Conoce hoy qué es la emotividad tóxica y regula tus emociones para que no te pierdas de ninguna y vivas plenamente con salud emocional.
En diversas ocasiones he intentado dejar claro que las emociones no son positivas o negativas, simplemente son respuestas adaptativas al entorno en el que nos desarrollamos. Sin embargo, también debemos saber que aprendemos a reaccionar de ciertas maneras y guardamos hábitos emociones que, a la larga, pueden resultar dañinas.
Por lo general, la sociedad aplaude ciertas expresiones emotivas que son cómodas y fáciles de llevar: la alegría, la esperanza, la empatía; pero tiene conflictos con otro tipo de emociones que suelen calificarse como negativas como la tristeza, el miedo o el enojo.
No hay emociones negativas
En ninguno de estos casos, las emociones pueden considerarse tóxicas, por más difícil que sea sobrellevar una emoción, no nos hacen daño, sabernos tristes y procesar la tristeza de forma sana jamás nos hará daño, lo mismo el enojo o el miedo.
Pero ¿qué pasaría si sólo buscas sentir dicha? Te obsesionas con la alegría y tu actitud está enfocada a sólo sentir esta emoción. En casos como éstos nos encontramos con la positividad tóxica. Nadie puede vivir siempre y en todo momento buscando la felicidad y rechazando cualquier otro sentimiento que no sea este. Parece una locura, no obstante, con frecuencia pareciera que se nos exige ser felices siempre.
Así de absurdo sería desear mantenernos en un mismo tono emocional todo el tiempo, felices, entusiasmados, motivados o tristes. Hacer cualquier cosa con tal de revivir una y otra vez las sensaciones que nos provoquen ciertas emociones puede estar en el límite de lo patológico.
¿Qué es la emotividad tóxica?
La emotividad tóxica entonces es desechar completamente unas emociones y buscar obsesivamente emociones que consideramos convenientes, verdaderas o positivas.
Esta tendencia a “decidir” qué emociones sí sentir y cuáles no, además de insano, conduce a un excesivo gasto energético psicológico que puede enfermarnos, llevarnos a un estrés innecesario y desequilibrar la salud mental.
Asimismo, aun el esfuerzo, la lucha por controlar a tal grado las emociones decidiendo qué sentir, puede resultar frustrante. Pero especialmente reprimir parte de las emociones constituye la base de un gran número de problemas psicológicos y/o físicos, puesto que puede influir, incluso, en el desarrollo de enfermedades somáticas.
Cuando hablamos de emociones tóxicas, no se intenta clasificar las emociones per se, ni se le atribuyen cualidades a cada una, sino que estamos hablando de los resultados de intentar ser selectivos con lo que sentimos. Esta contención es la que resulta altamente perjudicial para las personas.
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