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Desaprender los malos hábitos emocionales nos permitirá alcanzar mayor nivel de bienestar emocional y salud mental.

Hoy sabemos que nuestras respuestas emocionales a las situaciones cotidianas son aprendidas desde la infancia. Cuando una solución nos es útil para librar alguna experiencia incómoda tendemos a repetirla, inconscientemente, en tanto nos hace sentir seguros, aceptados o confortados.  

Así aprendemos a reaccionar de una determinada manera, reproduciendo la reacción emocional cada vez que nos enfrentamos a situaciones similares, aunque esto sea un proceso no consciente.  

Nos hacemos de estos aprendizajes no sólo por la forma en que reaccionamos, también porque así lo imitamos de los padres, el entorno familiar y social. Y reforzamos el aprendizaje porque nos funciona. 

Por ejemplo, cuando el bebé tiene hambre y llora, sabe que la madre le atenderá porque lo experimentó previamente. Ella reforzó esta conducta al atender sus necesidades cada vez que el niño lloraba. 

Hemos constatado que llorar es una forma de llamar la atención reforzada constantemente. Los padres suelen atender a sus hijos cuando éstos lloran, ya sea porque tienen hambre, se sienten adoloridos o están tristes; pero también cuando quieren algo en la tienda o han peleado con los hermanos.  

Hábitos emocionales 

Como este caso tan evidente, hay muchas otras reacciones emocionales que nos han funcionado para “obtener” lo que deseamos, o sentirnos aparentemente mejor. No obstante, estas conductas a la larga pueden ser dañinas, porque resultan manipuladoras o no solucionan el problema de fondo. Incluso pueden resultar tóxicas.  

Igualmente, hacemos de estas respuestas emocionales un hábito. Los hábitos emocionales son aquellos comportamientos y actitudes que hemos acumulado por repetición por aquello que sentimos o la forma en que reaccionamos ante determinadas situaciones.  

Si reconocemos cuáles son esos comportamientos que repetimos continuamente y lo hacemos constantemente, podemos decir que tenemos un hábito emocional, porque frente al mismo hecho o situación solemos responder de la misma manera. 

La buena noticia es que no estamos condenados a vivir con esos hábitos emocionales que nos perjudican o dañan nuestras relaciones. Podemos identificarlos, reconocerlos y desaprenderlos, para iniciar nuevos hábitos que nos brinden bienestar emocional.  

Malos hábitos emocionales 

Los malos hábitos emocionales son perjudiciales para nuestra salud mental. A pesar de que nos dañan, los conservamos porque estamos convencidos que tienen algún beneficio. Por ejemplo, sufrir y llorar tiene como beneficio llamar la atención de los demás. Aprendimos que sólo llorando la gente nos presta atención.  

¿Pero por qué necesitamos llamar la atención? ¿No sería mejor tener una autoestima saludable que no requiera de estar llamando la atención de los demás por llorar? ¿No hay otras formas de ser feliz sin llamar la atención? 

Los malos razonamientos permiten minimizar o ignorar el impacto negativo que estos hábitos tienen en nosotros. En una condición saludable nadie debería querer sufrir para llamar la atención, preferiría incluso no necesitar llamar la atención porque su autoestima es saludable; pero si no es así, llamar la atención de los otros tiene un alto costo que es pasar la vida llorando. 

 Algunos malos hábitos que tenemos son:  

  • Ser autocrítico cuando nuestra autoestima está baja. 
  • Nos auto maltratamos después de un fracaso y nos juzgamos severamente. 
  • Alejamos a la gente por temor a ser heridos, aunque sea cuando más la necesitamos. 
  • Distanciarnos cuando nos sentimos culpables, en vez de reparar la relación. 
  • “Castigar” a los otros por las emociones que nosotros sentimos. 
  • Apropiarnos del sufrimiento como estilo de vida. 

Estos son sólo algunos malos hábitos que, como puedes ver, pueden ser muy dañinos para nuestra salud emocional y nuestras relaciones con los demás.  

Si logramos darnos cuenta, el daño que nos hacen los malos hábitos emocionales, vamos a ser capaces de luchar contra ellos y reemplazarlos por hábitos más saludables, que promuevan nuestra salud psicológica y la capacidad de recuperación a nivel anímico. 

Cómo desaprender malos hábitos 

Como he dicho, estos malos hábitos son aprendidos. Y aunque se requiera de mucho trabajo consciente, se pueden también desaprender.  

Deshacernos de esto que aprendimos inconscientemente en la infancia, que está en lo más profundo de nuestra mente, requiere primero penetrar en nosotros mismos pare llegar a ello.  

Una vez hayamos detectado esas conductas, pensamientos o sentimientos, procederemos a sustituirlos por otros más adaptativos.  

