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Todos buscamos cómo reconciliarnos con mamá porque alguna vez en la vida ella, nuestro primer gran amor, habrá roto nuestro corazón, ya sea con un regaño o grito o hasta con el abandono y maltrato. 

Como he hablado anteriormente, la relación con mamá es siempre susceptible a controversia, heridas y sentimiento de pérdida, tanto como puede ser motivo de gozo y plenitud. Y es que las expectativas que solemos tener de nuestra propia madre a veces se ven frustradas y es necesario conciliar lo que esperamos de ellas con la realidad, puesto que a la vez que la juzgamos no podemos vivir sin su presencia.

En el crecimiento y desarrollo de los niños, el vínculo y la experiencia con la madre, tan fundamental en su salud emocional entre otras cosas, no siempre es percibida como positiva.  A veces el niño percibe a la madre como “mala” quizá porque no cumplió satisfactoriamente con sus necesidades, le abandonó, o porque en alguna ocasión le causó ciertas heridas que fueron vistas desde el estadio infantil como fallos ante las expectativas arquetípicas hacia su madre. Es decir, la madre deja de cumplir lo que los hijos esperan de ellas, sea o no de forma intencional.

Cuando esta percepción de la madre es negativa, parcial o totalmente, queda en nosotros un niño herido que debe sanar y para ello deberá reconciliarse con su progenitora.  

Es por ello que aquí tomamos nota de algunas claves para reconciliarte con mamá.

  • Asume que estás enojado/enojada con tu madre y que llevas dentro de ti a un niño herido. Puesto que el lazo con nuestra madre está signado por el amor que debe unirnos, a veces es difícil pronunciarse por el enojo y el dolor ante ella. Es decir, no siempre es fácil decir “estoy enojado con mi madre”. Pero como en muchos otros casos, es fundamental reconocer la herida y el dolor para después sanarla.
  • Con visión de adulto, busca redimensionar las situaciones que provocaron tu enfado o dolor. De tal manera, trata de ver con claridad qué fue lo que causo la percepción de “mamá mala”, y asume que ya no eres aquel niño, que puedes aceptar a tu madre tal como es.
  • Toma en cuenta que el perdón es un acto personal que nos sana a quienes lo otorgamos, y que no es necesario ni que el otro lo solicite (a veces la madre, que hizo lo mejor que pudo ni siquiera sabe que debe pedir perdón) ni es necesario que esté presente para reconciliarnos con ella. Quizá mamá ya haya muerto, y no por ello evitaremos la reconciliación que nos devuelva la paz interior y la salud de nuestras emociones.
  • Mirar sin juzgar. Si ya eres padre o madre, sabrás que aun cuando hay escuela para padres y muchos libros para la crianza de los hijos, la realidad puede superarnos y no siempre es fácil cumplir con el rol estandarizado de “un padre o madre perfecto”; así sabrás que muchas veces las heridas que provocamos a los hijos no son intencionales.  motivo para que lo pienses bien y dejes de juzgar con dureza a tu madre para luego comprender aquello que la llevo a herirte y perdonar después.
  • Si no eres padre o madre, toma en cuenta también ello: los padres, en nuestra inexperiencia, tenemos una historia previa que fundamenta nuestra paternidad o maternidad y que, más allá de nuestra voluntad, nos lleva a errores que lastiman a los hijos sin desearlo; incluso por muy tóxica que sea esta relación, difícilmente media la maldad de la madre.
  • Las heridas emocionales que nos propinan los padres, especialmente la madre, son porque esperamos cosas que tal vez ellos no estén capacitados para darnos, o no saben que deben darnos; porque la visión que tienen de la vida es diferente a la nuestra y es momento que intentemos respetar su visión de la vida como diferente a la nuestra, motivo por lo que se suceden las controversias entre padres e hijos.

 

“Aceptar es empezar a mirar sin juicios, con todo lo bueno y lo malo, con lo que me gusta y lo que no porque independientemente de los juicios siempre hay un deseo muy fuerte hacia nuestras madres y ese deseo es movido por el amor.” 

  • Ahora que has dejado de juzgar a tu madre y respetas su historia, así como su forma de pensar, puedes aceptarla, es el momento de dejar de intentar cambiarla. Desde una postura adulta, aunque tu madre no esté presente o ya no viva, puedes tomarla como es, respetarla y considerar si aquello de lo que la acusas aún es válido.
  • Luego de redimensionar y aceptar sin juzgar es momento de tomar tu propia vida y vivirla asumiendo que tu madre es como es, y que puedes tú escribir una nueva historia desde una perspectiva más sana.

Sin embargo, puede que las heridas sean aún más profundas y el dolor insondable, entonces es importante trabajarlo desde la psicoterapia, para sanar aquello que por nosotros mismos no podemos. i el enojo con tu madre te supera comunícate conmigo: JORGE DOMÍNGUEZ

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Recuerda que los artículos que aquí encuentras son meramente informativos y no sustituyen el tratamiento y consulta con un profesional de la salud emocional. Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional, considerando las características únicas del paciente.

 

 

De Frente a la Vida |CONTIGO

 

Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

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