Hoy más que nunca debemos hablar de cómo cuidar la salud mental de un adolescente, ellos están expuestos a un mundo que les vulnera constantemente y nosotros les hemos dado pocas herramientas emocionales para afrontarlo.
Este 2 de marzo se celebra el Día Mundial del Bienestar Mental de los Adolescentes, cuya finalidad es sensibilizar a la población acerca de los problemas de salud mental que afrontan los adolescentes, así como desestigmatizar este tipo de trastornos y ofrecerles apoyo.
Y es que los jóvenes se hallan entre la población más expuesta a este tipo de condiciones, pues su cerebro se encuentra en proceso de transformación y susceptible al entorno, a las experiencias emocionales que les marcan, a su propia genética, e incluso a la ingesta de ciertas sustancias de uso temprano, como el alcohol.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno mental, un tipo de trastorno que supone el 13% de la carga mundial de morbilidad en ese grupo etario. Mientras que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
¿Qué es el bienestar emocional y mental del adolescente?
Según la OMS, el bienestar emocional es un “estado de ánimo en el cual la persona se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente, y es capaz de hacer una contribución a la comunidad”.
Trastornos de la salud mental comunes
La adolescencia es una etapa del desarrollo humano fundamental para la formación de hábitos sociales y emocionales que impactan en el bienestar mental del individuo, al mismo tiempo que vulnerable para frente a condiciones adversas.
Entre los trastornos de salud mental más comunes en los adolescentes se encuentran:
- Ansiedad.
- Alteración del estado de ánimo.
- Déficit de atención y otros trastornos del comportamiento.
- Trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia).
- Alteraciones en el patrón de sueño.
- Suicidio.
- Depresión.
- Psicosis.
- Conductas de riesgo: consumo de sustancias estupefacientes, prácticas sexuales de riesgo.
- Comportamientos de autolesión: cortarse o quemarse la piel.
De no tratar las evidencias de una salud mental afectada, las consecuencias pueden potencializarse en la edad adulta, perjudicando tanto la salud física como la mental, y mermando la calidad de vida de las personas.
Igualmente, los adolescentes con trastornos mentales son particularmente propensos a sufrir exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la disposición a buscar ayuda), dificultades educativas y comportamientos de riesgo.
¿Qué afecta la salud mental de los adolescentes?
Son muchos los factores que afectan la salud mental del individuo. Entre más expuesto se mantenga el adolescente a ciertos riesgos, peores serán las consecuencias.
Algunos de estos factores que contribuyen al desequilibrio mental se encuentran:
- Exposición a la adversidad
- Presión social de sus compañeros
- Exploración de su identidad.
- Influencia de los medios de comunicación y redes sociales.
- Imposición de normas de género.
- Las incongruencias que la realidad le presenta frente a sus aspiraciones de cara al futuro.
Todas estas contradicciones de la vida actual, sumadas a ciertos hábitos cotidianos pueden mermar la salud mental del adolescente, cuyo cerebro se encuentra en transformación.
Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes son la calidad de su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros. La violencia (en particular la violencia sexual y la intimidación), una educación muy severa por parte de los padres y problemas socioeconómicos constituyen riesgos reconocidos para la salud mental.
¿Cómo cuidar la salud mental de un adolescente?
En la vida del adolescente se pueden introducir condiciones que modelen hábitos y actitudes benéficos para el cuidado de su salud mental. Experiencias habituales como:
- Adopción de patrones de sueño saludables.
- Práctica de actividades físicas regularmente.
- Establecimiento de horarios, límites y rutinas.
- Alimentación saludable y variada
- Acceso a la educación.
- Gestión emocional.
- Experiencias comunitarias y socialización.
- Desarrollar habilidades para mantener relaciones interpersonales sanas.
- Contar con herramientas para hacer frente a situaciones difíciles y resolver problemas (resiliencia).
- Un entorno favorable y de protección en la familia, la escuela y la comunidad en general.
- Canales de comunicación abiertos (con adultos y entre pares), así como espacios de confianza.
- Educación en el uso responsable de las nuevas tecnologías.
- Ambientes libres de bullying.
¿Cómo saber si un adolescente tiene dificultades de salud mental?
Además de los síntomas más evidentes, como cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, ira y llanto, es posible que observe:
- Cambios notables en el sueño, el peso, los hábitos alimentarios u otros patrones cotidianos.
- Pérdida de interés en las cosas que habitualmente le gustan o abandono de actividades que disfruta.
- Mayor retraimiento del habitual de amigos, familiares y la comunidad.
- Cancelación de planes con sus amigos más cercanos con poca o ninguna explicación.
- Dificultades académicas que parecen diferentes o más intensas: por ejemplo, reprobar exámenes en su materia favorita o negarse a hacer la tarea que alguna vez le hubiera parecido fácil.
- Pensamientos o preocupaciones constantes que no le dejan en paz.
- Un grupo completamente nuevo de amigos que los padres nunca ha conocido.
- Negarse a hablar sobre lo que le molesta.
- Obsesión con un objetivo determinado, posiblemente, con la creencia de que, si no lo logra, su vida nunca volverá a ser la misma.
- Señales de consumo de drogas, alcohol u otra sustancia.
- Señales de autolesiones como cortes, quemaduras, moretones, etc., que el adolescente trata de ocultar o no puede explicar completamente y de manera creíble.
- Actividad o interés sexual que parece nuevo o más intenso que antes.
- Abandono escolar
Sea este día Día Mundial del Bienestar Mental de los Adolescentes un buen motivo para hablar de este tema, identificar banderas rojas que pudieran evidenciar que nuestros jóvenes tienen dificultades y, como adultos, hagámonos responsables en serio de su salud mental.
Ante cualquier dificultad, acérquense a los profesionales de salud que puedan asesorar y guiar, tanto a los jóvenes como a sus padres y tutores.