Si alguna vez te has preguntado ¿debo seguir esperando el amor? Hoy te doy una respuesta a ello y te explico algunas razones.
Historias como la de Rapunzel, Blanca Nieves y la Bella Durmiente, hicieron creer, especialmente a las mujeres, que el rol de ellas en las relaciones amorosas era pasivo; que había que esperar al rescate del príncipe.
Ahora sabemos que esos cuentos no van con el amor verdadero, que es preferible dejar de romantizar el amor y afrontar que debemos vivir vínculos honestos entre personas maduras. Un tema que es bastante complicado porque las películas, las novelas, los libros, siempre nos han dicho que debemos esperar el amor y cuando este llegue será especial e idílico.
Por otro lado, hemos vivido con la idea de conseguir nuestra “media naranja” como una de las misiones más importantes de la vida. No obstante, es otro mito del amor, porque a la tierra hemos venido completos y debemos dejar de pensar que necesitamos alguien que nos complete para ser “toda la naranja” y desarrollarnos plenamente.
¿Debo seguir esperando el amor?
No todos tenemos que vivir el amor de la misma manera, ni siquiera tenemos que conseguirnos un amor para ser plenos, felices y realizar nuestras metas. Por ello consideremos que no debemos seguir esperando el amor.
El amor se vive, se construye, se actúa y se comparte. La vida en pareja es, por su parte, una elección a la que debemos dejar de imprimirle un montón de expectativas, pues pareciera que nuestra pareja debería pasar un examen para poder amarnos y no sólo ser ella misma.
Bajo esta perspectiva, esperar el amor es un acto inútil porque sólo es esperar a que llegue una persona a complacernos, que cumpla con una serie de requisitos que le hemos de imponer. Así, no estaríamos esperando a una persona con quien compartir y vivir la experiencia de una relación adulta y saludable, sino sólo alguien que llene un papel que inventamos en nuestra historia de amor.
¡Deja de esperar el amor!
La vida es tiempo y cada momento que quedamos expuestos a la “espera” de que otro llegue a ordenar y embellecer nuestra vida, es un tiempo perdido que desaprovechamos, sólo por estar enganchados a una meta como “conseguir un amor”.
Nuestra existencia, por el contrario, es amplia y hay muchas cosas por vivir antes de dejar esta vida. Esperar el amor, sentados en la pasividad, como Blanca Nieves esperando el beso del príncipe para vivir, no es benéfico para nadie. Ni para el que espera, ni para quien va a tener que llenar un zapato que no sea de su medida.
Dejar de esperar el amor es asumir que tú y la vida que has decidido llevar valen por sí mismas. Piensa que la vida es un camino que hay que avanzar y afrontar los acontecimientos en el aquí y el ahora, así como vienen.
Creer en el amor
Claro que dejar de esperar el amor no quiere decir que no creas en el amor o que te vuelvas una persona amargada que no socialice porque ya no esperas nada. No se trata de no esperar que alguien llegue, sino de dejar de estar esperando pasivamente.
La misma idea del amor (propio) debe impulsarnos a la vida, a tener toda clase de experiencias; conocer a muchas personas… Sí, amar es comenzar por amarse uno mismo y darse ese amor que merecemos, el que implica cuidados, aventuras, cumplir metas y compartir con otro.
Vivir una vida como individuo, con la idea de que en algún momento alguien podría compartirla, pero sin forjar una obsesión de esperar al “príncipe azul” o la princesa en cuestión, es la mejor manera de no esperar el amor, pero creyendo en éste.
El protagonista de la historia de amor
Cuando quedamos eternamente a la espera de otra persona, nos infravaloras tanto que perdemos de vista nuestro verdadero valor. En la espera, podemos vincularnos por desesperación, en vez de por verdadero amor. Recuerda “ama cuando estés lista, no cuando estés sola”.
Merecemos mucho más que ser un actor secundario en nuestra propia vida: debemos asumir el papel protagónico en la trama de la vida. Y dejar de esperar sólo porque es lo que nos han hecho creer.
Dejar de esperar el amor nos da la oportunidad de trabajar en nuestra salud emocional, en ser más asertivos y hábiles emocionalmente, nos hace amarnos primero a nosotros mismos y tener una firmeza interior que nos prepare para compartir con otra persona con madurez. No sólo esperemos que alguien venga a elegirnos como manzanas o lo dejemos a la suerte, según la vida nos dé.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA