Cómo es la vida emocional de quien tiene ansiedad es una pregunta poco frecuente, pero quien vive con este trastorno también tienen otras emociones incómodas que deben sanar.
Afortunadamente cada vez se habla más del trastorno de ansiedad, su causas y efectos en la salud mental de las personas, pero ¿cómo es la vida emocional de quien vive con ello? Además del miedo que se sufre cuando hay crisis ansiosas, otro cúmulo de emociones se ponen de manifiesto frente al trastorno y afectan la condición psicológica del individuo.
Efectivamente, la ansiedad no sólo nos afecta a nivel físico, sino también a nivel psicológico. Las relaciones personales se vuelven más complicadas, se pierde la confianza en uno mismo y un sentir abrumador comienza a penetrar en el alma de quien vive con ansiedad.
Desgraciadamente las consecuencias psicológicas de la ansiedad son menos visibles que las físicas o sensoriales. Por ello hablemos al respecto de una manera abierta.
Cómo es la vida emocional de quien tiene ansiedad
La ansiedad tiene muchas caras, y algunas de ellas son demasiado sutiles para que las identifiquemos a primera vista. Sin embargo, los efectos llegan a ser profundos en quien la padece y su vida se ve completamente perjudicada, con frecuencia sin que pase advertida y menos tratada de manera profesional para contrarrestarla y alcanzar el bienestar psicológico.
Para alguien con un trastorno de ansiedad, vincularse con la familia y amigos cada vez es más difícil porque hay una sensación de incomprensión; la concentración se dispersa y es más difícil cumplir con las tareas del trabajo o realizar actividades que antes eran interesantes para la persona.
Asimismo, la autoestima se ve afectada pues las personas tienden a sentirse desconectadas de sí mismas, la autoimagen se trastoca e incluso dejan de confiar en ellas mismas.
El miedo
La ansiedad tiene su origen en mecanismos de defensa del cerebro, la emocional inicial es el miedo. Un miedo a lo catastrófico que pudiera pasar en el futuro inmediato, desde una sensación de muerte hasta una especulación sobre el porvenir; ideas inconscientes que pueden detonar ese miedo. El problema es que éste se vuelve incontrolable y el resto de las personas lo pueden considerar exagerado.
El trabajo de la psicología cognitivo conductual puede ser muy útil para deshabilitar los pensamientos catastróficos que suelen producir este miedo y desaprender mecanismos de pensamiento que los detonan.
Identificar qué es lo que causa el miedo es el primer paso para sanar esta emoción ansiosa.
Pesimismo
¡Nada puede salir bien! ¡Todo saldrá mal! Son generalizaciones que se pueden producir en el pensamiento de alguien con ansiedad. Un peculiar pesimismo que se va infiltrando a la cotidianidad de las personas.
Cuando ello ocurra, lo recomendables es tratar de relativizar los pensamientos pesimistas o negativos. Para ello hay que encontrar una buena idea o pensamiento por cada mala que se tenga.
Desrealización o despersonificación
En la despersonalización uno mismo se ve desde fuera de tu cuerpo. Es como si observaras tu realidad desde el punto de vista de otra persona. En la desrealización, lo que te ocurre es que ves tu contexto y la situación que vives como si no fuese real. En ambos casos, ves aquello que te rodea como si fuese un sueño.
Y en ambos casos, pueden ser sensaciones realmente perturbadoras e incomprensibles. Puede aparecer en circunstancias diversas, aunque es habitual en casos de estrés postraumático.
Esta sensación les va desconectando de sí mismas y comienzas a temer la pérdida del control. ¡Estoy enloqueciendo! Es un pensamiento común.
Agobio e inquietud
El agobio excesivo cuando tienes que enfrentarte a una situación estresante es otro de los síntomas psicológicos de la ansiedad; un sentimiento que hace que la persona se sienta incapaz de enfrentarse a ello. En una crisis de ansiedad, este agobio puede ser una sensación repetitiva de la cual no se encuentre salida ni solución, ello puede llegar a ser doloroso para la persona.
Una inquietud excesiva que impide gestionar la vida cotidiana, surge de la sensación de haber perdido el control, pero esto es común. Para afrontar esta inquietud, quien sufre ansiedad debe atender a la consulta de un profesional.
Pérdida del control
El temor a perder el control sobre el propio pensamiento, conducta o impulsos, es frecuente en los trastornos de ansiedad. En cierto modo, este sentimiento, o presentimiento, es consubstancial a la experiencia de ansiedad elevada.
En algunos casos, ese sentimiento de descontrol, desorden o irrealidad se equipará a la idea de trastornarse o volverse loco.
Pérdida de la independencia
En muchos casos, las personas que viven con ansiedad se hacen dependientes de un acompañante que sea su “ancla”. Comienza a planear su agenda sólo si otros estarán allí para no dejarles a solas.
Impotencia y Frustración
Mientras no se logra entender y afrontar una crisis ansiosa, las personas se verán envueltas en una sensación de impotencia. Lo que les sucede está más allá de su control y, una vez que comienza, difícilmente pueden frenarla o manejarla acorde para recuperar su bienestar.
La imposibilidad de enfrentar las crisis ansiosas puede producir mucha frustración, que a su vez puede llevar a una persona a actuar con impaciencia o a tener determinadas conductas repetitivas y nerviosas u otros tics.
Tristeza
Es normal que la persona con un trastorno de ansiedad sienta tristeza, ésta es parte de un duelo por la pérdida de la salud y la incomprensión inicial de sus síntomas. Incluso se pueden atravesar todas las fases del duelo: negación, enojo, tristeza, negociación y aceptación.
Estas suelen ser las condiciones emocionales por las que una persona atraviesa cuando vive con trastorno de ansiedad, por ello es muy importante que acuda con un profesional que le diagnostique y le dé el tratamiento más apropiado, pero además siga una psicoterapia que le ayude a gestionar todo eso que siente.
JORGE DOMINGUEZ | PSICOTERAPIA