El proceso de elaboración puede llevarse a cabo llevando un registro por escrito de aquello que queremos cambiar y proporcionando una alternativa que llevaremos a la práctica cuando lo requiera el momento. 

Por ejemplo: hemos detectado que cuando deseamos llamar la atención lloramos, entonces hay que registrarlo y hacerlo consciente. En seguida, buscar sustituir la acción de “llorar” por una más adaptativa y saludable: ¿cómo llamar la atención sin llorar?  

La siguiente parte será ¿requiero llamar la atención o no? Tal vez si hablo con los demás de mis propias necesidades emocionales podré hablarlo de forma asertiva, sin necesidad de llorar.  

La clave reside en ir disminuyendo los malos aprendizajes y las conductas inherentes a ellos, lo cual redundará en una disminución de la probabilidad de repetirlos. 

La dificultad de desaprender 

Los hábitos, al activarse automáticamente, nos permiten realizar tareas sin dedicarle una atención plena ni pensamientos conscientes.  

En lugar de pedir asertivamente la atención de la pareja, automáticamente se comienza a llorar para que la pareja diga ¿qué te pasa? Siempre es igual. Ya ni se piensa ni se procesa, sólo se reacciona.  

Esto es lo que se ha aprendido, lo que se repite, y por ello mismo se hace resistente al cambio. De ahí que el proceso de desaprender no sea sencillo.  

Hacernos conscientes para desaprender 

 No podemos descartar sin más lo aprendido igual que borramos un número escrito a lápiz. Pero sí podemos ser conscientes de esos aprendizajes y disponerlos de una manera inteligente. Podemos dejar de identificarnos con ellos y preguntarnos cuánto de nosotros hay en realidad en esas creencias o actitudes. Después de identificarlos, este es el segundo paso. 

Desaprender es un proceso que requiere de tiempo, paciencia y capacidad de análisis. Hablamos de una inversión que siempre da frutos: un resultado que vamos a disfrutar nosotros, pero también las personas que nos quieren. 

Es imprescindible tener una predisposición al cambio, una actitud abierta a realizar las modificaciones necesarias y creer en ello. 

Fórmula del cambio  

  1. Identificar | Nombrar el hábito insano. 
  2. Notar cuando vamos a entrar en el hábito que queremos transformar.
  3. Buscar otras formas distintas para responder a esa situación específica. 

Así lo podemos aplicar:  

  1. Cuando me hacen esperar, me altero mucho y me irrito. Contesto de mal humor. 
  2. Cuando tenga que esperar a alguien, aprovecharé para leer, observar la naturaleza o a las personas o para reflexionar sobre todo lo que tengo pendiente. 

JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA

De Frente a la Vida |CONTIGO

 

Curso impartido por Jorge Domínguez.

 

La comprensión de sí mismo es un acto obligado. Tal y como aprendimos a caminar, a hablar, a comprender el entorno y su funcionamiento, así mismo es necesario comprender nuestras herramientas tanto con las que hemos nacido como aquellas que con el tiempo se han desarrollado y adquirido.

 

Conocer quién eres y como funcionas, te abre a una riqueza inimaginable para mantener tu mente, tus emociones y tus actos en congruencia, en un estado de salud continuo tanto emocional, físico y psicológico. Te convierte en una mejor versión de ti mismo y es ahí que radica tu fuerza vital.

 

Basar tu experiencia de vida y tu bienestar en la ignorancia de ti mismo te condena a los peores males de tu existir.

 

Es importante comprender que vivimos en el sótano lúgubre de una maravillosa y resplandeciente mansión. A la cual pocas veces, o tal vez nunca, hemos podido conocer sus jardines y sus extraordinarias habitaciones. Para tener acceso permanente a toda nuestra mansión, es primordial conocer nuestra ubicación y la existencia de nuestras capacidades.

 

Frente a la vida contigo es una herramienta obligada para crear una mejor versión de ti, para continuar expandiendo tu conocimiento en plenitud que desembocan en estados de felicidad continua.

 

Durante las 5 horas estaremos frente a frente con aquello que permitirá: optimizar tus relaciones tanto contigo como con aquellas personas que se encuentran en tu entorno, vivir en estados de mayor plenitud con lo que haces, piensas y sientes. Comprender tus actos, tus pensamientos y tus sentimientos. Conocer las diferentes influencias que ayudan o impiden a que obtengas lo mejor de ti.

 

Dirigido a toda persona que desee realizar una mejor versión de sí misma.

 

 

Durante el mismo horario Laura Zazueta imparte la versión infantil, para los más pequeños de la casa: de 6 a 13 años. Si tienes hijos será una experiencia maravillosa para toda la familia.

¡Es ahora tu momento!

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