Comer emocionalmente es el uso de los alimentos como forma de afrontar las emociones en lugar de como forma de saciar el hambre.
Con frecuencia nuestras emociones las sentimos en el estómago, las hormonas que éstas generan tienen un efecto que puede provocarnos sensación de hambre pero que no es necesariamente que el cuerpo requiera alimento.
Asimismo, solemos vincular las emociones con la comida a través de comportamientos culturales aprendidos en la familia o en el entorno social. Por ejemplo, la alegría la celebramos con una comida festiva llena de ricos platillos; y las películas románticas nos han hecho asociar una ruptura sentimental con una tarde en el sillón comiendo helado de chocolate frente al televisor.
En los casos anteriores no hay una necesidad fisiológica de alimentos, sino una necesidad de paliar una emoción, una búsqueda de controlar el estrés o la ansiedad, e incluso el deseo de encontrar un momento de relajación.
También puede que lo alimentos los utilizamos para llenar vacíos afectivos; en esos momentos de hambre buscamos aquellos que produzcan serotonina, la hormona de la felicidad, y suelen ser alimentos como el chocolate, el plátano, los carbohidratos en general.
Existen situaciones que acentúan esa avidez por la comida; por ejemplo no tener un plan de fin de semana nos aburre y lo primero que hacemos es ir al refrigerador y sacar algo que nos haga sentir bien.
La consecuencia de asociar las emociones con la alimentación es obvia si hablamos de salud; hay una relación entre la dieta y el control de peso u otros indicadores como los niveles del azúcar, del colesterol o la presión arterial. Pero también es un acceso a círculos viciosos en el ámbito emocional.
Comer cuando no se tiene hambre, sino porque es una necesidad de aliviar una emoción determinada, sobre todo aquellas que consideramos negativas, suele generar culpa; la culpa genera angustia y la angustia… “hambre”.
No obstante, el deseo de comer por emotividad nos parece real; y el estómago lo reclama, pero también nos engaña. Así que es mejor aprender a identificar si tienes hambre real o son tus nervios.
¿COMO SABER SI ES HAMBRE EMOCIONAL?
- El hambre emocional aparece de repente y a manera de antojo, es decir deseamos un alimento en especial, generalmente lleno de calorías y con niveles nutricionales ínfimos.
- Por el contrario, el hambre fisiológica se da paulatinamente, a manera que nuestro “combustible” se va agotando el cerebro le dice al estómago que haga esos ruiditos característicos y viene la sensación de vacío en el estómago que se verá saciado con cualquier alimento (incluso uno muy saludable).
- El hambre emocional se detona cuando experimentamos algún tipo de exaltación emocional. Lo ideal será que identifiques en qué momento comenzaste a sentir hambre: ¿qué estabas haciendo?, ¿cómo te sentiste en ese momento?, ¿podrías sustituir ese chocolate que tanto se te antoja por una ensañada?
- Otro factor que detona hambre, y que si bien no es emocional pero nos lleva a ingerir alimentos no nutritivos es la sed. El área del cerebro que identifica el hambre y la necesidad de líquidos son cercanas, así que tal vez eso que sientes no es hambre sino sed. Antes de comer ese helado de tres chocolates, pregúntate qué tantos líquidos has ingerido, prueba si con un vaso de agua el hambre se va.
- Espera 15 minutos. Más o menos es lo que dura el hambre emocional. Si pasa ese lapso y ya no tienes hambre… sólo eran tus nervios.
- Un tema fundamental es que aprendas a conocerte a ti mismo, a ti misma. Muchos ya sabemos que cuando estamos tristes deseamos chocolate, o cuando estamos contentos la ensalada nos sienta bien. Así que cuando el antojo nos apremia, podremos a) tomar una pieza pequeña de ese alimento, siendo conscientes de que no es verdadera hambre o b) no tener chocolate en casa si eres incapaz de controlar el impulso.
Controlar esta conducta de comer para manejar tus emociones implicaría encontrar formas de afrontar situaciones y emociones que te motivan a comer, ello puede lograrse a través del autoconocimiento, el autocuidado emocional y desarrollando habilidades de inteligencia emocional.
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