Es lunes, se acabó el café, el auto no enciende y el transporte público se retrasa. El cliente canceló el pedido, tu pareja no contesta tus mensajes… ¿Cómo enfrentar un mal día? Sigue estos 5 pasos
Un día difícil puede amargarnos y generar grandes dosis de frustración, irritabilidad y ansiedad. Sin embargo, ello depende de la actitud que asumimos frente a las complicaciones cotidianas y cómo gestionamos la carga emotiva que eso implica.
Saber gestionar estos infortunios no sólo nos ayuda a depurar emociones incómodas y negativas, también nos evita la posibilidad de descargar nuestros enojos en otras personas.
Además, consideremos que es un día de vida y nos pertenece, que forma parte de nuestra historia no importando qué tan malo haya sido y que se esfuma rápidamente. Así que hay que revertir su efecto negativo.
Por ello te doy algunas ideas para que no olvides que un mal día no se define por algunos instantes, y que puedes aprovechar la experiencia para vivir plenamente cada jornada.
1. Hacer una pausa activa
Cuando las cosas comienzan a ponerse difíciles nos incomodamos o nos sentimos inquietos cada vez más. Muy pronto podemos llegar a estar altamente estresados y a punto de explotar. Nuestros pensamientos tienden hacia ideas negativas y parecería que todo saldrá de control.
Si las cosas se ponen así de feas, haz una pausa. Pero, toma en cuenta que esta pausa no es para perder el tiempo, sino debe ser una pausa activa.
Cuando hablamos de pausas activas nos referimos a realizar algunos estiramientos físicos que nos permitan liberar tensión y sentirnos mucho mejor.
>>Aquí puedes ver un video con ejemplos de pausas activas que te servirán para oxigenarte y mejorar la circulación sanguínea, y con ello disminuir el estrés del momento.
Otra opción, si tienes la oportunidad, simplemente haz una pequeña caminata. Esto te ayudará a cortar con el estrés y a pensar con mayor claridad.
Al concentrarte en la pausa activa, además, tu pensamiento se dirigirá hacia otro punto y dejarás de concentrarte sólo en los aspectos negativos del momento.
2. Regular los pensamientos sin predisponerse
El que se haya presentado una situación complicada no quiere decir que el resto del día será igual. Un mal momento no es el inicio de una cadena de desastres como si fuese una “maldición”. Pero a veces cometemos el error de suponer que lo malo es anuncio de algo peor.
De pronto nos podremos sorprender teniendo ideas proféticas negativas. Lanzamos frases como “mejor ni me hubiera levantado”, “tengo pésima suerte”, “esto va de mal en peor”. Todas ellas programaciones de nuestra mente que, cuando menos lo pensemos, van a estar haciéndose realidad.
La clave está en cambiar el foco de atención de lo negativo a lo positivo o al menos, a encontrar posibles alternativas. Buscar soluciones ayudará a mejorar un mal día, en lugar de quedarnos sin hacer nada lamentándonos.
3. Expresar las emociones
Al pasar un mal día nos cargamos de emociones, por lo que es importante que seamos capaces de identificar lo que sentimos: frustración, enojo, irritación, tristeza, etc. Pongamos nombre a esas emociones y aceptemos que son normales, que está bien sentirlo pero que no es necesario arrastrar con ellas todo el día.
También será bueno desahogarnos. Cuando expresamos lo que nos sucede y le contamos a otra persona los problemas que tenemos, éstos cobran otra dimensión y podemos sentirnos mejor con ello.
Si no se cuenta con alguien que nos escuche, vale también escribirlo. Cuando ponemos en papel lo que sentimos, damos a un cúmulo de emociones, el orden y el calificativo preciso que ayuda a nuestra mente a comenzar el procesamiento de las emociones según sea necesario.
Escribir lo que nos ha sucedido o sucede y lo que sentimos a causa de ello es un paso importante para lograr la aceptación de los hechos y con ello comenzar a comprenderlos, para darles sentido y cause al proceso sanador.
4. Encuentra lo positivo
Es difícil sacar algo positivo de un momento difícil o complicado. Sin embargo, siempre se puede aprender algo de lo que nos sucede. La actitud positiva nos ayudará a mejorar el día.
Se trata de abrir la mente y preguntarnos si hay alguna enseñanza en lo que ha pasado. ¿Qué dice todo eso de ti?
Puedes traer a tu cabeza la idea de que la vida es eso: momentos complicados, pero también momentos fáciles y felices. Piensa, por ejemplo, en esos días en los que todo sale bien o recuerda tus momentos agradables.
Mira con atención y aprecia lo bueno que hay a tu alrededor. Da las gracias por todo ello.
5. Vamos por más
Un mal día es un buen pretexto para ir por más. Si se tiene la actitud para cambiar el rumbo de las cosas hacia algo positivo, entonces también se puede ir por algo mejor. Esforzarnos por hacer las cosas mejor, pero especialmente ser mejores personas.
Librar la adversidad, aunque sea breve y cotidiana, nos debe fortalecer; enseñarnos a asumir la vida de una forma positiva y mejor. Nos de impulsar a cambiar la perspectiva y fortalecernos para afrontar el siguiente paso.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA