Las consecuencias de una infancia sin amor se advierte tanto en la auto percepción como en la forma en que el adulto entablará relaciones con otras personas.
A los niños no sólo hay que amarlos, hay que hacerles sentir que se les ama. Es una etapa de la vida fundamental para el desarrollo físico, mental y emocional, y la falta de amor define los futuros vínculos de las personas.
En la infancia se aprenden los modelos afectivos desde etapas muy tempranas, de igual manera asumimos la seguridad y autoestima dependiendo de la forma en la que se sienten las manifestaciones afectivas o no. Es el momento de la vida en la que aprendemos cómo amar.
El amor es una cosa maravillosa
Cuando se supone que todos apreciamos el amor como un ingrediente maravilloso de nuestras vidas, que nos brinda alegría, satisfacción, confianza y cuidado. Crecer sin amor nos enseña una realidad diferente.
Un niño que vive sin sentir el amor reconocerá esta emoción como algo distante, doloroso, que incluso hay que merecerlo a través del sufrimiento. La auto seguridad y la autoestima del futuro adulto crecerá tambaleante y podrá minimizarse ante cualquier adversidad.
Creando patrones del amor
En la infancia, un niño sigue los modelos de padres o cuidadores. Ellos son un ancla de vida que permite la formación esencial de valores y patrones de conducta, así como emocionales.
Los niños crean vínculos con esos adultos cercanos en quienes confían para su cuidado y dependen para sentirse seguros. Además, necesitan reflejarse y sintonizarse con sus cuidadores, y ser validados por ellos.
Cuando los cuidadores se encuentran emocionalmente sanos, los lazos del niño se consolidan positivamente. Se sentirán merecedores de un amor incondicional, dedicado y confiable. Este modelo les hará crecer replicando esta clase de sentimiento a lo largo de su vida.
Igualmente, serán capaces de consolarse y amarse a sí mismos, generando estrategias de autocuidado y asertividad. Sus lazos serán con relaciones fuertes y saludables, utilizando herramientas de inteligencia emocional.
Sucederá lo contrario de crecer sin el sentimiento del amor.
Los padres o cuidadores emocionalmente inestables, que no han madurado los suficiente o que son distantes, generarán en el niño un sentido de sí mismo debilitado e, igualmente, inestable. Los niños serán incapaces de consolarse, de confiar en los demás, encontrarán dificultades para amarse a sí mismos.
Amor que duele
En la adultez, les será difícil hallar significado de plenitud en sus relaciones interpersonales, carecerán de habilidades básicas para entablar vínculos saludables y desconocerán lo que es el amor sano.
Los niños que crecen sin sentir amor son incapaces de reconocerse dignos de recibirlo sin esfuerzos o sin que represente un sufrimiento. Ya que sus cuidadores les han hecho crecer con el sentimiento de miedo y tristeza, frustración y enojo, lo que buscarán inconscientemente en sus próximas relaciones afectivas.
De esta forma el niño aprende que el amor es dolor y en la adultez puede estar vulnerable a relaciones de codependencia y volverse víctima de abusos emocionales y chantajes, así como violencia. Así sólo se genera una concepción errónea del amor.
Rasgos del desamor
Como consecuencia se pueden encontrar los siguientes rasgos:
- Relaciones interpersonales pobres.
- Tener miedo al amor y al compromiso.
- Rasgos de personalidad narcisista o limítrofe.
- Sus relaciones serán abrumadoramente dolorosas y negativas.
- Buscarán personas con rasgos de personalidad negativos que las lastimen o abusen.
- Piensan que nunca podrás ser amado o que realmente no mereces amor.
Cómo restaurar a un adulto que fue niño sin amor
Experimentar dolor y sufrimiento al amar no es normal y debe reconocerse el origen de esta conducta. El adulto que puede identificar el origen de sus patrones afectivos también podrá trabajar en restaurar sus concepciones del amor de una manera sana.
Para ello debe trabajar en su autoestima, amor propio y autocuidado. Restableciendo este valor personal de forma consciente, será capaz de asumir que merece ser amado plenamente y sin dolor. Al aprender a practicar el amor propio y el cuidado personal, también aprenderás a dar y recibir amor saludable en relación con los demás.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA | CONSTELACIONES FAMILIARES