El temor es latente, quedarnos solos es siempre una posibilidad, por eso hoy te daré a algunas claves de cómo perder el miedo a la soledad.
Los seres humanos somos gregarios, es decir necesitamos estar en sociedad; la absoluta soledad y el aislamiento no sólo son indeseables sino pueden provocar algunas deficiencias en la salud física y mental.
Debido a esta necesidad de estar en grupo, la soledad puede causarnos temor y especialmente si hablamos en términos de pareja, y más si se ha superado cierta edad.
El estigma social también juega un papel importante en este miedo que tenemos a “quedarnos solos”. Ello puede llevarnos a la desesperación y, con ella, a la dependencia emocional o a relacionarnos con personas que no nos inspiran amor, sino que sólo van a satisfacer nuestra necesidad de “compañía”.
Padecer miedo a la soledad es difícil, porque esta emoción puede estar basada en una sensación de abandono, rechazo y aislamiento. Además, puede haber una preocupación ante las posibles críticas y el qué dirán los demás porque estamos “solos”.
Venimos y nos vamos solos
Hay una realidad concreta en la vida que es: nacemos y morimos solos, pero ello no implica que se carezca de compañía o que tengamos que pasar la vida en soledad. En el transcurso de nuestras vidas tejemos vínculos afectivos y relaciones con otras personas que son necesarias para desarrollarnos y crecer.
Pero establecer vínculos afectivos y estar en compañía no es suficiente para lograr nuestro bienestar, también debemos aprender a valernos por nosotros mismos y no depender de los demás, especialmente si se trata de la vida en pareja.
Es conveniente evitar actitudes y conductas insanas que busquen desesperadamente evadir la soledad que en cierto momento todos atravesamos. El objetivo es alcanzar el bienestar, la tranquilidad y la paz en los momentos en que nos encontramos solos.
¿Cómo perder el miedo a la soledad?
Considero que debemos comenzar a perder el miedo a la soledad quitando la etiqueta negativa que ésta tiene. Así que el primer paso es el siguiente:
1. Analizar qué idea tenemos respecto a la soledad
Hay que racionalizar nuestra idea de soledad y cómo la hemos aprendido. Pregúntate si tu concepto de soledad sólo es negativo y cómo lo has aprendido.
Luego de pensar en la forma negativa en la que vemos la soledad podemos hacer un cambio y pensar en ella como una oportunidad.
Consideremos que la soledad es un espacio propio, necesario y saludable, en el que podemos autoconocernos, explorar nuestras emociones y pensamientos; nos permite contactar con lo que sentimos, nos ayuda a reforzar nuestra autoestima, y ésta nos ayuda a aceptarnos como somos.
Únicamente estando solos se puede establecer un diálogo interno y descubrir la fuerza personal que se tiene para disfrutar de la vida en cualquier circunstancia, aun en soledad.
2. ¿Estoy solo o me siento solo?
Además de analizar el concepto que tenemos sobre la soledad, es relevante que aprendamos a identificar si el miedo proviene de sentirnos solos físicamente (sin más compañía) o si nos sentimos solos (como estado mental).
El sentimiento de soledad producido por un estado mental puede llegar a ser una sensación de vacío, de no tener nada, de frustración constante; la persona que la experimenta no confía en sus capacidades personales, emocionales y afectivas para salir adelante. Y es por ello que nos da miedo la soledad.
3. Reforzar la autoestima
Si logramos conocernos, aceptarnos y amarnos, estaremos bien con nosotros mismos y cada día tendremos menos miedo a la soledad. Asegurémonos de ser una buena compañía para nosotros mismos.
La confianza y seguridad en uno mismo nos permitirá enfrentar los diferentes miedos que aparecen cuando se está en soledad.
4. Aprendamos a disfrutar la soledad
Durante los momentos solitarios es recomendable practicar la introspección. Esa actitud que nos lleva a la reflexión, a la producción de nuevas ideas y de ir madurando poco a poco.
La introspección que se da en soledad es un acto de madurez, ya que nos permite ser más conscientes de lo que nos sucede y nos convierte en personas más independientes, así también con mayor autoestima.
5. Soltar
Luego de un trabajo de reflexión e introspección puede llegar el momento de soltar nuestras ideas respecto a la soledad y nuestra necesidad de compañía. En el momento en que dejamos de necesitar la compañía de los demás para ser feliz, se romperán los miedos a la soledad.
6. Llenarse de sí
En lugar de padecer el temor a quedarnos solos o no encontrar una pareja, es fundamental llenarnos de nosotros mismos. La soledad debe ser motivo para cuidar de nosotros, procurarnos de bienestar y dedicar amor a nosotros mismos.
Y es que muchas veces, buscando la compañía de los demás, somos capaces de renunciar a nuestros deseos y necesidades con tal de que los otros (o la pareja) no se vayan de nuestro lado. En cambio ¿qué otro lugar más preciado puede haber para ser lo que somos plenamente si no es la soledad?
7. No buscar
Aunque parezca obvio, no podemos olvidar que el miedo a la soledad nos lleva a vincularnos con personas que no siempre son convenientes o que no van a satisfacer nuestras necesidades emocionales, pero que atamos a nosotros por no estar solos.
No hay que buscar a otra persona para que llene nuestros vacíos, eso no garantiza nuestro bienestar, ni que será para siempre; además es utilizar a los demás como instrumento para satisfacer nuestras necesidades y nos limita en la empatía.
Si este miedo a la soledad te abruma, te hace sentir angustia o te lleva a cometer actos desesperados, lo más prudente es que lo trabajes con la guía de un profesional de la salud emocional.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA