En este blue monday te doy algunas claves de cómo gestionar la tristeza y por qué debes sentirla plenamente.
Dicen que hoy es el día más triste del año, el llamado blue monday. Aunque ya en una ocasión anterior advertí que sólo se trataba de un truco mercadológico, creado por una agencia publicitaria para una campaña de la firma Sky Travel, es un buen motivo para hablar de esta emoción.
La tristeza es una emoción con mala fama. Todos nos damos “permiso” de sentir alegría, sorpresa, regocijo, incluso enojo, pero la tristeza sí que nos pone en un lugar muy incómodo. Claro, la vemos de una forma negativa porque está asociada al dolor y quién quiere sentir dolor.
Sin embargo, estar tristes en algún momento de la vida es inevitable; incluso, por sus efectos, puede resultar una de las emociones más aleccionadoras de todas. Y, lo mejor de todo, no puede durar mucho.
La tristeza consume altos niveles de glucosa y oxígenos, lo que produce un estado de agotamiento. Esta es la misma razón por la que nos quedamos dormidos llorando.
¿Por qué estamos tristes?
Desde el terreno de la psicología, la tristeza está relacionada con un bajo estado de ánimo y frustración por estar lejos de nuestros objetivos o de un estado de bienestar al que nos habíamos acostumbrado. Es decir, es una emoción vinculada al sentimiento de pérdida.
No obstante, la tristeza es una emoción útil, aunque dolorosa, puesto que es el punto de arranque del proceso de aceptación de una realidad que nos daña.
Cuando nos sentimos tristes nuestra conducta se modifica. Mostramos menor tendencia a socializar activamente, menor grado de activación general, tendencia a la introspección, mayor predisposición a llorar, y por supuesto, expresión de malestar en el rostro.
¿Debemos evitar la tristeza?
La tristeza, como todas las otras emociones, es necesaria y sirve como mecanismo adaptativo que nos permite reorganizar nuestra vida y superar los eventos traumáticos, por tanto, sentirla forma parte de un proceso natural.
No debemos evitar la tristeza; pero sí es necesario aprender a gestionarla. Cuando ésta se hace persistente y perdurable, es momento de considerar que existe un proceso depresivo que debe ser tratado con la asistencia de un profesional. La disminución de la serotonina, que da lugar a la tristeza, puede generar, a mediano o largo plazo: depresión, obsesiones compulsivas o arranques de violencia.
¿Cómo diferenciar tristeza y depresión?
Tomemos en cuenta que sentirse triste es normal, no es una forma de depresión; hay que vivirla y dejar que fluya hasta que se desvanezca. Es momentánea.
En cambio, la depresión clínica puede ir de la mano de la tristeza persistente, pero lo que más la distingue es el bajo grado de motivación para hacer cualquier cosa, los sentimientos de desesperanza y la incapacidad de disfrutar de las experiencias que normalmente resultaban agradables anteriormente.
Además, la depresión dura meses y su grado de intensidad es lo suficientemente alto para dañar la calidad de vida de la persona en todos sus ámbitos.
¿Cómo gestionar la tristeza?
Para gestionar la tristeza, lo primero que debemos hacer es reconocer que estamos tristes. Hay que identificarla, ser conscientes de ella y el malestar que la acompaña.
En seguida, reconozcamos que sentirnos tristes no es un signo de debilidad, sino una emoción como la alegría, el miedo o el enojo. Todos estos sentires requieren su lugar en nuestras vidas, su tiempo y su proceso de tránsito por nuestra vida. No necesitamos temerles a nuestras emociones y, mucho menos, evadirlas.
Luego de ser conscientes de que estamos tristes y que dejamos fluir la sensación, podemos tomar acciones concretas, guiadas y sensatas para disminuir las situaciones que pudieran ponernos tristes.
Igualmente, hay que buscar mecanismos para expresar lo que sentimos y así poderla superar. Además, hay que seguir con la vida, intentar mantener las actividades diarias e incrementar las actividades que nos son agradables para equilibrar nuestro tono emocional.
JORGE DOMINGUEZ | PSICOTERAPIA