Identifica cuál de estos estilos de pensamiento tienes y comienza a cambiarlos de inmediato antes de que arruinen más tu bienestar emocional.
El estilo de pensamiento es la forma en la que solemos pensar, vinculada con nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. Estos estilos pueden ser adecuados o inadecuados en tanto la forma en que nos hacen sentir y nos brindan, o no, bienestar mental y emocional.
Cuando hablamos de tener uno u otro estilo de pensamiento nos referimos a la manera en la que percibimos, analizamos, sacamos conclusiones y relacionamos, con las diferentes situaciones que vivimos.
La forma en que pensamos es personal, suele ser aprendido y lo repetimos una y otra vez. Puede enfocarse hacia una perspectiva positiva, cargada de optimismo, o por el contrario ser pesimista, donde todo se ve de forma negativa.
Según la dirección que tomen nuestros pensamientos —optimistas o pesimistas— se determina nuestra actitud ante la vida, así como nuestras relaciones y conductas. Igualmente, define la manera en que vemos el pasado, nuestra relación con el presente y hasta puede definir nuestro futuro.
Algunos de los estilos de pensamiento que asumimos miran sólo aspectos negativos de la vida, la gente y nosotros mismos. Suelen negar una parte importante de la realidad, aquella que es más positiva, lo que nos perjudica y nos hace sufrir.
Sin embargo, ya que la forma en que pensamos es algo aprendido, también podemos desaprenderlo para cambiar y encaminarnos hacia el bienestar deseado.
Estilos de pensamiento
Antes de intentar cambiar tu estilo de pensamiento, identifica cuál es el tuyo. Entre los más comunes se encuentran:
1. Extremista
El extremista piensa y percibe su realidad, en términos de blanco y negro, todo o nada. No ve los puntos intermedios. Sus expresiones suelen encabezarse con “siempre”, “nunca”, “todo”.
Este tipo de pensamientos suele angustiar a las personas porque se mide la existencia en términos únicos de éxito o fracaso. De esa misma forma juzgamos a los demás, lo que puede generar conflictos en nuestras relaciones.
2. Alarmista
La seguridad de que algo peor sucederá en cualquier situación caracteriza este estilo pensamiento. Ello impide que se pueda disfrutar la vida, siempre se vive bajo el temor o certeza de lo terrible por venir.
3. Adivinador
Una persona “adivinadora” cree que siempre sabe lo que los demás piensan, generalmente en términos negativos. Sus pensamientos se expresan con frases como “no tiene caso que le pregunte, ya sé lo que me dirá”.
Es un pensamiento muy poco asertivo y limitador, que mina las posibilidades de acción.
4. Detallista
Los pensamientos detallistas ignoran el conjunto y se fijan sólo en un detalle.
Imagina que luego de una cita de trabajo en donde la conversación ha sido perfecta, se han respondido todas las preguntas con certeza y confianza, al salir el entrevistado tropieza y piensa: no me darán el trabajo, estuve fatal, tropecé.
5. Egocéntrico
Para alguien con esta clase de pensamiento toda conducta y sentimientos de los demás han sido causados por él. Pero en realidad no es porque se crea importante, sino porque no se siente seguro de su valor personal, requiere que sean otros los que le validen. Es el tipo de persona que mira alguien riendo y piensa “seguro se está riendo de mí”.
6. Exagerado
No hay límites para el pensamiento exagerado, quien así piensa se siente convencido de que lo que sucede una vez, va a suceder siempre.
Basta una situación para hacer una generalización, ignorando cualquier dato que contradiga dicha conclusión. Si se marea en un barco, la conclusión es que siempre se mareará en los barcos.
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7. Modesto
El modesto niega cualquier característica o conducta positiva en él y aumenta todo lo negativo. Una autoestima baja es la base de este tipo de pensamiento de tipo “yo soy malo para estas cosas”, no importa si realmente lo sea o tenga alguna cualidad para hacerlo.
8. Juzgador
Alguien con un pensamiento así decide, de forma inflexible, lo que está bien y lo que está mal, exige que todo y todos actúen según sus reglas.
Este tipo de personas no aceptan la realidad. Aunque el juzgador puede tener razón de acuerdo a sus valores y deseos personales, no acepta que la realidad no depende de sus preferencias.
La consecuencia de este tipo de pensamientos es frustración y enojo constantes.
9. Terco
Un pensamiento terco lleva a considerar que siempre se tiene la razón y no se aceta la información que contradice su punto de vista. Con frecuencia ni siquiera escucha a las personas que no están de acuerdo con él.
La necesidad que se esconde detrás de un pensamiento terco es la de probar a otros que no somos tontos y que tenemos siempre la razón. La baja autoestima es razón de ello.
10. Etiquetador
Todo tiene una etiqueta o un estigma cuando se trata de este tipo de pensamiento. Generalmente se define a los demás y a uno mismo a partir de considerar en una sola característica.
11. Emotivo
Los sentimientos personales dominan esta clase de pensamientos. De acuerdo a cómo se sienta la persona, así es como va a proyectarse en su realidad. Si se siente culpable, estará convencido de que actuó mal, aun cuando no sea verdad.
12. Iluso
El iluso espera que las cosas se arreglen solas. No actúa ante los problemas y espera que de alguna manera se solucionen.
Como he dicho antes, el estilo de pensamiento es algo aprendido; de igual forma podemos desaprender para evitar que mermen nuestro bienestar. Recordemos que son formas equivocadas de percibir y enfrentarnos con la realidad.
Por ello es importante identificar qué clase de pensamientos estoy teniendo, cuáles usamos con mayor frecuencia y modificarlos poco a poco.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA