Aprendamos cómo manejar el arrepentimiento asertivamente y liberémonos de culpas innecesarias que se vuelven una dolorosa carga.
Va por la vida María, penando, llena de arrepentimientos, a cuestas cargando remordimientos… Asume castigos que cree merecer y no ha sido feliz ocultando sus culpas.
Cuántas historias no existen de personas agobiadas por el remordimiento, arrepentidas por las decisiones tomadas, sintiéndose afligidas como María en algún momento de la vida. Emociones humanas que nos pueden atormentar, que también pueden ser consecuencia de un contexto social y cultural severo y que nos oprime.
Si bien, se trata de dos cosas diferentes, el arrepentimiento y el remordimiento acostumbrar ir de la mano, porque un acto del que nos arrepentimos nos puede causar remordimiento. Todo ello es una concatenación de sensaciones y emociones negativas que nos incomodan, nos hieren, nos duelen.
El arrepentimiento
Arrepentirse es una emoción producto del entendimiento y la aceptación de errores que hemos cometido o decisiones asumidas. Es un sentir que surge del desasosiego que nos producen estos errores, que suelen provocarnos cierto grado de frustración y culpa.
El arrepentimiento se cimenta en la consecuencia equívoca o fracaso, luego de la elección que hacemos; se acentúa a veces con la culpa o con la frustración.
Cuando nos arrepentimos es porque hemos visto otro lado de la historia vivida, lo que habría pasado si no hubiéramos tomado cierta decisión; implica un cambio de opinión respecto a la elección tomada y es cuando el “hubiera” nos duele. Nuestra imposibilidad de echar el tiempo atrás nos lacera y pesa mucho
Arrepentimiento futuro
Pero aún hay algo más difícil de afrontar: no sólo existe el arrepentimiento como una emoción retrospectiva o respecto al pasado. También existe una mirada hacia el futuro, adelantarnos a los acontecimientos produce una emoción que afecta nuestro comportamiento aquí y ahora.
El poder anticipatorio que tenemos nos lleva a tratar de evitar consecuencias y la posibilidad de errar nos coarta la libertad en la planificación del porvenir. Nos arrepentimos de las cosas que podríamos hacer, pero no hacemos por miedo al fracaso.
Esta es una emoción tan fuerte que nos lleva a evitar riesgos, a que disminuyamos nuestras expectativas sobre el futuro, vayamos por lo seguro y nos alejemos de nuevas experiencias que puedan ser, no sólo interesantes, sino oportunidades de crecimiento.
Las etapas del arrepentimiento
De acuerdo con Kathryn Schulz, especialista en el tema de arrepentimiento, éste nos lleva por algunas etapas en su proceso interior.
Negación
Nadie quiere reconocer que ha actuado mal, así que la negación es un mecanismo de defensa que se activa frente aquellos actos o decisiones que no han salido según nuestras expectativas y nos llevan al arrepentimiento. Es evadir la realidad y pensar que los hechos desaparecerán como por arte de magia.
Perplejidad
Existe una sensación de asombro o perplejidad que nos invade y que nos lleva a distanciarnos de las acciones equivocadas que hemos cometido, como si no fueran propias porque nos es difícil creer que lo hemos hecho. Asumimos que esa decisión fue tomada por alguien más y no por nosotros. Se expresa con frases como: “¡No puedo creer lo que hice!”.
Remordimiento
Muchas de las acciones o decisiones de las que nos arrepentimos suelen llenarnos de remordimiento. Este se vive como una inquietud y pesar interior que se instala en nuestra consciencia después de haber cometido una acción que calificamos como “mala” o inadecuada.
El remordimiento es una emoción derivada de la creencia sobre lo incorrecto que hemos actuado, y que juzgamos a partir de las creencias y principios personales que definen nuestros parámetros entre lo correcto e incorrecto, y que define la intensidad de nuestro sentimiento de culpa.
Deseo de Castigarnos
El remordimiento o la culpa a la que nos enfrentamos en este proceso de arrepentimiento puede ser tan intenso que nos impulsa a asumir un castigo para compensar nuestros actos culposos. Nos reprochamos y asumimos que somos dignos de experimentar padecimientos y males que nos presente la vida como castigo o “karma” por haber errado.
Perseveración
Los actos cometidos que nos causan arrepentimiento y remordimiento se vuelven una obsesión. Un acontecimiento que nos absorbe, bloquea e impide reaccionar de mejor manera para librar sanamente el momento. Sin embargo, no se buscan formas de corregir los hechos o sanar la herida.
Despertar existencial
En este momento, tomamos consciencia de cómo nos hace sentir la mala decisión que hemos tomado. Somos vulnerables, indefensos, estamos expuestos incluso a la maldad propia y ajena, igualmente sentimos al resto del mundo insensible a nuestro dolor e indiferente.
Cómo manejar el arrepentimiento asertivamente
La misma Schulz nos dice que existen tres claves posibles para manejar el arrepentimiento asertivamente:
Auto consuelo
Podemos trabajar con el consuelo de que el arrepentimiento no es algo que sólo nos ocurre a nosotros, que errar es algo humano y que todos, en algún momento, nos hemos arrepentido de una decisión tomada.
Auto perdón
Ya en otras ocasiones he escrito aquí del auto perdón, el cual es muy importante para alcanzar la paz con uno mismo y sanear la sensación de constante reproche que vivimos con el arrepentimiento.
Para perdonarnos habrá que abandonar el resentimiento que sentimos hacia nosotros mismos, así como el enojo, y ser más compasivos con nosotros mismos, viviendo desde el amor a uno mismo.
Asumir que el fracaso o el error, estas malas decisiones que nos hacen sentir mal, no nos hacen malas personas y reconocer que estamos dispuestos a mejorar hacia el futuro, comprometidos a aprender la lección para no reincidir en el mismo error.
Reír de uno mismo
Luego de perdonarnos podremos reír de nosotros mismos porque el humor, nos deja eliminar la fijación con los problemas ya ocurridos. El humor nos hace cambiar la perspectiva para mirar nuestro error con nuevos ojos, en un camino de crecimiento.
Dejar que el tiempo actúe
Trabajando asertivamente y dando cuenta de lo más aleccionador de la situación, también podemos dejar que el tiempo vaya sanando y ser compasivos con nosotros mismos para dar ese espacio a la sanación que requerimos frente al arrepentimiento.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA