La vida nos da amigos, pero también debemos despedirnos por lo que es importante conocer algunas claves para cerrar el ciclo de la amistad.
Un pequeño descuido, una promesa rota y una amistad agotada. Eran amigas desde hacía una década; una amistad profunda que se fue diluyendo de a poco sin motivos aparentes. Un día María olvidó llamar, como acordaron, luego dejó pasar el tiempo y meses más tarde ya no supo cómo explicarlo. Sofía pasaba lo suyo, no la buscó.
Fue un descuido o quizá la amistad había cumplido su plazo. Ellas caminaban ya por rumbos diferentes, se hacían mayores, tenían otros sueños. Cambiaron y ya no encontraron la forma de compartir sus vidas.
Así sucede, hay amistades que cumplen su fin y terminan. Otras, claro, son de por vida. Pero las primeras, las que concluyen de una u otra manera, a veces sin acuerdos ni explicaciones, dejan un hueco emocional que hay que aprender a gestionar.
La amistad no es eterna
A través de los años, los amigos van cumpliendo diferentes funciones en nuestro desarrollo. La amistad en la infancia se teje como un aprendizaje de socialización, es el primer contacto con un núcleo de personas que no son familia. En la escuela, por su parte, se da el compañerismo y la complicidad en la adolescencia.
Y como he dicho antes, algunas de estas amistades permanecen con nosotros en todo el camino, pero otras se separan como los propios caminos. Es como una ley de vida porque la amistad no tiene que ser eterna.
Tal como se dan los cambios en la persona, se dan en la amistad. Los intereses, ideales y gustos que antes se compartían ahora no son mutuos, los destinos se bifurcan y todo se transforma. Se deja de sentir la compenetración y, cuando menos lo imaginamos, nos decimos: “hace tanto que no veo a mi amigo de la escuela…”
Hay también pérdidas de amigos que son trágicas y que implican el dolor de afrontar la muerte. En estos casos el duelo es mucho más obvio y se enfrenta de manera más consciente.
Amistades tóxicas
Muchas veces la amistad debe terminar porque aquella persona con la que se comparte nos causa más daño y dolor que alegría y ganas de vivir. Las amistades posesivas, manipuladoras, quejumbrosas terminan por envolvernos de amargura y nos dejan vulnerables emocionalmente.
Más pronto que tarde hay que dejar ir a esas “amistades” que no son recíprocas, que no nos respetan por cómo somos y lo que hacemos, que exigen de nosotros algo que no está en nuestra naturaleza o que no ejercen los mismos valores e ideales que nosotros.
Duelo por la amistad
Cuando la amistad se termina, uno se enfrenta a un duelo. Debe dejarse ir no sólo a la persona en quien se confiaba, sino también a una parte de nosotros. Aquellos que fuimos en esa etapa en la que disfrutamos la convivencia y la complicidad.
Igualmente, dejar ir una relación amistosa es darnos cuenta de lo que hemos cambiado, cambios que fueron paulatinos y nos hacen evidente que ya no somos los de antes. Eso suele causar también un sentimiento de pérdida de los que fuimos, y es normal.
Perder un amigo es algo que debemos procesar emocionalmente y cerrar el círculo de la amistad, al igual que la pérdida de un gran amor.
Ya sea porque la amistad concluyó su ciclo, porque la vida se llevó lejos a los amigos o porque éstos murieron. A lo largo de los años hemos de enfrentar los duelos de la amistad.
Claves para cerrar el ciclo de la amistad
De una u otra manera se habrán de pasar por las etapas claves del duelo: negación, enojo, negación, tristeza y aceptación. Al final, aprenderemos a valor el tiempo pasado, con una nostalgia sana.
Conscientes ahora de una nueva realidad, producto de aquellos años y aquellas relaciones. Felices de haber vivido esas experiencias, mas con una mirada objetiva frente a una nueva realidad.
- Acepta con alegría el tiempo pasado con tus amigos.
- Agradece el tiempo que pasaste con aquellos que se fueron y también con los nuevos amigos o los que aún quedan.
- Reconoce en ti lo que de esa relación queda y el aprendizaje de la experiencia.
- Cierra el ciclo y deja ir a tu amigo y al quien fuiste en ese tiempo.
- Perdona a tu amigo y perdónate a ti por haber dejado la amistad.
- Asume que el ciclo de esa amistad concluyó y es momento de ir hacia nuevas relaciones.
- Dale tiempo a quien recién se fue y espera con paciencia al que vendrá.
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA