¿Miras tu cuerpo al espejo y qué piensas? En el mejor de los casos, te gustas y estás satisfecha de cómo eres; aunque habrá días, tal vez, que te dices: sería mejor si no tuviera estas estrías, podría tener menos grasa en la cintura, me sentiría mejor si no tuviera las piernas tan gruesas… Al final, resulta que, si te detienes a pensarlo, le encuentras peros a tu cuerpo y de paso también a ti.
Por siglos, el cuerpo humano —especialmente el femenino— se ha visto encuadrado en una serie de tabúes, estereotipos, rituales y violentas modificaciones (muchas veces forzadas) que han tergiversado la visión natural que deberíamos tener de él.
Asimismo, al cuerpo humano se le ha ceñido a rígidos estándares, incluso antinaturales, bajo pretextos de higiene y belleza que sólo son producto de circunstancias culturales y que han servido también para someternos al escrutinio público como una forma de control.
Tener un cuerpo único, diferente al del resto, parece hoy una maldición más que una bondad de la propia naturaleza y genética personal. Los estándares de belleza, la presión social y la publicidad actual han aumentado las restricciones y han puesto en situación de vulnerabilidad la autoestima de muchas personas en el mundo.
Desde las modelos de las pasarelas hasta los maniquíes de las tiendas, la moda y la mercadotecnia imponen patrones estéticos que, pareciera, estamos obligados a cumplir. Todos aspirando a esos cánones de belleza, rechazando lo que en realidad somos; tendiendo en la autocrítica al más severo de los jueces.
Asimismo, las redes sociales han acentuado el riesgo, porque hoy cualquiera se cree con el derecho de opinar sobre el cuerpo de los demás, a veces con una gran carga agresiva y buscando imponer ideales propios como si fueran iguales para todos.
La consecuencia de todo ello es que estas exigencias nos hacen vulnerables a pensamientos y conductas distorsionadas, merman nuestra autoestima, nos exponen a relaciones tóxicas, nos restan poder de decisión y, a la larga, nos hacen infelices. Todo ello porque, buscamos satisfacer el ideal de belleza que nuestra sociedad ha aceptado como correcto, renunciamos a lo que realmente somos y no cultivamos nuestra esencia y verdadero poder.
Body positive
Es por ello que en los últimos años se escucha cada vez más sobre la corriente Body positive, o “cuerpo en positivo”. Un concepto que lleva más de una década sonando en el mundo y que cada vez hace más visible la necesidad de aceptar y respetar el cuerpo, propio y de los demás, tal como es.
No obstante, esta corriente ha tenido algunas críticas por la naturalidad que sus adeptos muestran respecto a ciertos temas, como la celulitis, las estrías e incluso la menstruación. Temas que para muchos aún son inaceptables o son tema tabú. Además, se le ha criticado por “promover la obesidad” ya que ha hecho visible el tema del respeto a los cuerpos curvies, de aquellas que no son delgadas como modelos de pasarela, pero que se aman y respetan como son sanamente.
Sin embargo, este movimiento va mucho más allá, y es un movimiento de amor hacia uno mismo y respeto al propio cuerpo a partir de la valía que se deposita en él por lo que es y su potencial. Es un movimiento social arraigado en la creencia de que todos los seres humanos deben tener una imagen corporal positiva y aceptar sus propios cuerpos, así como los cuerpos de los demás.
Aceptación de la diversidad corporal
Como he señalado en párrafos anteriores, se cree que el body positive se concentra sólo en el sobrepeso y, aunque esta es su cara más visible, el movimiento trabaja por la autoaceptación y el amor propio. Pero la corriente va más allá e incluye todos los rasgos que los estereotipos de belleza dominante rechaza.
Entre los rasgos que el body positive pretende reivindicar están tanto el sobre peso como la delgadez “extrema”; el color y características de la piel, la textura del cabello, las estrías, la celulitis, las arrugas, las canas, el vello corporal y condiciones aún más complejas como la discapacidad o las malformaciones o padecimientos que dejan huella visible en el cuerpo y pueden ser vistos con rechazo por quienes buscan imponer la “estética correcta”.
Pero en realidad, todo ello se trata de amor propio, de autoestima… De aceptarnos y querernos por lo que somos de manera integral y de forma realista. Nos incita a aceptar nuestro cuerpo sin importar cómo sea, pero aún más nos impulsa a amar nuestras “imperfecciones” y a cuidar de nosotros mismos.
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¿Por qué es importante sumarse al body positive?
Tal vez la respuesta parece obvia, pero aún existe quien aún se siente presionado socialmente y no está conforme consigo mismo, llegando a límites dolorosos: como el odio a sí mismo, el automaltrato, etc.
Aceptar nuestro cuerpo es vital porque afecta en cómo nos relacionamos con quienes nos rodean. La forma en que nos percibimos a nosotros mismos afecta en la manera en que desarrollamos vínculos sociales, laborales, familiares y de pareja. Si se está satisfecho y feliz con uno mismo se proyecta a los demás, lo que tiene un impacto positivo en cada aspecto de la vida.
Igualmente, tener una actitud “body positive” nos permite comprender que las características únicas de cada uno de nosotros nos hacen especiales; evitan nuestra necesidad de competir con otros y nos empodera para tomar decisiones favorables para nuestra vida. De alguna manera esta actitud nos hace sentir capaces de hacernos cargo de nuestra propia vida.
Lograr ese respeto y amor por nuestro cuerpo es un trabajo de todos los días; y aunque no siempre es fácil, nos ayuda cambiar de hábitos y ser disciplinados. Pero si adviertes que para ti es demasiado difícil de sobrellevar el tema, si realmente sientes que odias alguna parte de tu cuerpo o todo él, es momento en que pidas ayuda y sigas un programa dirigido para sanar y vivir en armonía contigo misma.
CÓMO RECONCILIARTE CON TU CUERPO>>
JORGE DOMÍNGUEZ | PSICOTERAPIA