a aquello que pones como una prioridad.
Tal vez para ti las decisiones que más te hacen sentir orgullo son las relacionadas con el ahorro y finanzas personales, en tanto tus metas son llegar a una determinada edad con un ahorro de tantos miles de dólares. Tu prioridad podría ser la estabilidad económica y el por qué tal vez tenga que ver con las carencias pasadas en la infancia, sólo por dar un ejemplo.
Una vez definidos los valores que son fundamentales para ti, podrás definir cuáles son en este momento tus prioridades porque, por supuesto, éstas van cambiando a lo largo de la vida.
No es lo mismo ser una mujer soltera cuya prioridad podría ser el desarrollo profesional que una mujer con hijos para la cual éstos sean una prioridad.
También podrás ser consciente si eres congruente con tus valores. María decía que sus hijos eran su mayor tesoro, y tal vez así lo crea ella, pero no eran su prioridad.
De tal forma, podemos ver que cada quien tiene sus prioridades en cierto orden y, con frecuencia, van amoldando sus decisiones y comportamientos acorde a ellas.
Prioridades emocionales
Tal como se toman decisiones y se definen comportamientos acordes a las prioridades en la vida cotidiana, también nuestra vida emocional va teniendo esta escala de valores que debemos definir para alcanzar mayor grado de bienestar.
Priorizar emocionalmente nos permite establecer límites, gestionar mejor nuestras emociones, desechar los elementos tóxicos que irrumpen en nuestra vida y lograr mayores niveles de bienestar.
Algunas de las prioridades emocionales podrían ser:
- Mejorar el nivel de autoestima
- Ser emocionalmente independiente
- Tener mejor manejo de las emociones
- Poder soportar la adversidad con fortaleza
- Aumentar el grado de empatía en las relaciones sociales
- Tener más amigos
- Expresar mejor el afecto
- Ser más generoso con la familia
- El ámbito personal por encima del trabajo
También pueden existir prioridades que no dependen directamente de nosotros y que suelen ser perjudiciales. Como en el caso de María, el tener una pareja o no quedarse sola era la única manera de sentirse valiosa; sólo a través de la mirada de otros.
Otro ejemplo: A Alejandra le han hecho una crítica respecto a su peinado, ella ahora se siente insegura y algo molesta. Para ella, su valor emocional está en la aceptación de los demás y que la gente le diga lo bien que se ve es una prioridad.
Así, aquello que te hace sentir bien emocionalmente debe ser el valor que ponga el orden en tus prioridades. Pero toma en cuenta que a través de la vida vamos cambiando, por lo que nuestros valores también lo hacen, reflejándose en nuestras prioridades.
¿Cómo defino mis prioridades?
Existen muchos ejercicios para establecer el orden de las prioridades, pero lo importante es que la honestidad sea tu guía.
Detalla una lista de lo que más valoras en términos emocionales: paz interior, independencia emocional, resiliencia, autoconfianza, auto control, gestión emocional asertiva, motivación, etc.
Es necesario que pienses si vives acorde a lo que más aprecias, es decir si practicas constantemente los valores que has suscrito y cómo lo haces. Si no los vives, pregúntate ¿por qué y qué te lo impide? Igualmente analiza si tus decisiones y actos son acordes a estas prioridades.
Lo esencial es saber qué es importante para ti, no pensar en qué quieren los demás, o qué es lo que otras personas consideran que es importante para ti.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA