Claves para cuidar de tu niño interior y hacer contacto con él para así poder sanar tus heridas de la infancia.
Hace algunos días escribí en este mismo blog lo importante que es hacer contacto con nuestro niño o nuestra niña interior. Un proceso que puede ser doloroso pues ese niño guarda nuestras primeras heridas, profundas e inolvidables; por ello doy continuidad al tema con estas claves para cuidar a tu niño, tu niña, interior.
Recordemos que el niño/niña interior es una parte antigua de nosotros que aparece en forma de emociones, pensamientos y sentimientos ante determinados hechos que lo activan.
Este niño o niña interior es la memoria de nuestras vivencias emocionales, la manera en la que aprendimos a responder frente a ellas en etapas tempranas; guarda las heridas que no pudimos resolver en la infancia y ahora reclaman atención para sanarlas. Para ello es importante que le pongas atención y cuides de él.
Claves para cuidar de tu niño interior
Conectar con nuestro niño interior nos permite identificar sus heridas y trabajar en sanarlo, un trabajo fundamental para nuestra salud emocional, el desarrollo pleno de nuestra persona, que restaura nuestra capacidad y fuerza para amar.
Especialmente, si se desea ser padre o ser madre, cuidar al niño interior se convierte en un paso esencial para autorregular el mundo interior y evitar proyectar en los hijos todo lo que no hemos sanado. Incluso también en la pareja podemos proyectar todas las necesidades que no hemos cubierto en nuestro niño interno.
Por ello vemos aquí algunas claves para cuidar de tu niño interior:
*Haz contacto afectivo con tu niño/niña interior
El contacto físico seguro y afectivo hacia los niños debe promoverse para generar personas más seguras, con mayor autoestima y empáticas con sus semejantes. Si sientes que te hizo falta ese contacto físico: un abrazo, un beso o una caricia, tú puedes ser la persona que lo provea.
Para sanarte de las heridas del pasado, tu yo adulto puede conversar, acariciar al niño que fue, usando la imaginación. Acércate a él, pregúntale cómo se siente, qué necesita y no temas responder afectivamente a él. Dale apoyo, protección y amor. Trátalo como te habría gustado que te trataran en la infancia.
*Mírate en su espejo
Este ejercicio lo puedes realizar diariamente frente a espejo. Dale a tu niño, a tu niña, interior algunos minutos cada día. Intenta imaginar que la persona que miras eres tú en la infancia.
Cuando logres tener la claridad de ese rostro infantil, háblale con amor. Transmítele pensamientos dulces y amables, dile que es importante para ti y asegúrale que estás trabajando para sanar sus heridas. Deja que estos pensamientos fluyan te permitan ir construyendo una imagen más amorosa y autocompasiva.
*Déjalo vivir en ti
Los adultos solemos reprimir nuestra parte infantil, aquella que se divierte, se sorprende y disfruta de cada detalle de la vida. Sucumbimos a la adultez y sus exigencias, sin darle a nuestro niño, nuestra niña interior, la oportunidad de disfrutar sanamente de la vida.
Si atiendes al niño que llevas dentro podrás darte cuenta que cuando sientes mayor inseguridad, cuando te autoflagelas, cuando afloran tus profundos temores, es tu niño interior herido el que habla. Por ello es importante escucharle, tratar de cuidarlo, quererlo, aceptarlo. Esto te permitirá sentirte emocionalmente mejor, tu autoestima se elevará y sentirás menos miedo de ir tras tus sueños.
Trabajar profundamente en las heridas de la infancia requiere un proceso que suele ser incómodo, pero muy necesario para disfrutar la edad adulta como se merece. Sin embargo, muchas veces no identificamos con claridad esas heridas y es por ello que debemos contactar con nuestro niño, nuestra niña, interior, con lo que inicia el proceso de sanación.
Si aún te cuesta traba contactar con tu historia de infancia, la guía de un profesional de la salud emocional puede ser de gran ayuda, ya que te dará herramientas suficientes para trabajar el camino según como te vayas sintiendo y requiriendo.